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Verdad del Palacio solo se cuenta en un sentido: teniente que enfrentó al M-19

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El 6 de noviembre de 1985, el hoy coronel Hernán Mejía era teniente y comandante del primer grupo de acciones antiterroristas urbanas del Ejército colombiano. Acepta que la desinformación que hubo ese día fue tal, que él y sus hombres salieron del batallón con una misión distinta a la realidad.

“La primera información que recibimos era una toma de atentado terrorista en una plenaria del Congreso de la República”, explica.

Ya en la Plaza de Bolívar, cuando descubrieron que la toma era en el Palacio de Justicia todo fue un caos.

"Yo calculo, después de 30 años, que la situación del Palacio de Justicia se salió de las manos de todos durante las primeras 4 horas.

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Los códigos de comunicación que se usaban por la radio y las autoridades que trataban de entrar al Palacio, agudizaron la confusión. No hubo unidad de mando inicial.

“No podría yo, como teniente comandante de un pelotón, conocer que hacía la Policía con un grupo especial del GOES, y no podía esa Policía saber que estaba haciendo el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, con hombres de civil y con brazaletes. Desconocíamos su posición”.

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Aunque se dijo que la toma la hicieron unos 34 guerrilleros, Mejía afirma que no se ha investigado sobre lo que sucedió antes de la toma.

“El Palacio estaba siendo tomado desde antes del 6 de noviembre con muchas complicidades”, dice.

“Las informaciones nos llevaban a pensar que personas con fachadas diferentes se habían apropiado de las llaves de los baños del segundo y tercer piso, del primero y segundo piso y en esos recintos poco controlados estaban almacenando munición, armas, medicinas y víveres. Posiblemente para mantener una confrontación varios días", asegura.

Con sus hombres, Mejía evacuó a más de 50 rehenes, pero hay un caso que recuerda con mayor satisfacción: el del magistrado Humberto Murcia Ballén.

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"El recorrió durante 27 horas, casi todo el Palacio tratando de salvarse. Tuve la oportunidad de abrazarlo y alzarlo y sacarlo de la instalaciones del Palacio”.

Después de haber entrado dos veces al Palacio y salir con compañeros heridos y rescatados, pasadas las cinco de la mañana, el comandante del Ejército, dio la orden de acabar con la toma. Allí murió su compañero, Sergio Villamizar.

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"Yo posiblemente no me acuerdo quiénes estaban al lado de mi cuando me condecoraron, pero siempre llevaré en el corazón a los que estuvieron en la trinchera, a esos sí, y me acuerdo de cada uno”, afirma.

El hoy coronel recibió un balazo en la pierna izquierda pero siguió hasta el tercer piso, donde se enfrentó con un guerrillero que le disparó siete veces.

"Vi movimiento detrás de la otra columna y era un hombre en vestido verde oliva, en el parche de su uniforme decía compañía Iván Marino Ospina M-19. Con él tuve mi último enfrentamiento antes de desvanecerme".

Aunque en la mente de Mejía aún está intacta la imagen del momento en el que fue sacado de la edificación, afirma que si tuviera que volver al Palacio para cumplir la orden de retomarlo, no lo pensaría.

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"El capital más grande que un soldado le deja a su país y a sus hijos es su honor, es su nombre, es su valor y jamás un buen soldado puede rehuir el primer puesto en la batalla”.

Mejía sostiene que la verdad del palacio solo se ha contado en un sólo sentido

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"Que lo que se ha construido para hacer girar la historia sobre el Palacio de Justicia es lo que ocurrió entre la puerta y la Casa del Florero, nunca se ha mirado el antes, el durante y después dentro de esos muros”.

Este testimonio inédito de un hombre que vivió el cruento episodio dentro del Palacio de Justicia, ha sido imposible de corroborar con su contraparte, porque según las autoridades de la época todos los guerrilleros que participaron en la toma fueron declarados muertos.

El coronel Hernán Mejía está recluido en la cárcel de la Escuela de Artillería, en un proceso por la muerte de 19 guerrilleros del ELN en Valledupar, hace más de 10 años.

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