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“El alcalde prometió llevarnos a Disney”: madre de familia desplazada

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Foto: Wilton David Mejía Bonilla (Izq.) recibió en su casa del barrio Caicedo al alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, y a su esposa, Margarita Gómez. Cortesía.

A Luz Merly Bonilla Valencia le tiembla la voz. Se le dispara el ritmo cardiaco. Se le percibe ansiosa.

Es la mañana del martes y está a pocos minutos de recibir en su casa, en la carrera 6F No. 54 – 52 del barrio Caicedo, a una persona a la que cualquier paisa estaría dispuesta a abrirle las puertas de su hogar.

Un hombre que en solo dos meses al frente del cargo más importante de su ciudad logró que el 78 por ciento de sus conciudadanos, según una encuesta de la firma Invamer Gallup, lo viera con buenos ojos. El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez.

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La historia comenzó cuando Federico, como le dicen cariñosamente, llevaba 24 días como alcalde.

El 24 de enero, Luz Merly escribió en un computador una carta en la que le decía que era desplazada por la violencia, que tenía dos hijos enfermos por adrenoleucodistrofia, una dolencia que afecta a una de cada 20 mil personas, y que uno de ellos deseaba conocerlo “teniendo en cuenta que es usted una persona de grandes cualidades humanas”. El otro, Eison Danilo, según ella “no tiene conciencia y sufre de cuadraplejia”.

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La epístola fue respondida de inmediato. Gutiérrez, por medio de su asistente personal, se comprometió a visitarla y así cumplir el sueño del pequeño Wilton David, el menor de sus retoños, quien tiene 10 años y que lleva siete meses en recuperación de un trasplante de médula ósea.

Pero el tiempo pasaba y las citas de la apretada agenda del burgomaestre hacían que su llegada a la casa de Luz Merly se prolongara.

Mientras tanto, ella seguía con su rutina: luchar para que a sus hijos les entregaran por medio del Sisbén el Levetiracetam, un medicamento para frenar las convulsiones que “puede costar hasta 250 mil pesos un frasquito”, y la Fludrocortisona, una droga que sirve para controlar la cantidad de sodio y líquidos en el cuerpo y que sirve para tratar la enfermedad.

Nada había cambiado de los viajes a las cuatro de la mañana a las sedes de Savia Salud, en La Alpujarra o en Castilla, para hacer las filas y poder conseguir los tratamientos para sus hijos.

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Tampoco de las peleas con funcionarios de la Secretaría de Espacio Público para que le permitieran vender en el Parque Arví la gelatina de pata de res que produce en su casa y que le significa gran porcentaje del sustento de su familia, pues “mi esposo trabaja de vez en cuando. Si me voy a reclamar los medicamentos es él quien debe cuidar a los niños, por eso no puede colocarse de tiempo completo”, dice.

Sin embargo, la hora esperada llegó.

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El lunes cuando transcurría la tarde el teléfono fijo de su casa timbró.

“Me llamó la asistente personal del alcalde. Me dijo que él iba a venir hacia las 10 y media de la mañana. Fue una sorpresa. Por fin se iba a cumplir el sueño de Wilton”, dice Luz Merly desde su hogar, el que madrugó a asear para recibir al honorable visitante.

Lo que no sabía Luz Merly era qué ruta tomaría el alcalde para llegar a su casa. Si lo haría en carro después de arribar a la cancha de El mosquito, en el sector La Arenera, en Tres Esquinas, del barrio Caicedo, o a pie, tras ascender las mismas 50 escalas de cemento que ella debe sortear con las camillas de sus hijos sufren alguna emergencia o cuando ella sale en busca del sustento.

La visita esperada

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Después de 129 días la esperada visita llegó.

El alcalde de Medellín visitó la casa de Luz Merly. La comitiva de escoltas, asesores y acompañantes del alcalde fue recibida por algunos vecinos y por los hijos de Néstor Iván Mejía, el esposo de esta mujer que tuvo que abandonar Cocorná (Antioquia) en 2002, su tierra natal, acosada por armados de las Farc que la iban a obligar a sumarse a la guerra.

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“Estuvo unos 30 minutos. Los vecinos están felices. Wilton (su hijo) también. Nos prometió que nos va a llevar a Disney. Va a hablar para que nos faciliten la visa a Estados Unidos. Me dijo que me va a ayudar a montar una microempresa de gelatina. Y a Wilton lo invitó a que conozca su sitio de trabajo, a sentarse en su silla y que lo va a anotar en una escuela de artes. Además, le trajo plastilina, porque a mi hijo le gusta hacer muñecos en plastilina, y le pidió que hiciera su cara. Él ya está dibujando la cabeza del alcalde”, relata Luz Merly.

Su voz se escucha emocionada. Su vida no será igual.

En la mañana del jueves, el alcalde escribió en su cuenta de Youtube: "Wilton había dicho que sería un honor conocerme, pero no, el gusto y el honor fue para mí, no se imaginan el talento y la creatividad con la que me encontré, un niño fuerte y lleno valor". 

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