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Así fue el último Ángelus de Benedicto XVI

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El último Ángelus de Benedicto XVI fue como el primero, de 15 minutos y respetando el orden litúrgico, lo que demuestra el carácter metódico del pontífice que dejará su cargo el próximo 28 de febrero.
Su mensaje, eso sí, estuvo cargado de espiritualidad, en medio de ovaciones consecutivas de la multitud de fieles que se congregó este domingo en la Plaza de San Pedro.
"No me retiro de la Iglesia, pero ahora seguiré a la Iglesia en la oración", dijo pasadas las seis de la mañana, hora colombiana, ante 200 mil personas. Y, con la voz entrecortada, sentenció: "En este momento de mi vida, siento que la palabra de Dios está dirigida a mí".
En el Ángelus, Benedicto XVI hizo un pedido especial: "Que la Virgen María me acompañe en este momento tan importante de mi vida".
Al saludar en siete lenguas, dio un mensaje especial a los católicos hispanos. "Agradezco los testimonios de cercanía y las oraciones que me han llegado en estos días", les expresó el papa.
Tras su ausencia durante una semana para asistir a unos ejercicios espirituales y recibir ayer, sábado, en audiencia privada al presidente de Italia, Giorgio Napolitano, la reaparición del pontífice en público era anhelada por los fieles que querían decirle adiós.
El papa, emocionado, fue interrumpido varias veces con aplausos de la multitud durante su alocución a los fieles.
Benedicto XVI, que en dos meses cumplirá 86 años, se refirió a su retirada "al monte" (Tabor) pero quiso aclarar que esto "no significa abandonar la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es porque yo podré continuar sirviendo con las mismas condiciones y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas".
El próximo miércoles, el papa Ratzinger celebrará su última audiencia general, esta vez, y a pesar de las posibles inclemencias del tiempo, en la Plaza de San Pedro y no en el Aula Pablo VI para dar cabida a los cerca de 200.000 peregrinos que se espera asistan.
El papa se despidió de los fieles en siete lenguas y desapareció de la ventana de su apartamento en el Palacio Pontificio, como lo hizo desde hace casi ocho años todos los domingos, solo que esta vez sería la última.

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