Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Publicidad

Historia de amor sin fin

'La dama del perrito' de Antón Chéjov es uno de los más bellos relatos de amor de todos los tiempos. Su protagonista acompaña a Ana Karenina y a Madame Bovary en la galería de las infieles famosas de la literatura universal.

la dama del perrito.jpg

No pasan de los besos, pero entre líneas el lector sospecha que hay mucho más que eso. Antón Chéjov no lo dice todo en 'La dama del perrito'. Deja que la imaginación vuele cuando Gurov besa a Ana Sergeyevna en su cuarto de hotel, pero cierra la puerta.

El célebre relato del gran cuentista ruso parece una historia común y corriente. Un hombre casado, en busca constante de aventuras extraconyugales, ve a una mujer hermosa y solitaria, que pasea con su perro por Yalta. Los dos están de paso por esa ciudad.

…y de repente se sintió cautivado por la idea de unas relaciones ligeras y efímeras, de un devaneo con una mujer desconocida de quien ni siquiera sabía el nombre y el apellido.

Gurov, que consideraba a las mujeres como una raza inferior, pero al mismo tiempo no podía vivir sin ellas, la conquista y se hace invitar a su hotel ocho días después de conocerse. Las mujeres pasaban por su vida sin detenerse.

Cuando Gurov perdía interés en ellas, su belleza le producía aborrecimiento y los encajes de su ropa íntima se le antojaban escamas.

Ana estaba sinceramente arrepentida por la caída. Se sentía perversa e infeliz. Le repugnaba el pecado, y se ofuscaba por haberse dejado tentar con ese deseo de tener un tipo de vida distinto al que le ofrecía su marido.

Publicidad

Gurov la acompañó al tren y se separaron con la idea de no verse nunca más, pero no pudo olvidarla y soñaba con ella todo el tiempo. Decidió buscarla y se volvieron amantes. Ella lo visitaba cada dos o tres meses en Moscú. Gurov era consciente de que llevaba dos vidas: una pública, llena de mentiras convencionales; y otra secreta, esencial y sincera.

El punto final de la historia de Chéjov deja abierto el amor. Nabokov, en su 'Curso de literatura rusa', interpretó bellamente ese cierre inconcluso: “En realidad la historia no termina, porque mientras las personas vivan no hay conclusión posible y definida de sus conflictos, sus esperanzas o sus sueños.”

Publicidad

  • Publicidad