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Incesto, entre el Congreso de la República y la literatura

El incesto, ese antiguo tabú que ocupa páginas enteras en tratados, leyes y novelas, volvió a escena por cuenta del Gobierno. Dos clásicos de la literatura, separados por siglos, dibujan lo que ha sido ese espinoso tema para la humanidad.

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Archivo particular

La propuesta del ministro de Justicia, Néstor Osuna, de eliminar como delito el incesto consentido entre mayores de edad puso a hablar a todo el mundo de los límites de lo moral y de lo penal.

El jefe de la cartera lo puso en estos términos: "Moralmente puede ser repudiable que uno tenga relaciones sexuales con un pariente, pero no tiene sentido meter a la cárcel a dos primos adultos que tuvieron sexo".

Desde que Sófocles estrenó su tragedia Edipo rey en el 429 a. C. hasta Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, el incesto ha cruzado por civilizaciones y jurisprudencias.

Edipo se casa con Yocasta, su madre, pero no es consciente del parentesco. Ha matado a su padre sin saberlo y ha convertido en reina a la viuda. Conocer ese secreto desata la doble tragedia: Edipo parricida, Edipo incestuoso.

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En la obra cumbre de Gabriel García Márquez, escrita 2.397 años después del clásico griego, el terror por el incesto aparece desde las primeras páginas y cierra las últimas. Es el origen de Macondo y es su apocalipsis.

Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía se unieron en matrimonio siendo primos, a pesar del horrible presentimiento de traer al mundo un hijo con cola de cerdo como le ocurrió a una tía de Úrsula que se casó con un tío de José Arcadio.

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Por ese terror, Úrsula no se dejaba tocar de su marido. Eso ocurrió durante mucho tiempo hasta que los chismes de un esposo impotente atrajeron la muerte. José Arcadio mató a Prudencia Aguilar en un duelo, porque había ofendido su hombría. Llegó a su casa, le ordenó a Úrsula quitarse el cinturón de castidad y le dijo que estaba dispuesto a parir iguanas.

El tema del incesto era una constante entre los Buendía, e incluso tomaba los caminos más inesperados. La historia de amor de José Arcadio hijo, y Rebeca, hermana por adopción, surge como una especie de incesto político.

José Arcadio la miraba con ojos descarados. “Eres muy mujer, hermanita”, le decía. Una tarde, cuando todos dormían la siesta, Rebeca se asomó a su cuarto, pensando que estaba dormido. Él la vio, la invitó a acercarse y empezó a acariciarla desde los tobillos hasta los muslos.

Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito.

Amaranta, otra integrante del clan Buendía, estuvo a punto de sucumbir al incesto con su sobrino Aureliano José, que creció buscándola en la cama para escapar del miedo que le producía la noche. Desde que era niño, Amaranta se desnudaba frente a él, pero llegó el día en que “experimentó un estremecimiento desconocido ante la visión de los senos espléndidos de pezones morados”.

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La mujer, ya madura, empezó a sentir la necesidad apremiante de sus visitas en la noche y hasta llegó a tantear su cuerpo bajo las sábanas. “Sintió los dedos de Amaranta como unos gusanitos calientes y ansiosos que buscaban su vientre”. Aunque no pasaba de los tanteos, Amaranta es potencialmente la más incestuosa de los Buendía.

Úrsula Iguarán murió y no le tocó vivir la tragedia que finalmente envolvió a su estirpe y que estaba escrita en los manuscritos de Melquiades, el gitano amigo de su marido que terminó haciendo parte de la familia.

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Ese final se empezó a escribir con Aureliano Segundo, bisnieto de Úrsula, y Fernanda del Carpio, su mujer. Tuvieron tres hijos: Amaranta Úrsula, José Arcadio y Renata Remedios 'Meme', quien sostuvo amores clandestinos con un mecánico llamado Mauricio Babilonia al que perseguían las mariposas amarillas.

En una ocasión, su madre la sorprendió en el cine con él y la encerró en la casa, pero Babilonia se colaba por el tejado para amarla a escondidas. Fernanda sospechó y pidió vigilancia a la Alcaldía con el argumento de que se estaban robando las gallinas. Un guardia disparó contra Mauricio Babilonia y lo dejó postrado de por vida, y 'Meme' fue enviada a un convento donde dio a luz un hijo que le llegó, en canasta y bautizado, a Fernanda del Carpio. Se llamaba Aureliano.

Fernanda murió llevándose a la tumba la verdad sobre su origen. Ese nefasto silencio había dejado abierto el camino para que el ciclo del incesto volviera a la casa de los Buendía Iguarán como una amenaza real de cola de cerdo.

Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia, tía y sobrino, armaron un cuadro de erotismo e infidelidad, inocentes del peso testamentario del incesto que recaía sobre ellos.

Mientras él amasaba con claras de huevo los senos eréctiles de Amaranta Úrsula (…) ella jugaba a las muñecas con la portentosa criatura de Aureliano.

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Amaranta quedó embarazada y Aureliano empezó a buscar respuestas sobre su origen, porque tuvo un extraño presentimiento de familiaridad. Amaranta se desangró en el parto y el niño nació con cola de cerdo. En los pergaminos de Melquiades descubrió la verdad en el epígrafe: “El primero de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas.”

El antiguo tabú que el ministro de Justicia, Néstor Osuna, puso sobre el tapete reabre un debate que la columnista Ana Bejarano Ricaurte califica acertadamente como “anodino” ante tantas necesidades de la justicia penal colombiana. El tema, sin embargo, ya está en la mesa y será debatido en el Congreso de la República de Colombia.

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