Desde que era una niña, Julia Linn fue diagnosticada con
En una entrevista con medios locales, la mujer relató que comenzó a inyectarse insulina cuando tenía 11 años de edad y en una época en la que la diabetes era considerada una “enfermedad de ancianos”. A sus 24 años, comenzó a padecer de ceguera, asociada con su diagnóstico, y había desarrollado una neuropatía, insuficiencia renal, arteriosclerosis y enfermedad cardíaca temprana.
Gracias a los tratamientos con láser, la mujer logró salvar su visión. Sin embargo, las demás problemáticas relacionadas con la diabetes seguían progresando. “Mis riñones habían fallado a los 34 años y mis médicos me prepararon para la diálisis, mientras me colocaban en una lista de espera para un trasplante de riñón”, detalló.
"En ese momento estaban realizando trasplantes de páncreas experimentales y solo se habían completado alrededor de 2.000 en todo el mundo, entonces los riesgos eran altos. Innumerables personas murieron durante o después de la cirugía debido a accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos u otras complicaciones. Dependía de mí arriesgarme a que me trasplantaran ambos órganos en una cirugía de 12 horas”, explicó.
De esa manera, Julia Linn decidió asumir el riesgo y comenzó la búsqueda de un donante de órganos hasta que finalmente llegó. Gina, una joven de 25 años, perdió la vida en un accidente automovilístico y sus órganos le dieron una segunda oportunidad a Julia: “Nuestras coincidencias de tipo de antígeno y tejido eran tan cercanas que podríamos haber sido hermanas”.
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Esto le permitió mejorar su salud significativamente, pero tiempo después tuvo que enfrentarse a otro problema médico, por el cual tuvo que someterse a un triple bypass cardíaco y una tiroidectomía. A pesar de lo desalentador que podía parecer, la mujer empezó a remodelar su cuerpo, mente y espíritu enfocando su energía en el fitness, entrenando dos horas diarias durante cinco días a la semana, a sus 62 años.
“Perdí más de 35 libras y gané mucha resistencia. Mi cuerpo se volvió más esculpido que nunca”, destacó. Motivada por los cambios físicos que había experimentado su cuerpo y para celebrar el aniversario número 30 desde su trasplante, Linn se fijó la meta de participar en un concurso de culturismo a la edad de 64 años: “Quería expresar lo feliz y agradecida que estaba de estar viva”.
Fue así como se inscribió en el concurso NPC Masters Bikini y ganó. Ahora, Julia Linn se ha convertido en un referente para las mujeres y, a través de sus redes sociales, disipa el mito de que la menopausia y el envejecimiento hacen que los cuerpos se rompan. “A menudo les digo a las mujeres que conozco que nunca es demasiado tarde. Nunca se es demasiado viejo para aprender. Tienes el conocimiento y probablemente el tiempo, pero debes tener un porqué”, sostuvo.