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Adiós a las armas: con tiros de salva al aire, guerrilleros despiden la guerra

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Líderes del Bloque Sur de las FARC se reunieron con campesinos para celebrar el cese de hostilidades y el nuevo proceso para dejar las armas.
Dispararon al aire balas de salva y leyeron el documento en el que figuran los puntos de compromiso para apoyar los acuerdos que se consiguieron en La Habana tras cuatro años de diálogos.
Muerte y esperanza en zona de Colombia donde nacieron y se desarmarán las FARC
El recuerdo de una niña que murió al explotar su casa está grabado en la memoria colectiva de San Miguel, un poblado de Colombia con fuerte influencia de las FARC, que anhela la paz y donde se concentrarán miembros de esa guerrilla mientras se desarman.
Dos banderas blancas, casi frente a los escombros de la vivienda donde en 2014 murió la pequeña de tres años, dejan claro el deseo de esta comunidad campesina de que se concrete la paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas).
Cerradas las negociaciones de casi cuatro años entre gobierno e insurgencia en Cuba, los 300 habitantes de San Miguel esperan, con entusiasmo y también temor, que alguna de sus verdes y empinadas laderas pronto se conviertan en uno de los 28 puntos donde se reunirán los guerrilleros en su tránsito a la vida civil.
"Lo que podría cambiar (con la paz) es mucho, porque ya no va a haber las amenazas de enfrentamientos, se va a poder vivir más tranquilo", asegura a la AFP Yamid Garzón, presidente de la junta comunal.
Garzón, de 34 años y una de las 11.500 víctimas de minas antipersonas de Colombia, el segundo país -detrás de Afganistán- más afectado por estos artefactos, recuerda la explosión de esa casa como "lo más impactante que se vivió" por el conflicto armado en este caserío.
Como el hecho ocurrió en medio de los diálogos de paz, aparentemente por un accidente de las FARC, golpeó más duro a la comunidad.
"Zona roja"
Para la comunidad "es un orgullo" que San Miguel "sea centro de concentración" de las FARC, dice Castañeda. No les asusta porque para ellos vivir junto a la guerrilla "es normal".
"Ojalá al menos así, Colombia sepa que existe una vereda llamada San Miguel, porque la verdad por acá estamos muy abandonados por el Estado (...) nos consideran zona roja", dice esta mujer, que hace 25 años tuvo que enterrar "lo que quedó" de su padre, asesinado por los rebeldes en una época de mucha violencia por el apogeo de los cultivos de amapola en esta región.
La concejal Leonoricel Villamil, cuyo hijo murió en 2015 en un atentado que atribuye a paramilitares, comparte y profundiza los miedos y pedidos de los campesinos.
"No queremos seguir más señalados por el Estado como auxiliadores de la guerrilla", dice la esta representante del partido de centro-izquierda Alianza Verde y quien parece conocer a cada habitante de la zona.
"Lo que todos exigimos y queremos como comunidad es que el Estado no abandone tanto esta región, porque somos los que hemos puesto a Colombia en alto con el producto del café", asegura, señalando los sembradíos que se ven por doquier y pidiendo más inversión para vías, viviendas, educación y salud.
Recibir a los guerrilleros es, para muchos en San Miguel, una oportunidad para el desarrollo después de tantos años de guerra, balas y dolor.

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