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Huyen del infierno y caen en manos del diablo: el drama de los migrantes ilegales en Urabá

Huyen del infierno y caen en manos del diablo: el drama de los migrantes ilegales en Urabá

Noticias Caracol conoció de cerca cómo el Clan del Golfo maneja el negocio de llevar africanos y asiáticos que buscan el sueño americano a través de la selva.
Las alarmas entre las autoridades sobre el infame negocio de los migrantes que buscan salir de la pobreza las prendió la captura de un ciudadano iraquí.
Él y otros 200 migrantes fueron sorprendidos en Turbo (Antioquia) en menos de cinco horas. Una banda de traficantes les prometía hacerles realidad el sueño americano. 
Para sorpresa de las autoridades de Migración, en el grupo de aventureros había una pequeña de seis meses de nacida.
Pero es el iraquí quien les explica a los agentes de la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijín) la supuesta razón que lo obligó a salir de su país y llegar a Colombia, a más de 12 mil kilómetros, más de 15 horas de viaje en avión, para desde allí tratar de ingresar a Estados Unidos.
Él fue sorprendido en un hotel en Turbo pasadas las 4:00 a.m. y durante un histórico operativo realizado por la Interpol, agencias de inteligencia de los Estados Unidos y Migración Colombia.
En su teléfono celular, los investigadores encuentran al hombre que presuntamente lo llevó a Colombia, y quien sería el principal contacto árabe y que haría parte del Clan del Golfo, ese cartel que trafica con cocaína, somete a extorsiones a comerciantes y transportadores y a cometido decenas de ataques contra la Fuerza Pública en el país suramericano.
Extraditan a EE. UU. al primer colombiano por tráfico de migrantes |... Incluso, el migrante permite a los agentes de Interpol apreciar una de las conversaciones que sostuvo vía WhatsApp con un coyote colombiano.
Uno de ellos realizó un cuestionario en inglés, para conocer la procedencia del migrante y su destino, que inobjetablemente es Estados Unidos.
“Where you from?”, le pregunta el agente.
“Irak, Bagdag”, responde este al citar la capital de su país.
El aventurero le dice al agente que su destino es Canadá y que llegó a Bogotá después de volar desde Turquía procedente de Yemen.
Cuando el agente le pregunta al iraquí cuándo finaliza su viaje, este le ofrece una desconcertante respuesta que refleja su idiosincrasia: “Solo Dios sabe”.
Mientras tanto, los mismos agentes de la Dijín e Interpol avisaban a los oficiales de la Armada Nacional –la encargada de la seguridad sobre los afluentes y las costas colombianas- sobre un grupo de migrantes que había salido de las playas de Turbo.
Se activó el operativo y a pocos kilómetros de Capurganá, una pequeña población en el Caribe que limita con Panamá, oficiales de la Armada, también en coordinación con Interpol y la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (Immigration and Customs Enforcement – ICE) interceptaron una lancha repleta de migrantes.
En el puerto de la Armada, una escena impactó a las autoridades. Entre los migrantes iba una pequeña de seis meses de nacida.
Además había otras mamás con niños, que de no ser rescatados de las garras de los llamados coyotes, deberían someterse a largas caminatas de casi ocho horas por la selva del Darién, para llegar a Panamá, otro paso de los migrantes que buscan pisar el suelo del país del Tío Sam.
Según la Dijín, al capitán de la embarcación le habrían pagado cerca de 1 millón de pesos –unos 351 mil dólares- por entregar a los niños y a las mujeres a los coyotes en Capurganá.
Sin embargo, al ser consultado por un equipo de reporteros de Noticias Caracol que acompañó el operativo, el hombre no quiso ni confirmar ni desmentir.
“Soy un capitán y sé lo que estaba haciendo. Si mandan a alguien que es irresponsable, pero yo soy un capitán, hasta donde me cogieron ya estaba llegando a Capurganá, y ellos iban bien y no iban mal”, dijo.
“Pero ahí iban tres niños, ¿no le dio temor que pasara algo?”, le preguntamos.
“Soy un capitán y cuando viajo, lo hago con niños también”, respondió.
Pero escuchen la respuesta, cuando se le preguntó si sabía a quienes transportaba.
“Ya eso es otra cosa”.
“¿Por qué lo hace?”.
“Entonces de qué sobrevive uno, uno no puede quedarse en ese pueblo, yo no me voy a matarme con los demás, pues, tengo que sobrevivir, y yo sé hacer esto y eso es lo que hago”, manifestó.
Todos los migrantes de la embarcación fueron enviados a un sitio especial donde Interpol y Migración Colombia alcanzaron a reunir, en menos de cinco horas, cerca de 200 migrantes, como una mujer proveniente de África que explicó las razones que tenía para llegar a Estados Unidos.
“Hay una crisis muy grande en Camerún”. Está huyendo por su vida, está sobreviviendo, por eso corre por su vida.
Un peligro que la persigue, porque podría terminar como una más del número hasta hoy indeterminado de migrantes que lograron llegar a las selvas del Darién, pero que no volvieron a salir con vida.
Los cuerpos de los migrantes que son encontrados, son trasladados y enterrados como N.N. en un cementerio de Turbo. Por ahora hay 13 cadáveres que no han sido reconocidos.
Tratando de conseguir el sueño americano, 20 migrantes han muerto en... “Siempre da nostalgia, pesar, porque son seres humanos como uno, que van buscando una vida nueva. Es muy duro para uno que está enterrando y para la gente que está esperando en su casa, ¿cómo será el dolor de esa gente ni poder venir a rescatarlos?”, afirmó el sepulturero de Turbo, Antonio Cortez.
Para evitar más muertes, desde Bogotá –ciudad ubicada a unos 800 kilómetros- fueron enviados grupos especiales de la Interpol, Migración Colombia y de una agencia de inteligencia de Estados Unidos, no sólo para salvar vidas, sino para capturar a los capos del negocio criminal del tráfico de personas.
Uno de ellos ya fue capturado, es el excongresista colombiano Félix Salcedo, quien sería el responsable de liderar la red dedicada al tráfico de personas con destino a Estados Unidos. 

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