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La tortuosa tarea de reformar el templo que las ánimas perdieron ante un juez

Cortesía

Cinco años después, la euforia por la victoria que las autoridades de Concepción lograron en los estrados judiciales se apaga. La parroquia está en riesgo. 
La reforma del histórico templo de la Inmaculada Concepción, el que perdieron las ánimas ante la evidente incapacidad de asistir a una audiencia judicial en la que aparecían como demandadas, ha sido tortuosa.
El frontis, las naves laterales, la sacristía y otras estructuras de la Inmaculada Concepción no parecen los de una parroquia considerada Bien de Interés del Ámbito Nacional.
Las paredes amenazan con desmoronarse y la preocupación es tanta que el párroco del templo, monseñor Nicolás Mejía, ordenó restringir el acceso de feligreses a algunos lugares del mismo.
“En la sacristía vemos un deterioro considerable. A los zarzos no puedo dejar subir personas, eso representa riesgo, peligrosidad”, le dijo el religioso a Noticias Caracol.
La parroquia es famosa, cuenta Henry Alberto Puerta, el alcalde de Concepción, por una demanda impuesta a "la Cofradía de las ánimas i de Nuestro Amado colocado en esta iglesia" por uno de sus párrocos que, al ver que esta se caía, decidió buscar recursos para reformarla. Esto sucedió en 2011.
Sin embargo, explica monseñor Nicolás, “para poder hacer alguna reforma o arreglo al templo hay que presentar títulos de propiedad” y el templo no los tenía.
En 1860, Nepomusena Osorio, una vecina de ese municipio, donó los terrenos en los que en 1773 se había construido el templo y el título de propiedad quedó a nombre de “la cofradía de las ánimas i de Nuestro Amo colocado en esta iglesia".
Para resolver el lío que les impedía invertir en arreglos para el templo, las autoridades parroquiales decidieron demandar a las ánimas y al Amo Supremo y un juez de Rionegro les dio la razón.
En 2012, el abogado Alcides Valencia Aguilar consiguió que las escrituras quedaran a nombre de la parroquia y con eso abrió una luz de esperanza para que los cerca de 4.300 habitantes de ‘La Concha’, como le dicen al municipio, vieran con buenos ojos su templo.
Pero no fue así. Ese era apenas el comienzo de lo que el alcalde Puerta considera un camino tortuoso.
En cinco años, a La Inmaculada no se le han hecho mayores reformas.
“En la primera etapa se hicieron unas cámaras de aire para acabar con la humedad, esto inició con un proceso de secado. La otra fase que se le hizo fue que se cambió el elevatorio y otra fue el raspado del frontis”, explica el alcalde.
Y las obras faltantes son las más importantes. Tanto, que el monseñor y el mandatario local estiman que el proceso puede tardar de 10 a 15 años.
“Se van a invertir 401 millones de pesos, pero no es suficiente. Para hacer la otra nave lateral necesitamos entre 401 y 410 millones. Y faltan otras tres o cuatro intervenciones. De la disponibilidad de recursos del estado y el acompañamiento de la parroquia y la alcaldía depende que el proceso tarde de 10 a 15 años, porque son procesos demasiado lentos”, describió Puerta.

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