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Minas antipersonal ponen en riesgo a indígenas que se mueven en busca de alimentos: Iglesia

Monseñor Hugo Alberto Torres, el obispo de Apartadó, se refirió al dramático desplazamiento al que el ELN sometió a 168 indígenas embera.

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Una dramática situación están enfrentando las comunidades en Murindó, en el Urabá antioqueño. Decenas de familias indígenas amenazadas por grupos criminales huyen en medio de zonas minadas.

El episodio no puede ser más desgarrador. La trocha la marca una fila de niños y mujeres indígenas del resguardo río Murindó, del Atrato medio antioqueño.

Ellas en sus hombros llevan a los más pequeños y a la espalda, utensilios y algunas ropas. Pero acuestas también llevan la amenaza de guerrilleros del ELN que en otro acto de cobardía provocaron que estos colombianos tengan que cambiar sus vidas.

La Organización Indígena de Antioquia (OIA) aseguró que el temor a caer en campos minados en antiguas zonas de agricultura y cacería generó la salida forzosa.

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“168 personas se vieron obligadas a desplazarse por amenazas expresas del ELN que, además, desde el mes de enero ha venido sembrando indiscriminadamente minas antipersonal en ambos resguardos confinando las comunidades y sometiéndolas a vivir en medio del hambre, la zozobra y el terror”, dijo Wilfer Sánchez, vocero de la OIA.

El obispo de Apartadó afirmó que estos explosivos hoy tienen una víctima: la población indígena.

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Los que más están sufriendo con las minas son las comunidades indígenas. Nadie sabe dónde son colocadas. Se ponen como una forma de un grupo para defenderse de otro, pero ponen en riesgo a una población que en su territorio busca sus alimentos”, subrayó monseñor Hugo Alberto Torres, el obispo de Apartadó.

Y es que el pasado fin de semana, la víctima fue un niño de apenas 12 años que cayó en una mina y, para salvar su vida, toda la comunidad lo cargó por horas hasta llegar al río Atrato y luego lo llevó hasta Apartadó.

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