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Al día siguiente, Patricia, al ver que su hermano no aparecía, fue a buscarlo. Cuando llegó a la vivienda, la dueña de la casa le informó del triste desenlace: “César estaba ya fallecido, que porque ella había pedido una ambulancia y que la ambulancia no llegó en ningún momento”.
César murió en su habitación, allí las autoridades encontraron su cuerpo y el de su mejor amigo, Enrique, un hombre de 60 años. El licor adulterado dejó otras dos víctimas: “El tal Rey de Reyes, porque las botellas las tenían debajo de la cama. De ahí no supe nada más”.
La víctima cuidaba carros en una calle de Teusaquillo y también hacia mensajería a los vecinos del sector. Para Patricia es difícil saber que su hermano murió tras ingerir el licor adulterado que ha cobrado la vida de 27 personas en Bogotá y Soacha.
“Muy duro, a mí me dio muy duro y no he podido pasar este momento tan duro porque llego acá y es como verlo aquí en la esquina, con un palito en la mano”
Ella accedió a entregar su testimonio para hacer un llamado de conciencia a aquellos que por lucrarse son capaces de vender un veneno camuflado como un licor para pasar un buen rato.
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