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¡No los olvidamos! Los inocentes que cayeron en el fallido intento de silenciar a El Espectador

¡No los olvidamos! Los inocentes que cayeron en el fallido intento de silenciar a El Espectador

Cumplir con su deber, en tiempos de Pablo Escobar, le costó al diario asesinatos y el exilio de varios de sus empleados, además del carro bomba de hace 30 años.

El periódico tuvo la osadía de llamar a la mafia por su nombre en los años ochenta, cuando los narcos como Pablo Escobar Gaviria se pavoneaban en el Congreso.

Las denuncias y editoriales sobre los tentáculos del narcotráfico en la política, las cantidades de dinero sucio que se multiplicaban a destiempo y los sicarios en las comunas de Medellín fueron vengados por los matones del capo. 

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Varios periodistas y empleados fueron ultimados, otros tuvieron que marchar al exilio, sus instalaciones fueron bombardeadas y los jueces que se atrevieron a indagar, resultaron en la morgue. Una estela de violencia que se ensañó contra El Espectador.

El primer periodista en caer fue Luis Roberto Camacho, corresponsal en el Amazonas, el 16 de julio de 1986.

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“Yo sentí un silbido. Eso fue la cosa más terrible que jamás en la vida me había ocurrido. De una vez el carro trastabilló, se fue contra el andén y mientras un sicario le dispara, había otros dos. La consigna era acabar con la existencia de Luis Roberto Camacho Prada”, recordó Ángela De Camacho, viuda del periodista.

Camacho sabía que lo iban a matar debido a su documentación de las fortunas malditas del narcotráfico en el Amazonas y los nombres de esos ‘nuevos ricos’ con pistas clandestinas, guardaespaldas y patrones, como era el caso de Evaristo Porras.

De Camacho también contó que “era mucha la evidencia de la mafia. Llegaban a consignar el dinero a los bancos con costales y uno mirando eso. Entonces él escribía. Yo dije en el sepelio: ‘un hombre de esta calidad y con la mente tan limpia no podía prevalecer en medio de esta inmundicia que nos rodea’”.

Su esposa y sus cuatro hijos tuvieron que salir corriendo de Leticia. Aún no hay condenas ni sospechosos 33 años después.

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“Lo que pasó hace tantos años con la historia de mi papá sigue pasando hoy con otros rostros, con otras vidas, pero con las tragedias visitando las familias colombianas”, afirmó Ángela María Camacho, hija de Luis Roberto Camacho.

Ese mismo año fue asesinado el director del diario, Guillermo Cano, el 17 de diciembre; poco después, en 1987, tuvieron que irse del país sus hijos Fernando y Juan Guillermo, quienes lo reemplazaron. De igual modo lo hizo el periodista Fabio Castillo, que ese año había publicado el libro ‘Los jinetes de la cocaína’ y solo pudo regresar en 1994.

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El 29 de marzo de 1989 fue asesinado el abogado y periodista Héctor Giraldo Gálvez, quien descubrió al prestamista del cartel, Luis Carlos Molina Yepes, el único condenado por el magnicidio de Guillermo Cano.

El 2 de septiembre de 1989 ocurrió el bombazo a las instalaciones del periódico en Bogotá. Apenas un mes después, el 10 de octubre, sicarios ultimaron a la gerente de la sede, Marta Luz López, y al jefe de circulación, Miguel Soler.

A los seis meses, Hernando Tavera, quien atendía labores de distribución del diario en Medellín, corrió la misma suerte.

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