Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Publicidad

La admirable historia de la primera mujer colombiana que hace parte del imponente Circo del Sol

maritza-melo-circo-del-sol-fotos-colprensa.jpg

Su nombre es Maritza Melo Zambrano, y es un claro ejemplo que con perseverancia, sacrificio y disciplina es posible materializar los sueños en realidades.

Así es ella, una caleña que desde pequeña creyó en las oportunidades y que en algún momento la llamaron incrédula por querer conquistar el mundo con su talento.

Pues bien, desde sus primeros años, Maritza empezó a pulir el don con el que nació. Su afinidad por el ejercicio y las acrobacias la llevarían unos años después a lograr todo lo que se propondría.

Publicidad

“Yo vivía en un barrio popular de Cali, en Siloé, y mi madre no tenía dinero para pagar mi carrera. Mi hermano un día me llevó al Coliseo El Pueblo y allí conocí la Liga de Gimnasia, entré por un programa de niños talentosos”, recuerda la acróbata.

Maritza cuenta que nunca la ha tenido fácil, pues desde sus primeros años tuvo que verse enfrentada a la violencia y las drogas, pero le agradece a la vida, porque, gracias a su amor por el deporte y la disciplina, supo hacerle el quite a los obstáculos que se atravesarían en su camino.

Publicidad

Relata que la primera escuela a la que entró, luego de pasar por la Liga de Gimnasia, estaba ubicada en el sector de Menga, cerca de Yumbo, en la periferia de Cali.

En ese momento, dice la acróbata, escuchó de uno de sus compañeros una frase que le quedaría rondando en su cabeza durante el resto de sus días: “Puedes mejorar tu vida si sabes aprovechar tu talento”.

Recuerda que sus primeros pasos los dio con la Escuela Nacional Circo para Todos, con la que recorrió varias ciudades de Colombia, pero una lesión por poco acaba con los sueños de esta incansable mujer.

Publicidad

“En la escuela tuve la oportunidad de ser contactada por Delirio, ahí empecé a crecer y a perder el miedo al público, pues eran shows de alta calidad. Salimos a Europa con un excelente equipo y luego me fui a trabajar en cruceros por todo el mundo”, cuenta Maritza.

Poco a poco esta mujer, que hoy tiene 30 años, fue escalando y moldeando cada uno de sus sueños. Recuerda que después de haber estado recorriendo el planeta, regresó a su país a trabajar con Circolombia, donde gracias a su destacado talento siempre figuró entre las mejores, dice que llegó a Dubái y en ese momento empezó a ahorrar dinero para ayudar a su familia.  

Publicidad

“Pensaba en mi casa y en ayudar a mi madre. Con lo que ahorré me pagué un viaje para ir a estudiar más en París, en una escuela muy buena donde tienen muy buenos profesores, fui e hice una clase con un maestro ruso muy reconocido en la técnica de circo”, añade.

Los años que vendrían para Maritza serían la recompensa a todos los sacrificios que había hecho durante gran parte de su carrera, pues además de haber logrado el reconocimiento como una artista en escena con un don especial, sus aspiraciones iban más allá de lo esperado.

“Por ese tiempo, estuve en uno de los espectáculos más lindos del mundo, por dos años y medio viví en Macao, en donde me preparé para llegar a donde estoy ahora”, afirma.

Publicidad

Cuenta que las lesiones volvieron, esta vez fue uno de sus hombros que resultó afectado, situación que la hizo reflexionar sobre qué haría el día que ya no contara con la vitalidad y las fuerzas que en ese momento tenía. ¿De qué viviría?, se preguntaba.

“Fui a Montreal, en Canadá, donde estudié estructura de circo y obtuve mi diploma. Ahí me di cuenta que mi carrera como artista la quisiera continuar enseñando lo aprendido. Todo ese camino me ha dado conocimientos y paciencia”, dice Maritza.

Publicidad

Hoy vive feliz y plena con lo que hace, pues es una oportunidad que le dio la vida en el momento justo, la cual supo aprovechar, dice que haber llegado al Circo del Sol es un gran premio que se ganó con esfuerzo y disciplina.

Sin duda, un ejemplo para seguir. Como artista y ser humano, dice, todo se debe poner en una escena, sus días transcurren entre el deporte y la constante reinvención artística.

No duda un solo segundo en afirmar que el circo es lo mejor, pues en él ha aprendido a trabajar bien, a descansar lo necesario, decirle no a las drogas y demás "obstáculos que uno puede encontrar fácilmente en las calles de Colombia".

Publicidad

El mensaje que esta talentosa mujer le deja a los jóvenes es muy claro: “Siempre hay un modo, una oportunidad para sacar la vida adelante y no desperdiciarla. Nadie puede decidir por uno, los jóvenes son los dueños de su propia vida y deben saber aprovechar los talentos con los que nacieron”.                                      

 

Publicidad

  • Publicidad