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Un caleño es el embajador del bonsái en Colombia nombrado por el Gobierno chino

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Germán Arrellano creció en el mundo de la naturaleza y el cuidado de los árboles, ya que su madre ha sido bonsaísta por más de cuatro décadas. Aunque su título profesional señala que es Comunicador Social y Periodista, desde el 2003 decidió seguirle los pasos a su progenitora y dedicarse por completo al mismo arte. Hoy en día, el caleño, de 41 años, es embajador del bonsái en Colombia, nombramiento otorgado por el Gobierno de China en diciembre de 2014.

"Cuando terminé la carrera comencé a trabajar en noticieros de televisión de mi universidad, pero no me llenó del todo. Toda la vida había hecho bonsái y la verdad me di cuenta que tenía 'feeling' con eso. Entonces, tomé la decisión de volverme profesional en este arte", contó Arellano.

Como Colombia no tiene instituciones destinadas a la educación en el arte del bonsái, Germán optó por trasladarse a Norteamérica donde fue aceptado por Chase Rosai, destacado en este oficio, como su discípulo por cuatro meses.

"Cuando me devolví, la gente me empezó a pedir que les enseñara, yo le pedí permiso a mi maestro y de ahí para adelante me fui involucrando y empecé a salir del país. Definitivamente ese arte es muy poco conocido aquí en Colombia, entonces la única opción que me quedaba era viajar por todo el mundo", aseguró.

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El arte del bonsái nació hace más de dos mil años en China, aunque su nombre es de origen japonés y significa "árbol sembrado en bandeja plana". Consiste en cultivar y mantener árboles reales a través de diferentes técnicas como la poda del follaje y raíces, el trasplante y el entrenamiento de sus ramas con alambres y tensores para darle forma.

"Nosotros a través del bonsái rescatamos especies en vía de extinción. No hay nada que uno cuide más que a un árbol de bonsái. Hay que estarlo fertilizando, quitándole las hojitas secas, tenerlo muy consentido. Esa conexión es sumamente linda porque es volver a entender la naturaleza que nos ha dado todo", señala Arrellano, al agregar que tiene árboles de hasta 110 años.

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El caleño asegura este oficio crea mucha paz. Afirma que es un arte que necesita la gente para entender la naturaleza, los árboles, poder sentirlos, verlos cambiar y crecer. Para aprender del mismo se ha dedicado hacer talleres, ir a congresos y participar en diferentes eventos en otros países, trayendo los conocimientos a su ciudad natal.

En el año 2013, la junta directiva de la Federación Latinoamericana de Bonsái (Felab) extendió a seis bonsaístas de la región una invitación de China a la Convención Mundial de Bonsáis, celebrada cada cuatro años, para que por primera vez occidentales viajaran a este país a mostrar cómo viven y realizan su arte en esta parte del mundo.

"Escogieron a seis personas de Puerto Rico, Venezuela, Argentina, Brasil, Costa Rica y de Colombia, a mí. El trabajo particular de quienes asistimos por parte de Latinoamérica les llamó mucho la atención", sostuvo el colombiano.

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Tiempo después, Germán realizó una demostración en Puerto Rico, donde captó el interés del director de la Fundación de Artistas Unidos de China. Tres semanas después fue invitado nuevamente al país asiático junto a un amigo argentino, también bonsaísta.

"Pensamos que nos iban a llevar a trabajar en algo y la sorpresa fue que la invitación era para entregarnos un documento que nos nombraba embajadores de bonsái en nuestro país, hecho con el Gobierno chino, con la Alcaldía de Yuyao y con la Fundación de Artistas de China", manifestó Arellano.

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Señala el caleño que aunque ha tenido otros reconocimientos en Polonia, Eslovaquia, Brasil, Argentina y Puerto Rico, este nombramiento en China es el más valioso e implica la responsabilidad de seguir preparándose, compartir sus conocimientos y difundir el arte en su territorio.

Una de las iniciativas emprendidas por Germán Arellano para cumplir con su compromiso fue el proyecto llamado 'Bonsái por la Paz', el cual ha desarrollado en dos ocasiones. "La idea es que en los sitios donde han ocurrido hechos violentos, como el edificio Otero donde mataron a unas mujeres o donde ocurrió la tagedia de los diputados. La idea es quitar de la memoria el mal recuerdo, hacer un bonsái en vida y luego donarlo como un testimonio de paz para la ciudad", dijo.

Germán es propietario de la Casa del Bonsái, ubicada en el barrio los Cristales oeste de Cali y ha realizado algunas actividades en jardines infantiles, donde los pequeños han disfrutado de su arte. Para él sería excelente que este se inculcara desde los colegios.

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