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Agricultura intensiva vs. medio ambiente: biodiversidad en Casanare peligra por boom arrocero

Agricultura intensiva vs. medio ambiente: biodiversidad en Casanare peligra por boom arrocero

Defensores de la naturaleza advierten que abuso de químicos podría convertir a los Llanos Orientales en un extenso desierto. Fedearroz responde.
En Casanare se vive una fiebre por los cultivos de arroz, buen precio del grano en los últimos años llevó a que muchos invirtieran en este negocio.
Sin embargo, la llegada masiva de agricultores, muchos de ellos sin experiencia, ha generado alertas en autoridades ambientales y en los campesinos, pues denuncian que malas prácticas agrícolas pueden poner en riesgo la biodiversidad en la región.
¿Cuál es el panorama?
Desde muy temprano comienza la actividad, son cultivadores de arroz en los llanos del Casanare. Ese es el panorama que se ha vuelto común en municipios como Pore, Trinidad, San Luis de Palenque y Paz de Ariporo.
Esta región vive un boom arrocero. Según Dane, existen 161.000 hectáreas sembradas y una producción de más de 800 mil toneladas del grano. El problema es que el vertiginoso aumento del cultivo ya genera críticas por los efectos que causa al medio ambiente.
“En el llano se está haciendo un bombardeo al medio ambiente”, denuncia Carlos Betancur Amaya, secretario de Medio Ambiente de Trinidad, al hablar del abuso de químicos.  
En ese mismo sentido se pronuncian los campesinos del corregimiento de Caño Chiquito, advierten afectaciones en sus cultivos de pancoger por las fumigaciones aéreas.
El ganado también sufre:
“Baja esa agua revolcada. En estos momentos están sacando arroz y eso es solo un barro completo y el ganado va y toma… El perjudicado soy yo”, asegura el agricultor Jesús Augusto López.
Otro trabajador, esta vez en la reserva La Palmita, dice que deben convivir con los desechos químicos.
“Nos sentimos afectados porque con la fumigación se afectan animales y la disposición de las basuras porque en la parte de arriba también llegan desechos al caño”, denuncia Álvaro Tarquino.
En julio pasado, 300 patos murieron tras consumir un agroquímico en la zona.
“Muchos animales como estos mueren por cantidades y eso no es mentira. Muchos cultivadores pagan una persona o dos personas para que se dediquen a enterrarlos todos los días, para que borren las evidencias”, sostiene Ramiro Téllez, defensor ambiental. Añade que las aves son las más afectadas.
¿Un desierto a la vista?
Al tratar de encontrar razones, Carlos Betancur plantea que la irresponsabilidad se produce porque muchos cultivadores trabajan en tierras arrendadas y les importa poco las malas prácticas agrícolas.
Una investigación reciente de la Universidad Nacional en esta zona del Casanare reveló que impacto de los cultivos en los suelos es bastante preocupante.
“De seguirse con el uso intensivo de implementos y maquinarias agrícolas se puede producir una compactación y sellamiento del suelo que requeriría un proceso natural, inversión y tiempo para recuperarse”, explica el ingeniero David Alejandro Muñoz.
El pronóstico del secretario de Ambiente de Trinidad es desalentador: “es un suelo que se puede decir que Casanare va a ser el desierto más grande que tiene Colombia”.
Y es que no se pueden olvidar las imágenes de la sequía en 2014, que cobró la vida de por lo menos 20 mil animales. Llanuras inundables del Casanare son consideradas por expertos como un gigantesco humedal, un complejo ecosistema que debe ser protegido.
“Son absolutamente fundamentales para la producción de hábitat para peces, para aves migratorias, anfibios y muchos tipos de especies que requieren de este tipo de ecosistemas para su supervivencia”, señala Clarita Bustamante, investigadora del Instituto Humboldt.
Mientras Corporinoquia, autoridad ambiental de la región, responsabiliza a alcaldes por no ejercer controles al uso del suelo, Fedearroz trabaja en un programa llamado Amtec, que busca hacer sostenibles los cultivos con prácticas agrícolas responsables.
“Amtec lleva a una reducción del consumo de semilla hasta de un 50%, en consumo de plaguicidas de un 40%, fertilizantes 20 o 25%, y un tema muy importante en zonas de riesgo reducción del consumo de agua hasta de un 42%”, dice Rafael Hernández, gerente nacional de Fedearroz.
El sol cae sobre los Llanos Orientales y la vida se impone pese al conflicto entre agricultura intensiva y defensa del medio ambiente.
Al final un solo pedido de los casanareños al Gobierno, gremios y autoridades ambientales: encontrar una fórmula en que ambas posiciones convivan y así este pulmón de la Orinoquía no se ponga en riesgo.
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