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Coronavirus: el otro enemigo silencioso que acecha a las víctimas de Providencia

Un improvisado centro médico fue instalado en la alcaldía de la isla. Médicos están preocupados pues pacientes con COVID-19 han convivido con personas sanas.

COVID en Providencia  - 19 de noviembre.jpg

Providencia como se conocía ya no existe, el huracán Iota la borró del mapa. Él y su fuerza extrema -con más de 250 kilómetros por hora- arrasaron con todo.

No existe una sola estructura en la isla que no haya resultado afectada y las pocas que quedan en pie son inservibles.

Desaparecieron el hospital, la escuela, la alcaldía y los mercados.

“Tristeza, tristeza total y lamentablemente esto es otra cosa. Esto dicen que es un huracán, pero parece un tsunami”, señala Breyee Fernández, afectado de Providencia.

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El muelle es desolador. Allí donde se concentra la entrega de algunas ayudas, la gente espera saber algo de sus familiares, o buscan una lancha que los saque de allí. Que los saque de la desolación en la que quedó convertida la isla.

El hospital también quedó destruido. Por eso un puñado de médicos limpió e improvisó un centro asistencial transitorio en la alcaldía, que también quedó averiada.

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Allí atienden a los enfermos leves o a quienes tienen algún síntoma de COVID-19, los demás son enviados con urgencia a San Andrés. Los profesionales de salud trabajan como pueden.

“Con las uñas, aunque nos han llegado bastantes dotaciones de todas partes. Hemos recibido apoyo, hemos tratado de organizar un minicentro, donde podemos hacer la atención básica, y en la mañana hacemos estudio de campo”, dice la médica cirujana Juanita Salgado.

En medio de la catástrofe, también está el otro enemigo silencioso.

“Hemos tenido casos positivos de COVID-19en varios sectores del municipio, que cuando llegó el huracán compartieron albergue con pacientes sanos. Estamos preocupados por esa situación que se nos puede presentar en 10 días”, explica Maryuri Glija, coordinadora del centro de salud.

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En la isla queda poca gente ya. De sus 5.000 habitantes cientos han salido, casi que huyendo. Los que se quedan piden ayuda, piden que no sean olvidados.

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