Seis meses han pasado desde que Dana Manjarrés, una
Luego de ser sometida a cesárea, por el nacimiento prematuro del pequeño, Dana y su hijo fueron internadas en una UCI en Santa Marta. Doce días después, cuenta, ella logró recuperarse, pero el niño no; falleció por complicaciones médicas.
Su incertidumbre nació porque una tía del niño quiso abrir el féretro y no pudo percibir el cadáver en su interior. Además, porque ella nunca vio a su hijo, tampoco ninguno de sus familiares.
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También, porque hay, dice ella, irregularidades en los datos del nacimiento de su hijo y en una supuesta prueba de COVID-19 practicada al bebé el 15 de julio, fecha en la que ya estaba supuestamente sepultado.
Con todos esos elementos, Dana Manjarrés ha pedido claridad no solo a la clínica, también a la Súpersalud y a la Fiscalía.
De hecho, el 26 de enero una comisión adscrita a la Fiscalía llegó al cementerio San Jacinto de Gaira, en Santa Marta, para exhumar el cuerpo del bebé y poder esclarecer este hecho.
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Y aunque el ente no ha emitido un comunicado oficial, Dana dijo a los medios que en el ataúd solo encontraron pañales, sondas y jeringas y ningún resto óseo que pudiera indicar que allí estaba sepultado el niño.
“No sé lo que pasa, no entiendo nada. Mi corazón de madre me dice que mi bebé no ha muerto y yo solo quiero que se sepa la verdad para que termine esta pesadilla sin fin”, dijo Dana.
La clínica no ha respondido al llamado de