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Amor en los tiempos de la diversidad: esta es la primera pareja transgénero que se casa en Colombia

Andrés Santiago y María se encontraron en la vida después de que cada uno cambiara su identidad. Esta es su historia.

Contra todo vaticinio, venciendo distancias continentales, capoteando los azares del amor virtual así como las críticas ponzoñosas que no faltarán jamás, Andrés Santiago Zuluaga y María González se juraron envejecer juntos en una notaría de Bucaramanga, el 16 de enero pasado.

Son la primera pareja transgénero en casarse en Colombia.

“Fue algo muy sencillo. Nosotros no quisimos algo a lo grande. Simplemente la ceremonia en la notaría, los dos con traje. Ella con su vestido, yo con mi traje. No sabía que éramos el primer matrimonio transgénero, pero ya cuando nos enteramos dije ‘bueno, un ejemplo para que otras personas no se queden atrás y sigan adelante’”, explica Andrés Santiago.

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Tienen apenas 25 años, pero sus almas parecen más viejas. Es un cariño tranquilo, cada 28 días se aplican hormonas y, frente al espejo, cada vez más se parecen a lo que siempre quisieron ser.

En la intimidad de su hogar, ubicado en Sabana de Torres, en Santander, recibieron al equipo de Noticias Caracol para dejar una constancia: que el amor no tiene género.

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“A mí me pueden poner murallas, como quien dice, en mi camino, pero yo soy de las que pongo dinamita y dice ‘a tomar por culo la muralla, yo sigo adelante’”, explica María.

María antes fue Manuel. Nació en Tenerife, en España, y a los 19 años se puso por primera vez unos tacones. Nunca más se los quitó. Su esposo, Andrés Santiago, antes fue Johennis Andrea, pero muy pronto supo que detestaba el pelo largo, los juegos de muñecas y los vestidos.

Se empeñó en ponerse pantalones y camisas, se encintó el pecho cada día para disimular los senos y comenzó a mirar mujeres sin pena.

“Yo comencé con mi cambio y a vestirme más masculino y el cabello corto, pero mi voz me delataba”, relata.

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Después de varios portazos, su EPS por fin autorizó las hormonas y la mastectomía. Cuando le contó a su mamá que no había vuelta atrás a ella casi le da un soponcio.

Le fue menos mal que a su exmarido, que se preinfartó. Como buena santandereana, Zaira Jurado habla sin rodeos y así recuerda la operación de su hijo: 

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“Eso fue un despelote, como se dice. Andrés Santiago, Joenis Andrea, no sé qué, las dos etiquetas en la misma habitación, que la droga para Andrés Santiago, que la droga para Joenis Andrea, yo me reía. Yo decía: no doctor, es que es la misma persona”.

De allí salió con la voz más gruesa y estampa masculina.

“No solamente la voz, cuando empecé a verle vello en las piernas y las caderas anchas y los hombros y dije ahora sí como que tengo el chino que no tuve”, añade.

Andrés Santiago se liberó de una buena vez y fue en ese proceso de sacudirse las cadenas cuando la vio por Facebook y se animó a decirle preciosa, fue en julio del año pasado.

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María no tardó en contestar y la fascinación trascendió al otro lado del Atlántico. A contracorriente del desfase horario se volvieron cómplices.

Lo siguiente fue conocerse, pero ya entonces estaban enamorados.

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“Hasta que un día le di la sorpresa de que me compré los tiquetes para venirme para acá”, cuenta María.

Andrés la recibió en El Dorado con rosas, carteles y peluches. Pronto se percató de su altura, pero no le vio mayor problema a empinarse de cuando en cuando para besarla. Nunca más volvieron a separarse.

Organizaron una boda exprés en enero pasado en la capital santandereana y el director jurídico de la notaría segunda de Bucaramanga, Manuel Rodríguez, atestiguó los alcances de ese amor diverso.

“Entendemos hoy que se trata de la primera unión de personas transgénero y sin saberlo en ese momento se le dio la importancia, la trascendencia, el reconocimiento, la altura que toda unión de personas, indistintamente del sexo que tengan, merece (...) Se trata de no ponerle tanto misterio a este tipo de situaciones”, explica Rodríguez.

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Doña Zaira, la mamá católica, apostólica y romana, dice que tener un hijo trans le enseñó a derrumbar sus propios mitos.

“¿Que es trans? No me importa. Que sea mil veces trans, pero es mi hijo y lo amo”, dice con firmeza.

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Los acompañamos al río y allí, tomados de las manos y tumbados en la arena con el agua corriendo como telón de fondo, responden qué se puede aprender de ellos, el primer matrimonio transgénero en Colombia.

María toma impulso para responder:

“En el amor no hay géneros ni edades, el amor es libre”.

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