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Belisario Betancur: el niño que leía a Homero y a Cervantes a los cinco años

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El antioqueño no solo fue un destacado político, su aporte a la cultura y el arte fue tan notable que muchos lo consideran un mecenas.

El espíritu promotor de este hijo de Amagá tocó innumerables campos del arte.

Cuando se habla de cultura en Colombia es imposible descartar la figura de Belisario Betancur, un amante de los libros, de los documentos raros, de los objetos insólitos, conocedor de la música clásica, la historia patria y de las artes plásticas.

En entrevistas siempre destacaba lo que representaron para él las lecturas de Homero, Cervantes y Shakespeare cuando apenas tenía cinco años y asistía a la escuela. Había aprendido a leer y a escribir bajo la luz de un candil y las instrucciones de arrieros medio analfabetos. Esto ocurrió en el pueblo de Amagá, ubicado a 40 minutos de Medellín, en el Suroeste antioqueño, por allá en 1930.

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A partir de allí no se detuvo. Obtuvo becas y terminó su bachillerato en 1941 en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. En el 2006 Belisario entregaría a esa institución su amor más preciado: la biblioteca personal en la que contenía libros y documentos que recolectó a lo largo de 65 años en sus viajes por el mundo.

Conforme escalaba en el ámbito político, se empapó de las corrientes culturales y fue así como promovió desde casas de cultura y galerías de arte, hasta publicaciones literarias.

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Varias generaciones de poetas han contado con su apoyo, sobre todo aquellas que pasaron por el movimiento Piedra y Cielo, con su auge en los años 40, y la Revista Mito (1955 y 1962). Fue así como entabló amistad con Eduardo Carranza, Álvaro Mutis, Jorge Gaitán Durán, León de Greiff y Eduardo Cote Lamus, entre muchos otros.

No faltaron las diferencias ideológicas pero siempre prosperó su gusto común por la vanguardia literaria.

Entre las muchas anécdotas que se conocen, Belisario contó que, en ocasiones, Gabriel García Márquez lo llegó a telefonear para consultarle hechos históricos para no cometer anacronismos en sus novelas.

A esto se suma que, como uno de los fundadores de Tercer Mundo Editores, divulgó estudios y ensayos de grandes intelectuales nacionales.

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Por ello muchos hablan con orgullo que Belisario Betancur, en parte, promovió una gran variedad de artistas como los pintores Fernando Botero y Alejandro Obregón. Incluso en noviembre del 2008, Belisario apoyó la creación del Centro Cultural Casa Grau, ubicado al norte de Bogotá, en homenaje al pintor Enrique Grau.

En la escultura, el expresidente estuvo atento a los movimientos de Eduardo Ramírez Villamizar, cuya obra giró en torno a la geometría, y de Edgar Negret, quien también constituyó su obra más madura dentro de lo abstracto.

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En 1986, al dejar la Presidencia, luego de haber trasegado por ministerios y altos cargos gubernamentales, su interés se centró en su totalidad en la cultura y la educación.

Tres años atrás había recibido ya el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, con motivo del compromiso de toda su vida con los valores permanentes del espíritu y de la cultura.

Luego se convirtió en miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes, de la Academia Colombiana de la Lengua y la Academia Colombiana de Historia. En febrero de 2011, fue nombrado miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.

Hoy es recordado como un hombre que creó memoria, como alguien que siempre le apostó al arte y la cultura como aquella segunda piel que todos deberían llevar.

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