Advertisement

Advertisement

Advertisement

Advertisement

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Advertisement

"Cómo conocí al doctor Gaitán"

En la Clínica central, Pedro Eliseo Cruz había agotado todos sus esfuerzos de amigo y de médico para salvar la vida de Gaitán. Archivo El Espectador
En la Clínica central, Pedro Eliseo Cruz había agotado todos sus esfuerzos de amigo y de médico para salvar la vida de Gaitán. Archivo El Espectador

Dentro de la extraordinaria conmoción que produjo en los distintos sectores ciudadanos el sacrificio de Jorge Eliécer Gaitán, fue sin duda alguna el profesor Pedro Eliseo Cruz una de las personas en quienes se hizo patente, con mayor fuerza, ese sentimiento por razón de la estrecha amistad que los unió-remontada a la época en que el jefe liberal hizo su primera aparición en el ágora férvida -hasta el instante fatal de su muerte contra la cual opuso inútilmente y en desesperada y desigual batalla.
Cuántos recursos y conocimientos estuvieran a su alcance en aquellos trágicos momentos, predecesores de la dantesca hecatombe que asoló a la República y la colocó al borde mismo de la contienda civil y del derrumbamiento total de sus instituciones.
A continuación, algunos apartados de la entrevista realizada por el periodista de El Espectador al profesor Pedro Eliseo Cruz, amigo del caudillo y cofundador del gaitanismo, en la que cuenta algunos episodios anecdóticos de la extraordinaria y admirable vida de Gaitán.
Tribuno de multitudes
"Es uno de los recuerdos que permanecen más frescos y claros en mi imaginación", dijo el profesor Cruz al referirse al primer conocimiento personal que tuvo de Gaitán.-Fue por allá en el año de 1916. La República conmemoraba el primer centenario de los mártires de nuestra independencia, y en el parque de su nombre, denominado antes ‘Huerta de Jaime', se les rendía un homenaje con asistencia de todos los colegios, entre los cuales se encontraba el Mayor de Nuestra Señora del Rosario, del que yo era alumno.
Finalizando los actos programados, el público iba a retirarse, cuando subió a la tribuna, levantada frente al grande obelisco, un joven moreno, casi un niño, vestido a la usanza de ese entonces, con vestido ceñido, de trabilla atrás, corbata de lazo y sombrero alón, que con voz emocionada y vibrante, todo tembloroso, recitó una poesía entre la sorprendida atención del auditorio: era Jorge Eliécer Gaitán. Desde entonces, le perdí de vista hasta sus destacadas actuaciones en la Zona Bananera.
Su iniciación en el gaitanismo
Cuando el movimiento gaitanista adquirió su madurez, cuando los jefes y gentes del liberalismo creyeron oportuno y conveniente rodear a Gaitán, fue tema de controversia y motivo de recelo para algunos de los antiguos la actuación de los nuevos y, desde ese entonces, surgió la discriminación de clases y comenzó a distinguírselas bajo la denominación alfabética.
Pedro Eliseo Cruz fue uno de los primeros que figuraron en los cuadros directivos del gaitanismo, cuando este inició su movimiento con el eslogan de "por la restauración moral y democrática de la república".
¿Cuáles son las causas de esta adhesión? El profesor Cruz las relata de la siguiente manera:
"Fue en 1943 cuando empecé a acompañar a Gaitán en su movimiento político. ¿Las causas? No fue por simple amistad. Me entusiasmaban los principios de renovación política y administrativa expuestos por él. La búsqueda de una mayor justicia social y de una mejor atención para los desheredados de la suerte.
No sé si la influencia de los estudios médicos, tal vez un sentido de vinculación espiritual con los menos favorecidos por la fortuna, fueron las principales causas de mi acercamiento político hacia Gaitán y fueron también factor decisivo para que un individuo tan desconectado de la política como yo, tomara parte decidida en las campañas del gaitanismo.
Tenía además el concepto de que Gaitán habría de ser un magnífico administrador, de lo cual dio muestras en su efímero paso por la alcaldía de Bogotá y en la forma como acogió durante su permanencia en el ministerio de trabajo, higiene y previsión social, la tesis que significaban un impulso para la higiene nacional".
El primer comando y los temas de las visitas
"El gaitanismo fue un movimiento que partió del puro idealismo y al que se trató con menosprecio, con la silenciosa indiferencia de los grandes diarios. Su primera incipiente directiva, estaba formada por los doctores Luis Eduardo Gacharná, Jorge Bejarano, Julio Ortiz Márquez, Fernando Anzola y Pedro Eliseo Cruz.
¿Sus masas? Un grupo reducido. Era la época en que las señoras en visita decían, refiriéndose a cualquiera de quienes hacíamos parte del movimiento, ‘usted, una persona tan simpática, que ha hecho una carrera tan bonita, que es una persona tan decente, ¿y gaitanista?'
A pesar de todo ello, el movimiento creció, salió un periódico "Jornada", financiado por todos y se iniciaron las giras políticas por todo el país, financiadas por quienes hacían parte de ellas; cada uno pagaba sus gastos.
Era una campaña heroica, realizada a base de mística, procurando para ello, renovar el milagro de "la multiplicación de los panes" contra el tremendo vacío de todos los órganos de publicidad; contra el concepto de todos los sectores importantes de lo que entonces comenzó a llamarse la ‘oligarquía'; contra el querer mismo del Gobierno y de todos los prestigios sociales".
Gaitán y la adhesión del cuerpo médico
Después de las incidencias conocidas de todos llegaron las elecciones presidenciales. En los días anteriores, cada uno de los dos candidatos del Partido Liberal contaba con tener a su favor los efectivos electores.
Se sucedieron banquetes en el Hotel Granada, a los cuales concurrieron muchos de lo más florido de las oligarquías políticas y sociales. El cuerpo médico fue excepcionalmente adicto a la candidatura de Gaitán.
No obstante, las dificultades que para su realización opusieron las esferas oficiales que conminaron a los posibles concurrentes médicos con penas de destitución de sus cargos en los puestos públicos que ocupaban y así, con la amenaza de invalidez de su título de profesor de la Universidad Nacional que, no había sido obtenido por simple nombramiento, sino en virtud de rigurosos concursos ganados en cada una de las etapas del escalafón del profesorado.
Así me correspondió expresárselo al ministro de Educación en el seno del consejo directivo de la universidad, advirtiéndole que no solamente concurriría al banquete sino que sería también quien pronunciaría el discurso de ofrecimiento.
Los últimos proyectos de Gaitán
"El 9 de Abril. Gaitán en plena euforia, en el mejor de los humores. Había llegado yo a su oficina a concertar una cita con don Edmundo Gutiérrez, quien se mostraba muy interesado en ratificarle la invitación que le había hecho el general Perón para viajar a Argentina donde había sido declarado huésped de honor.
Me manifestó Gaitán la dificultad de realizar tal viaje por el momento por carencia de tiempo y ante mi insistencia sobre las ventajas que para él tendría este viaje para el cual solamente había de disponer del corto plazo de quince días me dijo: -es que yo, de realizarlo, lo haría viajando en barco, como verdadero viaje de placer, no en avión, que deja la sensación de que solamente es agradable en el momento en que al bajar de él pisamos tierra.
Curiosa frase en una persona como él, que siempre viajaba por la ruta aérea, haciendo permanentemente gala de la mayor despreocupación.
El atentado y la muerte de Gaitán
"Cruz a quien como médico le correspondió librar verdadera y desesperada como inútil lucha con la muerte en defensa de la vida de Gaitán estuvo al lado del cadáver hasta las siete de la mañana del día siguiente, olvidado de su propia suerte y de la de sus parientes. Días después, expidió una certificación, fechada el 28 abril de 1948, que dice:
"Yo Pedro Eliseo Cruz, varón, mayor de edad, vecino de este municipio, con cédula expedida en Bogotá, bajo la gravedad de juramento, certificó: el nueve de abril hacia las 12:30 pm me dirigí a la oficina de Gaitán para felicitarlo por su última actuación profesional. Al entrar al edificio Agustín Nieto, observé, coincidencialmente, en la puerta la presencia de un individuo de baja estatura, aguileño y de aspecto insignificante. Se hallaba de pies, recargado contra la parte sur del vano de la puerta, en actitud indiferente.
Llegando a la oficina de Gaitán esperé en la antesala (...) sucesivamente entraron a la oficina y tomaron parte en la conversación los señores Alejandro Vallejo, Jorge Padilla, Francisco Gaitán Pardo y Plinio Mendoza Neira, quien nos hizo una cordial invitación a almorzar (...) llegados a la planta baja, fuimos saliendo hacia la calle por un estrecho corredor.
Gaitán y Mendoza Neira, quien lo tomó del brazo derecho, salieron adelante. Durante el recorrido del corredor pude darme cuenta de que el individuo que había visto al entrar se encontraba aún en el mismo sitio, cuando Gaitán y Mendoza dieron sus primeros pasos a la calle, en dirección al norte, el individuo en cuestión, dirigiéndose rápidamente hacia el bastión norte de la parte de la calle, parado en el umbral, adelantó el brazo derecho e hizo tres disparos consecutivos y muy rápidos, cuya detonación oí perfectamente.
Me faltaban tres pasos para llegar a la puerta y vi claramente la cara y el cuerpo del atacante y los movimientos de su brazo derecho. Me abalancé sobre el agresor, pero éste salió al andén. Cuando pisé el umbral, el hombre estaba a unos dos pasos de él, con la espalda vuelta al noroeste y el brazo derecho extendido hacia adelante, haciendo un nuevo disparo sobre un cuerpo humano que yacía de espaldas en el suelo.
(..) Un agente de la policía lo agarro por la espalda. En decúbito dorsal, con una pierna extendida y la otra encogida en flexión, los pies hacia el sur y la cabeza, de la cual emanaba sangre en abundancia, hacia el norte, estaba Gaitán. Me arrodillé junto a él por su costado derecho, le revisé la cabeza y pude ver una herida. Mucha gente rodeaba al herido. Varias voces gritaban pidiendo un taxi. La confusión era indescriptible.
Las manos de Gaitán se enfriaban rápidamente. Alguien me preguntó por su estado y yo le respondí: "está perdido". Numerosas personas levantaron al herido o lo colocaron en un taxi que se llenó de gente. Yo a duras penas obtuve cabida en el segundo. Ambos vehículos se dirigieron a la clínica central. No recuerdo cuál fue la actuación individual de las personas que acompañaban a Gaitán.
Reproducción El Espectador, 9 de abril de 1948
Para ver más en la versión de iPad de El Espectador,haga clic aquí

  • Advertisement