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“De ahí saco el sustento”: la encrucijada de campesinos que cultivan coca en Colombia

Afirman que sí quieren erradicar los cultivos ilícitos, pero no a las malas, sino con garantías del gobierno. Su realidad no es a blanco y negro.

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Esta es la mirada social de los campesinos colombianos que se dedican al cultivo de la mata de coca. Son comunidades de raspachines -así les dicen- y su economía diaria la obtienen de la hoja.

"Esta mata llegó a nuestra familia aproximadamente en el 90, cuando mi padre la cultivaba y es la única herencia, de una manera u otra, porque ni siquiera con ella se ha podido llegar a un estudio profesional, que no recibí”, dice Bibiana Santamaría, lideresa campesina en la vereda El Totumito, Norte de Santander.

Su testimonio evidencia que el problema de los cultivos ilícitos es más complejo que la disyuntiva sobre erradicar o no.

"La cogemos, la raspamos y recolectamos las hojas. De ahí puedo llevar el sustento a nuestros hijos y familia, ya que esta vereda ni siquiera tiene electrificación. Somos personas que no nos tiene en cuenta el gobierno”, afirma Bibiana.

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En medio de ese olvido, se convirtieron en la base social de la pirámide del negocio del narcotráfico. Sus tierras son campos de batalla, viven entre el fuego cruzado de grupos armados y las Fuerzas Militares.

Los campesinos sostienen que el gobierno les incumplió en los planes de sustitución y no les quedó otra que continuar con la coca.

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“Hemos sido azotados por la violencia, hemos vivido masacres, hemos tenido que salir de acá con nuestras familias sin sacar ningún sustento de vida y tuvimos que retornar a esta misma vida porque no tenemos unas garantías del gobierno, porque no tenemos cómo sobrevivir de otra manera”, relata la lideresa.

Y es que líderes campesinos dicen haberlo intentado todo para sustituir los cultivos ilícitos tras la firma del acuerdo de paz con las FARC, pero señalan que no encontraron cupo o los dejaron a mitad de camino.

“Acá en el municipio de Tibú hay muchas familias que quieren hacer el procedimiento de la sustitución, pero con garantías”, apunta César Ruiz, representantes de Asojuntas, Ascamcat y Cocam en Tibú.

Entre sus grandes temores está la intensificación de la erradicación a la fuerza y la fumigación aérea con glifosato. “Trae desplazamiento y más violencia”, agrega Ruiz.

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Por eso viven en una encrucijada y tiene claro algo: seguirán cultivando coca hasta que tengan una forma alterna para sobrevivir.

En todas las regiones de cocales en el país, las comunidades piden un alto a la erradicación forzada y una apertura al diálogo en sus regiones bajo la mirada de organismos internacionales. Recalcan: sí a la sustitución, pero con garantías.

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En contexto: Tribunal ordenó suspender labores de erradicación forzada de coca en 3 municipios del Cauca

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