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“El guardia escupía mi comida”: Íngrid Betancourt habla de su secuestro ante la JEP

En el que calificó como el relato de su “descenso al infierno”, reveló detalles de lo que padeció en los casi siete años que pasó en poder de las FARC.

Sobre la comida que les daban, Íngrid Betancourt contó que a veces la servían “podrida, llena de moscas y de gusanos”.

Sostuvo que otras veces, mientras esperaba su ración de la mañana, el guardia botaba el alimento al piso y decía: “ya no queda nada”.

“En esos 6 años, 4 meses y 9 días de cautiverio la comida siempre era arroz. Cuando teníamos suerte nos daban lenteja y pasta”, agregó.

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La exsecuestrada, que habló del dolor que soportó en cautiverio al enterarse de la muerte de su papá, dijo además que los guerrilleros de las FARC les prohibían tender la ropa al sol y a veces les decían: “‘¡vamos a la libertad!’ para que camináramos más rápido en una marcha”.

“Sin agua, muertos de sed, encadenados como esclavos en barcos de muerte”, así los transportaban. Betancourt relató que la obligaban a hacer sus necesidades frente a sus compañeros, incluso, encima de ellos.

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"A mí me daban menos rollo de papel que a mis compañeros hombres. Por esa razón terminaba cortando la ropa que me daban y usaba un pedazo", contó también ante los magistrados de la JEP en una videoconferencia desde París.

Cuando llevaban elementos de aseo para sus víctimas, los guardias de las FARC le decían: “para usted no hay toallas higiénicas, vea cómo se las arregla”.

Cuando les daban la opción de bañarse, explicó, la llevaban a charcos de lodo o “me sacaban a las seis de la tarde, cuando cunden los mosquitos”.

Sobre el video que Colombia conoció durante su cautiverio, dijo que la grabaron poco después de que se recuperara de una enfermedad que trató uno de sus compañeros, William Pérez, después de días de súplicas por parte de ella y otros secuestrados.

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Según Íngrid, los jefes guerrilleros de las FARC premiaban con ascensos a quienes maltrataban a las mujeres secuestradas y “esto el secretariado lo sabía”.

En uno de los intentos de fuga, los subversivos “me hicieron arrodillar, me pegaron y dispararon como si me fueran a ejecutar”.

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La exsecuestrada recalcó que la reparación debe ser para las familias de los soldados que murieron buscándola.

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