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En Muzo muchos tienen una segunda oportunidad gracias a la minería responsable

Minería Texas Colombia, con su fundación, les ha dado a muchos guaqueros una vejez digna y apoya a mujeres microempresarias, entre otras labores sociales.

Los habitantes del occidente boyacense se sienten marginados por el Estado colombiano. La falta de inversión social ha sido una constante y las regalías que produce la esmeralda, hasta ahora, no se veían reflejadas en su gente. Sin embargo, esta situación empieza a cambiar con la llegada de inversionistas a la zona.

“Yo chuzaba y chuzaba y ahí saqué una de 150 quilates”. Treinta años después, Luis Alejandro Mojica recuerda el día en que se ‘enguacó’ buscando esmeraldas en Muzo.

“Esa valió cuarenta millones y el chisperito cinco, me hice cuarenta y cinco millones ese día”, dice.

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Pero, así como llegó su golpe de suerte, así mismo su tesoro naufragó en ríos de licor.

“Claro en ese tiempo era plata y traían tres cargas de cerveza y eso uno decía: ‘descárguemela aquí’ y la gente tome cerveza y después uno cae en cuenta, pero ya es muy tarde”.

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La historia de Luis Alejandro es la historia de muchos hombres que entregaron su vida a la guaquería. Allí dejaron sus mejores años esperando un golpe de suerte, pero la vida se los llevó por delante.

María Luisa Durrance lidera la fundación Muzo, un instrumento de inversión social de Minería Texas Colombia, MTC, empresa que llegó a la zona para explotar las minas de esmeralda.

El caso de los abuelos es uno de los temas que más estrategias de impacto social requiere, dice la antropóloga.

“Identificamos que había un problema de seguridad alimentaria, ellos se la pasaban en la quebrada haciendo su actividad de minería, que hace parte de su historia, y consideramos que era nuestro deber buscar una solución”, dice María Luisa.

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En el Mirador de los abuelos, un comedor comunitario donde brindan gratuitamente alrededor de 300 almuerzos diarios, los beneficiarios son veteranos que vieron pasar la riqueza y la dilapidaron o simplemente se quedaron esperando su momento.

“Por ellos es que la gente está medio gordita, porque la gente a veces pasa todo el día con el alimento que les dan aquí”, dice Luis Alejandro Mojica, uno de los mineros.

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Enrique Calle o ‘el Pibe’, como todos lo conocen, es un costeño andariego que buscó fortuna en las minas de oro en Segovia, Antioquia, luego en Brasil, Ecuador y finalmente llegó a Muzo en 1983.

“¿Cómo era esto hace 35 años? Esto era bueno, en ese tiempo se cambiaba, se veía la esmeralda, se veía plata”, afirma.

¿Qué le quedó de esos años?  “No me quedó nada”, reconoce.

‘El pibe’ es afortunado. En medio del Galpón, otro de los proyectos de la Fundación Muzo dedicado a impactar positivamente la vida de los viejitos, confiesa que este es su hogar y que este viaje no tiene retorno.

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“Armamos el grupo del galpón comunitario, tenemos una huerta, tenemos a los adultos en danza, manualidades, deporte, en temas que no solo mejoran su calidad de vida y su estado anímico sino que también estamos buscando una alternativa de ingreso para ellos”, explica la directora de la fundación.

Otro abuelo rescatado fue Pedro Angarita, ‘Chivitas’, quien durante 26 años fue el cocinero de Víctor Carranza. En el antiguo helipuerto de la mina, Puerto Arturo, donde tantas veces aterrizó el llamado zar de las esmeraldas, habla de su situación.

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“Yo tengo el sueldo de un obrero y el sueldo de un obrero aquí en la empresa es muy bueno. Eso uno no se lo gana en ningún lado”, dice.

‘Chivitas’, que ha visto pasar la historia de la explotación de esmeraldas, dice que la llegada de los inversionistas extranjeros les cambió la vida a cientos de guaqueros.

“Ellos están educando mucho a la gente. En los colegios los niños ya no aguantan hambre, van bien desayunaditos, con su buena ropita. Anteriormente iban con los zapatos rotos porque la plata de las esmeraldas la invertían en otras cosas. Ellos están dando empleo, son doscientas mujeres las que trabajan ahí”, dice Pedro.

Se refiere a mujeres como Luz María y Andrea, dos valientes emprendedoras de Muzo que no dudaron en aprovechar el capital semilla que les dio la empresa para montar confecciones Monalisa, el lugar donde se hacen las dotaciones de los mineros.

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“La mentalidad de la guaquería la dejé atrás, entonces dije me voy a poner a trabajar, voy echar para adelante”, dice Luz María.

La microempresa genera 15 empleos en su mayoría madres cabeza de familia. "Ayudar a otras mujeres es la esencia del negocio", dice Andrea.

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“Hay unas máquinas que hacen el trabajo de tres personas, nosotras no quisimos comprar esa maquinaria para no quitarle el trabajo a dos o tres personas que pueden hacerlo. Si compramos una empretinadora le estaríamos quitando el trabajo a tres personas”, dice la microempresaria.

En Muzo todos coinciden en que ya no se ve tanta plata como antes pero hay empleos estables, el grupo de empresas de minerías Texas Colombia genera casi 1.200 empleos directos y 5.000 indirectos.

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