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Jhon Rueda, el conductor de Uber con los pies al volante

Después de enviar más de 5.000 hojas de vida en búsqueda de una oportunidad laboral en Bogotá, Jhon Rueda decidió “tomar por el volante” su situación y convertirse en conductor de Uber.

La historia de Jhon Rueda es un ejemplo de que el que quiere puede. El hombre, quien nació con una malformación congénita que inhibió el crecimiento de sus brazos, logró superar las barreras de la falta de oportunidades latente en Colombia. Su historia como conductor de Uber ha inspirado a muchos.

Cuando su madre lo tenía en el vientre, contrajo viruela, lo cual le afectó el crecimiento de los brazos. Aunque esta infección es altamente contagiosa y está casi que erradicada en su totalidad a nivel mundial, las mujeres gestantes que la poseen pueden desarrollar complicaciones como neumonía, infecciones en el cerebro y en los órganos internos, lo que podría poner en peligro tanto su vida como la del feto, que puede adquirir malformaciones y problemas de salud.

“Me ha tocado con las uñas, prácticamente”, expresa desde su carro, el cual es su sustento principal. Comenta que desde pequeño los otros hacían comentarios denigrantes frente a su condición, llegándole a decir que era un “pobre mochito” y que su discapacidad física se había dado porque lo habían jalado muy duro durante el parto.

A pesar de las burlas, Jhon Rueda nunca dejó de luchar por lo que quería. Logró conseguir su título profesional como ingeniero de sistemas, pero nunca pudo ejercer, porque en ninguna empresa le dieron la oportunidad de mostrar sus habilidades laborales en el área.

“En mi vida he repartido más de 5.000 hojas de vida en Bogotá, pero en ninguna me llamaron”, confiesa un poco decepcionado ante la falta de oportunidades en el país.

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Cuando surgió su deseo de aprender a manejar carro, le pidió a uno de sus amigos que le enseñara, sin embargo, este le comentó que no era posible, debido a que necesitaba “las dos manos, los dos pies y la cabeza bien puesta” para poder hacerlo. A pesar de la negativa, la idea seguía rondando por su cabeza, especialmente porque recordaba haber visto alguna vez a otra persona sin brazos conduciendo un automóvil.

Expresa que un conocido se animó a aceptar el reto de instruirlo en el camino de la conducción y tan solo en 20 días ya sabía manejar carro mecánico y automático. Con esta nueva habilidad que había adquirido, decidió presentarse a Uber como conductor y, como tenía el pase y los papeles al día, la plataforma le abrió las puertas para que comenzara a trabajar.

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Cinco años después, su carro automático, en el que solo tiene que correr la silla del piloto un poco hacia atrás y alzar el pie al volante, le ha dado una vida laboral. Dice que, cuando las personas ven quien es el conductor que tomó el servicio, demuestran admiración y, una vez se sienten cómodos en el viaje, comienzan a hacerle preguntas sobre su oficio.

Su jornada va desde las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Como en los trabajos de oficina, Jhon tiene sus tiempos de desayuno y almuerzo, pero hace pausas activas para mantener su salud.

“Yo también pinto desde los cuatro años”, cuenta orgulloso su pasión, la cual ha perfeccionado a partir del tiempo. Mediante su talento, se integró a una asociación de pintores con la boca y el pie presente a nivel internacional. Con ellos ha logrado participar de diferentes exposiciones en muchos países.

“La gente en condición de discapacidad tiene muchos valores, muchas fuerzas para seguir adelante, demostrar que sí pueden hacer algo”, concluye Rueda.

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