La generación del COVID: el mundo de los niños paró y ahora el reto es recuperar el tiempo perdido

“Mi sueño es ser un futbolista y ya quiero que pase todo esto para estar en presencialidad con todos mis amigos y profesores”, dice Juan José Marín, de Villamaría, Caldas. Tiene 12 años, cursa 6 grado y hace parte de una nueva generación, la generación del COVID.

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En Colombia, por cuenta del COVID-19, nueve millones y medio de menores fueron enviados a sus casas, los colegios cerraron las puertas y les prohibimos todo: salir a la calle, jugar con los amigos y hasta abrazar a sus abuelos, pensando que eran vectores de transmisión, sin medir las consecuencias.

“Hola mi nombre es Valentina Polo, soy estudiante y estoy a punto de terminar el colegio. Me parece bien que dieran inicio a la apertura de universidades y colegios, ya que vemos estadios y discotecas, abiertos y estamos viendo que el inicio del futuro está cerrado”, dice la estudiante de Luruaco, Atlántico.

Es una crítica contundente la que hace Valentina, pues mientras unos sectores de la economía están totalmente abiertos el educativo va perdiendo el año.

A estas alturas todavía hay niños estudiando en casa, algunas niñas terminaron cuidando a sus hermanos o en labores domésticas, otros dejaron los estudios, otros con problemas de nutrición, y ni hablar del acceso a internet principalmente en zonas rurales.

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“El estudiante más inteligente no es el que este ocupando los primeros puestos. El estudiante que está ocupando los primeros puestos es el que envía las guías, aunque las haya sacado de internet. Ese es el que se está dando por inteligente, aunque no esté sabiendo nada”, dice Valentina.

¿Qué aprendió la generación del COVID?

“Aprendí a valorar mi familia porque uno piensa que se va a morir algún ser querido, entonces uno queda mal porque no lo vuelve a ver”. Lo que más miedo me dio “fue perder a mi mamá”, dice Juan José.

“La pandemia se divide en malo y bueno. La mala, las muertes, (pero) por otra parte, familias unidas, animales saliendo a las calles, animales extintos saliendo a la calle”, enfatiza Valentina.

Miedo. Ese fue el sentimiento que marcó a toda una generación en tiempos de pandemia, además de tristeza, aburrimiento y preocupación. Ahora que se abren las puertas de los colegios su mayor temor, según un estudio de la Fundación Barco, es a contagiarse, pero volver a ver a sus profesores, amigos y sentir que van a aprender más, los motiva a dar el paso.

Ellos se adaptaron rápidamente a las dificultades, nos enseñaron a vivir en el encierro y quedó una gran deuda pendiente con ellos: ya es hora de planificar el regreso completo a clase, de ver qué pasó con los que abandonaron sus estudios y de recuperar el tiempo perdido.