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“La sociedad no quiere a las FARC y con razón”: Humberto de la Calle

“La sociedad no quiere a las FARC y con razón”: Humberto de la Calle

Dijo que le preocupa su lenguaje, que cae en la provocación, y descartó cualquier alianza con ellos. Criticó la indiferencia de algunos sectores frente a la paz. 
¿Usted se lanza a la campaña presidencial para defender el proceso de paz?
Sí. Me parece que la pregunta es pertinente y comienzo por una frase: yo no soy el candidato de las FARC, eso es parte de la propaganda política. Entre otras cosas, a las FARC les dije: ni ustedes tienen que cambiar de ideología ni nosotros nos vamos a dejar convencer de ustedes. Ahí no hubo ninguna desviación ideológica. Dejen las armas y hagan política, con garantías y dando garantías, sin usar la violencia, sin atacar la gente.
Yo tengo que responderles a los colombianos por lo que se hizo y una forma de dar la cara es estar en la discusión política rindiendo cuentas; también explicando y defendiendo lo que se hizo.
¿Cómo ve usted lo que está pasando en Colombia en el campo social y del orden público, y de lo firmado con las FARC?
Yo lo veo de manera preocupante. Nunca pensamos que esto era ‘el fin de una guerra y Alicia en el país de las Maravillas al otro día’, siempre supimos que este iba a ser un camino difícil con reveses, con accidentes, y de hecho eso es lo que ha ocurrido. Hay cosas que sí son nuevas, dijéramos, uno no contaba con que la mayoría en el Congreso se hubiera debilitado para la implementación jurídica. Y luego los temas prácticos de las zonas de normalización, etcétera, donde ha habido tal vez demasiada confusión.
Yo creo que hay mucha hojarasca, mucha discusión; yo espero que los hechos sean más elocuentes que las palabras porque de todos modos todos los días tenemos una noticia sólida buena, en medio de toda esta discusión. Luego, ya hacia el futuro, que creo que este es el camino que hay que preservar, y ojalá lográramos terminar el ciclo con las negociaciones con el ELN, pero yo ¿realmente qué es lo que veo? La estrella polar, hacia dónde va el horizonte… creo que lo dijo mejor el papa Francisco que nosotros, y es que el tema no es terminar la guerra militar. El tema no es solo implantar una paz de contenido social. El tema es la reconciliación de los colombianos. Yo veo una sociedad muy insolidaria, francamente.
Hace poco un presidente de un grupo financiero importantísimo me dijo: ‘óigame, hombre, usted era un abogado exitoso y ganaba plata, ¿para qué se fue al ‘embeleco’ de la paz?’. Oiga lo que quiere decir eso: yo veo una sociedad como muy egoísta, que ha roto sentimientos de solidaridad y que no mira esa Colombia profunda, la Colombia invisible de la cual a veces nos olvidamos o, por lo menos, somos indiferentes.
¿Qué opina sobre lo que está pasando en Tumaco?
Lo que pasa en Tumaco es una mezcla de problemas. Primero: autoridades raizales, afrodescendientes, que están reconocidas legalmente, quieren salirse de la coca y ahí entra el proceso de sustitución y de búsqueda de una solución más razonable y no solo punitiva. Pero simultáneamente, bandas criminales, mafiosas, narcotraficantes, que lo que empiezan es a matar a los líderes que quieren salirse de la coca en un mar de dificultades enorme. Yo tengo la confianza que el camino correcto es la sustitución voluntaria.
De 100.000 hectáreas (erradicadas) hay 50.000 por erradicación forzosa y 50.000 por sustitución. Y hay 38.000 pactos de sustitución, pero es que eso no ocurre de la noche a la mañana. Hay 3800 donde está funcionando… Para mí está funcionando, advirtiéndole a los colombianos, porque no se trata de hacer demagogia, advirtiendo que estos son procesos lentos, difíciles. Hay personas que viven de la coca. Hay que incrementar cultivos de otra naturaleza, eso toma un tiempo. La maduración de los frutos, el enorme esfuerzo del Estado.
¿Cómo analiza el compromiso de las FARC para acabar con el narcotráfico y para desligarse de él?
Las FARC tienen ese compromiso, tienen que cumplir. A mí a veces me preocupa el lenguaje de las FARC y hay ocasiones que pierden sintonía con el Estado, de la sociedad. La sociedad no quiere a las FARC y con razón, porque el cúmulo de delitos fue enorme.
Nosotros no fuimos a La Habana a aplaudir los delitos de las FARC, sino precisamente a impedir que continuara la sangría en Colombia. Ahora, hay otros responsables, no solo las FARC, pero en ocasiones yo sí veo que hace poco, por ejemplo, Lozada dice ‘si nos piden que pasemos por la JEP, los gremios deben hacerlo también’. Hombre, esos son provocaciones… así va a ser muy difícil.
Tenemos sectores muy duros de la sociedad frente al proceso y si a eso se agrega un lenguaje de esta naturaleza de las FARC… hagamos por favor el intento de reconciliarnos, abrámosle por lo menos la puerta a la reconciliación.
¿Cuál es su posición sobre los guerrilleros haciendo política sin pasar por la JEP?
Prometimos que no habrá amnistía general y no la hay. Los delitos más graves de todos los que los cometieron, no solo por las FARC, van a ser juzgados por una jurisdicción. Luego decir que ese es un remedo de justicia me parece que es algo equivocado y yo no quiero entrar en polémicas de tipo personal.
Para usted, ¿va a haber justicia?
Claro que sí. Y entre otras cosas yo sí pido una pausa en esta discusión nacional. Un panel de personas de reputación mundial designa a unos magistrados, que ni siquiera han empezado a actuar, y ya se les descalifica de entrada. Francamente, eso a mí me genera mucha preocupación. No podemos impedirnos los colombianos el derecho a la paz, es que esto tiene que ver con todos.
La línea general, yo nunca lo oculté, en mi opinión, es que estos acuerdos conducen a la participación política del grupo armado que deja las armas. Como dijo Echandía, ‘es mejor que dejen de echar bala y empiecen a echar lengua’.
La jurisdicción empieza a operar, llama a los responsables o ellos se presentan, dan verdad, dan reparación y se produce una sanción restrictiva de la libertad. Luego de hecho las personas sancionadas no van a poder asistir al Congreso sencillamente porque el que esté desminando en El Orejón, pues no podrá asistir.
Hay un contrasentido: mientras más se demore la jurisdicción, mientras más dificultades tenga en el Congreso, y luego en la práctica… la demora aumenta esa situación que yo sé que es irritante para muchos. El futuro es el de abrir el corazón, eso va a operar es en la mente de los colombianos. Toma tiempo, pero yo creo que vamos bien.
¿Abrir el corazón es, entre otras, aceptar que muchos de estos señores hagan política sin pasar por la JEP?
Temporalmente, porque, quiero insistir, a mí me parece que más que un problema de principios lo que hay es un problema práctico. Es posible que entren al Congreso, pues yo no vengo aquí a hacer demagogia ni a mentir. Pero en todo caso al presentarse a la JEP, va a operar la justicia y los que sean condenados por los crímenes más graves tienen que estar entre 5, 7, 8 años prestando las sanciones reparadoras de que hemos hablado; luego hay un elemento práctico que va a terminar, espero yo, aliviando la situación, pero lo que sí quiero es enviarle un mensaje a las víctimas en el sentido de que yo soy extraordinariamente sensible a este tema, pero sí creo sinceramente que lo que le conviene a Colombia es no devolverse de esto, más bien aprovechar la oportunidad.
¿Usted aceptaría el apoyo político de las FARC?
No, yo no estoy buscando ese apoyo. Mi único lenguaje frente a las FARC es ‘lo que yo sí garantizo es que cumplo el acuerdo’ y que lo cumplo religiosamente. Es mi mensaje. Pero ni estoy buscando una candidatura ni estoy forjando alianzas con las FARC. Cada loro en su estaca. Ellos van por su caminito y yo voy por el mío, que es el de demócrata de toda la vida. No hay ninguna duda sobre mi convicción. Claro, cuando empiezan a manipular esto, pues siempre con mala intención, me colocan a mí de candidato de las FARC.
Yo no estoy buscando nada distinto que una alianza que, primero, preserve las posibilidades que se nos brindan, que tiene que ver con lo económico, con la reconstrucción del tejido social, con poder dar pasos adelante, en la lucha contra la inequidad: la inequidad es el problema más grave que tiene Colombia.
No estar contando más muertos, sino menos pobres, esa es la ilusión de este país. Ahí es donde yo quiero estar jugando.
¿No le da miedo que lo relacionen con las FARC?
La política a veces tiene enormes paradojas. Hay muchas personas que me reconocen lo que hice. Yo realmente tengo un gran cariño por Colombia, porque por donde me muevo lo que yo encuentro es personas que me abrazan, me agradecen. En los centros comerciales, en las calles e incluso también personas que me dicen ‘yo voté por el no, yo no estoy de acuerdo con usted, pero por lo menos le agradezco la dedicación, su sacrificio y lo que hizo’. Eso es mi fortaleza.
Allí estarán los colombianos, que son los que tienen que juzgar esto. Yo me ofrecí para ser presidente, yo quiero ser presidente, yo creo que soy capaz, yo tengo experiencia, yo conozco a las FARC, yo soy capaz de conducir este país utilizando el diálogo, la razón, la convicción, no insultando, aunando a los colombianos. El día que me posesione el 7 de agosto como presidente, yo llamaré a todos, fuerzas políticas y sociales, para que gobernemos sobre la base de un acuerdo fundamental y esencial. No para que haya unanimidad, la democracia se nutre de la controversia.
Regresemos a eliminar los insultos, olvidémonos de lo que está pasando. Me parece que tenemos que ser capaces de ser francos, decir lo que uno piensa, pero en un ambiente de respeto y de reflexión.Nosotros no podemos estar pendientes de la alcantarilla de las redes sociales, por donde circulan toda clase de mentiras y calumnias y falsedades. Hagamos un debate serio, sereno, con confrontación de ideas.
Yo he dicho que tengo convicciones, no las oculto, no soy hipócrita, digo con claridad lo que yo pienso de Colombia y no comparto las posiciones de algunos candidatos. Sí creo que hay que hacer una alianza, es lo que yo propongo en mi caso para continuar este camino. No caer en el fanatismo. Me preocupa mucho esa violencia que se palpa en el ambiente.
¿Quién cabe hoy en su alianza?
Todos los que constituyeron fuerzas políticas que estuvieron a favor del acuerdo, me refiero a Claudia López, a Clara López, a Fajardo… yo tengo simpatía, interlocución permanente con ellos.
No creo que este sea un problema solo de partidos. A mí me parece que realmente es un momento importante para Colombia y, por eso, yo también quiero dirigirme a los estudiantes que salieron después del 2 de octubre a las calles, a las fuerzas sociales, a las agrupaciones, a los movimientos, a los sindicatos.
Es posible incluso que esto termine en dos grandes coaliciones. A mí en este caso, a diferencia del pasado, me parece que la coalición que propongo hay que formarla antes de la primera vuelta porque esto tiene cierto parecido con el fútbol. Lo que hay es que clasificar; si uno no gana en primera vuelta, por lo menos tiene que clasificar y me parece que eso implica un enorme ejercicio de generosidad, de agruparnos, de sumar y de entender qué reglas de juego satisface para ver quién es el que va a llevar la bandera y va a llegar a la Presidencia.
Esa generosidad podría llevar a que esa coalición no la encabece usted…
Lo que dice la democracia, totalmente de acuerdo. Y si allá llegamos, que yo creo que es lo que debe ocurrir, tenemos que aceptar el resultado si es a través de las urnas, o del procedimiento que se adopte y respaldar al que gane, ¡claro!
¿Cómo es su relación con el presidente Santos?
Estupenda. Yo tengo una gran deuda de agradecimiento con él, lo tengo que reconocer. Le advierto, yo no voy a caer en la invitación que le hacen a uno algunos asesores ‘rompa con el presidente y se gana no sé cuántos votos’. Yo no voy a cambiar… Mi agradecimiento está intacto y continuará, y yo no voy a cambiar ese agradecimiento por unos votos. Pero también tengo que decirles a los colombianos que tengo independencia política
O sea, ¿usted no es el candidato del Gobierno?
No, no, en absoluto. No tengo una mecanógrafa en un ministerio, no tengo un solo empleado público. Yo no uso cuotas políticas, yo no soy ningún clientelista, no vivo tramitando hojas de vida, eso lo sabe todo Colombia. Yo no ando con hojas de vida ni libretas buscando puestos. Frente al presidente tengo agradecimiento, pero también independencia.
Frente al tema del proceso de paz no solo tengo agradecimiento sino solidaridad y responsabilidad. Yo respondo hasta por la última coma de las 311 páginas y también he dicho: el que me encuentre ahí una desviación ideológica, estoy dispuesto a que lo discutamos públicamente.
¿Cómo ve a sus contendores?
Primero hay que hacer un censo porque son tantos… hay más candidatos que votos.
¿Cómo ve al uribismo?
Está en el proceso de escoger su candidato. Esa es una fuerza política muy importante, eso es innegable. Entre otras cosas yo no tengo ninguna diferencia personal con el doctor Uribe. Jamás la he tenido.
¿Cómo ve a Vargas Lleras?
Yo sí creo que ahí hay un cambio. Me parece que hay una inconsistencia, con todo respeto, y un problema de responsabilidad política. Me parece muy difícil estar en la vicepresidencia 7 años y decirnos ahora, o sorprendernos nosotros, con unas reservas sobre elementos esenciales del acuerdo, y no lo puede desfigurar diciendo que él había dado como unas señas, unos pequeños indicios, porque estos son pequeños desarrollos.
La norma constitucional, que es la base de la JEP, ahora estamos discutiendo. La norma fue aprobada incluso con los votos de Cambio Radical. A mí me parece que ahí nos merecemos una explicación los colombianos.
Vargas Lleras dijo que usted también estaba haciendo campaña…
Eso sí es un cuento chino porque, primero, siempre dije que yo no era candidato. Yo concluí mi tarea, se firmó el acuerdo del Teatro Colón, yo no lancé ninguna candidatura. Luego empezó a aflorar el deseo por reconocimiento de lo hecho, o por cualquier cosa, que me parece que es legítimo, la posibilidad de una candidatura.
Pero terminó de candidato…
Sí, pero no escondiendo mis ideas sobre el acuerdo. Es decir, yo no he cambiado de posición.
Cuéntele a los colombianos, ¿por qué quiere ser presidente?
Yo quiero que los colombianos me acompañen. Primero porque yo soy un arreglador de grandes problemas, yo soy experto en arreglar problemas grandes de talla nacional.
En segundo lugar, porque tengo honestidad intelectual, tengo fuerza, tengo convicción, no uso la hipocresía, no estoy incurriendo en el tejemaneje del clientelismo ni de la pequeña trapisonda. Yo hago la política de frente y de manera transparente.
Hay quienes dicen que soy un mal político por eso, que debería ser un poco más oscuro o truculento. Pues no. Probablemente soy mal político porque yo digo lo que pienso y no tengo clientelas, ni estoy armando maquinarias y yo quiero que eso les quede claro a los colombianos.
Y tercero, porque creo en el diálogo, creo en el respeto, creo en la dignidad humana, creo en la descentralización, creo en la autonomía de los territorios, creo en la economía libre, creo en el mercado, creo en la propiedad privada y en los derechos adquiridos, yo no tengo ninguna desviación en esa materia. Es más, yo tengo la convicción de que la democracia política es incompleta si no va de la mano de la democracia económica, de la libertad económica, de la libre concurrencia. Lo que también creo es que este es un país donde la cancha está desnivelada.
Hay una Colombia profunda que tenemos que traer a la modernidad. Ese es el primer deber.
Lo que yo me propongo como presidente es fundamentalmente dos cosas: continuar buscando la no violencia, ya no es la paz con una guerrilla; la no violencia y me refiero al feminicidio, a la violencia intrafamiliar.
En segundo lugar, lograr recuperar esa Colombia profunda en un proceso de lucha frontal contra la inequidad. Ese realmente sería mi sueño.

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