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Las peticiones de Comisión de la Verdad tras su informe final sobre el conflicto armado en Colombia

Una de ellas tiene que ver con la determinación para buscar la paz con el ELN y los otros grupos armados en el país.

Las peticiones de Comisión de la Verdad tras su informe final sobre el conflicto armado en Colombia

Además de presentar su informe final sobre más de 50 años de conflicto armado en Colombia, la Comisión de la Verdad explicó el método al que recurrió para realizar su trabajo y también hizo una serie de peticiones.

Para avanzar tuvimos miles de horas de análisis de discusión y tuvimos que sopesar un contexto en el que todo ocurrió en un entramado de intereses políticos, institucionales, económicos, culturales, militares y de narcotráfico. Donde las responsabilidades son distintas para quienes ejercían el poder del Estado y lo defendían, debiendo respetar las leyes, y para quienes se levantaron en armas y negaron la legitimidad del Estado”, dijo el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.

Apuntó que hicieron “una narrativa seria que no pretende ser la historia de Colombia, sino la entrada a una conversación sin miedo sobre la nación que somos y el Estado que hemos venido construyendo desde nuestra profundidad humana y política”.

Indicó que, “comparados con el resto de países del continente, Colombia se destaca por el alto nivel y persistencia de las armas en la política hasta prolongarse en el conflicto de más de medio siglo que no acaba de acabarse”.

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“Y donde las ideas del enemigo interno, de lado y lado, se atraviesan para impedirnos construir el nosotros, nosotras, de una nación”, agregó.

“Comprendimos que sí hemos pasado por una guerra espantosa, que tuvo sus momentos máximos entre 1995 y el 2005, donde el 75% de las víctimas de medio siglo se vieron y donde la inmensa mayoría de las víctimas fueron civiles no combatientes. Y vimos llegar el acuerdo que terminó esa guerra”, anotó.

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Por lo tanto, resaltó “el valor político y ético-político del proceso de paz llevado adelante en La Habana y que dio lugar al acuerdo firmado entre el Estado colombiano, representado por el presidente Juan Manuel Santos, y las FARC-EP, representadas por Rodrigo Londoño”.

Como resultado del diálogo social y de la investigación de diez volúmenes, la Comisión presentó el texto de hallazgos del que se siguen las recomendaciones y en ese sentido hizo las siguientes peticiones:

  • A los colombianos y colombianas sin distinción, acoger las verdades de la tragedia de la destrucción de la vida entre nosotros y a tomar la determinación de no matar por ningún motivo a nadie.
  • Reconocer a las víctimas del conflicto armado en su dolor, dignidad y resistencias, y a comprometernos con la reparación integral.
  • Mirar críticamente la historia e incorporar la memoria del sufrimiento y la lucha por la paz para hacer posible la no repetición y el nunca más.
  • Pedimos a los jóvenes, encarar la verdad y construir la nación nueva que está en sus manos. Y a no colaborar en nada que profundice la muerte y el odio y la desesperanza.
  • A la sociedad y el Estado, implementar de manera integral el Acuerdo Final de Paz.
  • Al Estado, tomar la iniciativa para la paz con el ELN y los otros grupos armados.
  • Y a las organizaciones que no aceptan la legitimidad del Estado, ELN, disidencias y demás insurgentes en la guerra, escuchar el clamor de del pueblo que pide "parar la guerra ya desde todos los lados" y ponerse en la ruta del diálogo desde la diversidad de metodologías y situaciones regionales.
  • A todos los estamentos sociales y políticos, profundizar la democracia mediante la exclusión definitiva de las armas del escenario de lo público, y la participación incluyente y deliberativa y el respeto a la movilización como expresión de derechos.
  • A los estamentos de justicia, frenar la impunidad, reconstruir la confianza en el Estado, garantizar la imparcialidad e independencia de los entes de investigación y juzgamiento; proteger a las víctimas y jueces que participan en los procesos.
  • Al Gobierno, la fuerza pública, los partidos políticos, los empresarios, las Iglesias, los educadores y demás decisores en Colombia, reconocer la penetración del narcotráfico en la cultura, el Estado, la política y la economía y encararlo como nación. Desarrollar el instrumento de investigación para enfrentar al sistema de alianzas e intereses involucrados. Cambiar la política de guerra que ataca en el campesino al eslabón más débil. Resaltar la dimensión de derechos humanos y salud pública para buscar soluciones éticas, educativas, y económicas, y poner en marcha una estrategia de regulación donde Colombia, por la historia sufrida, puede tomar liderazgo.
  • Al Estado y la sociedad, establecer una nueva visión de la seguridad para la construcción de paz, centrado en las personas y la protección de los seres humanos y la naturaleza sobre la base de confiar en el pueblo y para un ejército que ponga el honor en la paz y una policía ciudadana al lado de los ciudadanos. Donde las medallas de orden público no sean por entregar cadáveres sino vivos, culpables o inocentes, para la justicia restaurativa.
  • A la burocracia estatal y administradores públicos y privados, rechazar y acabar con la corrupción en los distintos niveles, romper hábitos y complicidades gracias al control de la sociedad y la sanción eficaz para detenerla.
  • Al estado y particularmente al empresariado de los grandes proyectos industriales y financieros, dar prioridad a garantizar las condiciones de bienestar y vida digna de las personas y las comunidades sin exclusiones, desde una visión compartida de futuro para superar las desigualdades estructurales que hacen de este país uno de los más inequitativos del mundo en la concentración de los ingresos, la riqueza y la tierra.
  • A todos los colombianos, dar a los campesinos el lugar que tienen para la vida de Colombia, asegurarles la redistribución equitativa de la tierra, la prevención y reversión del despojo y las condiciones acordadas en la reforma rural integral.
  • A la nación, superar el racismo estructural, el colonialismo y la exclusión injusta e inmensamente torpe que se ha dado a indígenas, afrocolombianos, raizales y pueblos rom, golpeados de manera desproporcionada por la guerra, y a hacer de sus culturas parte sustantiva de la identidad de nosotros y nosotras como colombianos.
  • A todas y todos, respetar en igualdad de dignidad, las diferencias de mujeres, personas LGBTIQ+, niñas, niños, adolescentes y jóvenes, personas en situación de discapacidad para incluirnos en un nosotros colectivo en la diversidad.
  • A las naciones amigas, a quienes agradecimos la compañía en la solidaridad con las víctimas y en la negociación de paz, pedimos ayudarnos a hacer de Colombia un ejemplo mundial de reconciliación. Dejar de vernos como país en conflicto que necesita instrumentos para sobrevivir en el conflicto. Hemos sufrido sesenta años de guerra. No nos den nada para la guerra. No la queremos. No queremos guerra en ninguna parte del mundo. Pedimos apoyarnos en todo lo que hace florecer la vida y la confianza. Apóyennos en la amistad de las naciones en una comunidad internacional que comparte la casa común del planeta.
  • Pedimos a la sociedad asumir el compromiso de un cambio profundo en los elementos culturales que nos llevaron hasta la incapacidad de reconocer al otro y a la otra como seres humanos de igual dignidad. Pedimos emprender el dialogo para construir desde las diferencias y tradiciones espirituales y concepciones de vida, una ética pública, basada en la dignidad igual de todos y todas.
  • A los líderes religiosos reflexionar sobre el vacío y perplejidad espiritual de un pueblo de tradiciones de fe, sumido en una crisis humanitaria de desconfianzas y muerte y atrapado en los comportamientos de la guerra. Y a tomar con decisión la misión de reconciliación de la Iglesia católica con las demás iglesias y con los sabios y ancianos hombres y mujeres de las tradiciones indígenas, afrocolombianas y campesinas.

El reto de la reconciliación


Asimismo, la Comisión de la Verdad señaló que "la paz que hicieron los ejércitos en La Habana dejó sin embargo la fractura que sigue en la sociedad" y que, por eso, ha "recibido un mensaje que no tuvieron las otras comisiones de la verdad en el mundo".

Dicho mensaje, destacó, fue solicitado por las víctimas, los firmantes del acuerdo del Teatro Colón, los garantes, la Iglesia católica y las demás Iglesias cristianas y los sabedores y mamos indígenas y mayores afros y los jóvenes: “Que la verdad fuerte y audaz que ustedes entregan nos lleven a la reconciliación”.

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