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Los Moreno me decían que no iba a pasar nada: Héctor Zambrano se confiesa

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AM: Su biografía muestra un hombre estudioso, con una gran trayectoria. Uno no se imagina a un hombre cargando un morral lleno de plata para repartir coimas
HZ: De ser un hombre muy reconocido y ejemplar de un día para otro pasar a ser un delincuente. Es el error de mi vida y lo estoy pagando. Desgraciadamente yo transgredí esa línea que separa lo ético de lo no ético porque veía que era normal, que los políticos vivían de puestos, de contratos (…) cuando menos me di cuenta ya me había inmiscuido en una circunstancia. Y ese fue el error de mi vida y estoy pagando las consecuencias de recibir un dinero y servir de intermediario entre unos empresarios y gente muy poderosa de la capital.
Cuando usted piensa en ese morral, usted dice “tengo que explicarle esto al país”
Entendí que eso no lo podía seguir ocultando que tenía que decir la verdad y contárselo en primera instancia a mi familia. Fue algo muy doloroso. Y por supuesto contárselo a la justicia, eso me ha dado tranquilidad.
Cuando usted le cuenta a su familia, ¿qué le dicen?
Era el orgullo de la familia porque había escalado posiciones muy importantes, fui alcalde encargado de Bogotá en varias ocasiones. Fue un golpe muy duro para mi familia, mis padres, mis hermanos.
Usted cayó en la tesis de Turbay de “la corrupción en sus justas proporciones”
El tema de la corrupción comienza a verse normal y natural en ese círculo. Y a pesar de este caso que ha ocurrido en Bogotá, uno ve que la corrupción sigue andando. Parte de lo que yo estoy planeando en mi resarcimiento con la sociedad es hablar con jóvenes que están a punto de graduarse. Contar mi propia historia de vida, de cómo de ser un exitoso profesional y un buen hombre me vi inmiscuido en un aberrante caso de corrupción.
Eso no fue culpa de un tercero, fue culpa mía porque fue decisión mía.
La gente en la calle dice que la corrupción hace que este país sea inviable. Desde esa óptica, ¿usted que respondería a eso?
Si uno hiciera un estudio creo que el menos del 5% de la gente que llega a la política llega con el interés de servir a sus conciudadanos. La gran mayoría llega con la intención primero del poder y por el lado económico. De sacarle ventaja.
Y es donde el funcionario queda supeditado a un triángulo muy peligroso que es político, organismos de control y servidor público.
El país también tiene que repensar cómo se eligen los órganos de control, es que ¿quiénes eligen a los órganos de control?, los mismos políticos.
Y si el funcionario no le da atención a ese político le abren investigaciones por los órganos de control.
El hacer política en el país tiene que cambiar.
Usted fue secretario de salud y ahora escribe este libro, Condena a la salud. Se lo dedica a las personas privadas de la libertad
Me llevaron al pabellón de alta seguridad, allí conocí el caso patético de un guerrillero que fue herido en combate, quedo inválido y fue traído a unas celdas del pabellón de alta seguridad. Tenía heridas profundas en su cuerpo, algunas se le infectaron, llagas. Se le veían los huesos, la carne se le estaba infectando era muy doloroso y esa persona no recibía atención. Muy pocas veces iba la enfermera y creo que nunca fue un médico a verlo.
La única persona que le hacía atención allí, de limpiarlo, de darle los cuidados, era un exparamilitar.
Esa fue una enseñanza por un lado de reconciliación y por otro lado fue mi principal motivación de escribir un libro sobre la salud en las cárceles.
Es una paradoja que le tuvo miedo a la cárcel desde la insurrección y no le tuvo miedo a la corrupción que, como una ola, le cayó a la vida
Me pidieron el favor de entregar uno dineros ilícitos que eran de una comisión de unos empresarios a unos políticos poderosos. Ese fue el error de mi vida. Lo pensé varias semanas y a nadie le conté. Porque vi que esa gente era poderosa, manejaban la Contraloría, Personería, tienen amigos en la Fiscalía, manejaban mucho poder.
Y me decían “no va a pasar nada”. Fueron palabras textuales de Samuel Moreno…del hermano…de Iván Moreno. Cuando me pidieron ese favor: “tranquilo eso no pasa nada, no va a tener ningún problema”.  

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