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Comunidad del Chocó relata las secuelas que el conflicto armado dejó en sus territorios

Noticias Caracol llegó hasta una de las regiones más azotadas por la guerra y cuyos pobladores piden hoy al Gobierno nacional que los tengan en cuenta.

Sin duda Urabá es una de las zonas de Colombia más afectadas por el conflicto armado. Desde los años 70 los grupos armados ilegales se disputan a sangre y fuego este territorio. Las FARC, el EPL y los hermanos Castaño Gil crearon toda una estructura criminal financiada por el narcotráfico, intimidando y vulnerando los derechos de muchas personas, entre ellas las de las comunidades indígenas.

Un equipo periodístico visitó los corregimientos de Santa María Del Darién y el Gilgal, en el departamento de Chocó, ubicados a dos horas en lancha del municipio de Turbo. El recorrido inició por las aguas del Mar Caribe , donde el rio Atrato llega al mar y donde es evidente la vigilancia de la Armada Nacional y la Infantería de Marina.

En estas localidades las casas están construidas de madera y caña, además carecen de energía eléctrica y el sistema de acueducto es deficiente. Para Pedro Ruíz, habitante del Gilgal, la necesidad más apremiante es la falta de servicios de salud y de medicamentos.

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“En salud no tenemos prácticamente nada, no tenemos un hospital, ni un centro de salud. Si usted se enferma tiene que ir le toca ir hasta Unguía, hay un medio hospital y pues nunca hay servicio, no hay médicos, no hay medicamentos. Toca desplazarse hasta Turbo a dos horas en lancha”, dijo.

Pedro asegura que este corregimiento, a pesar de que hay dinero por el ganado y la producción de fruta, está totalmente incomunicado y las pérdidas a diario son millonarias.

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“Muy incomunicados, no tenemos vías de penetración. Aquí las frutas se pierden, porque no hay cómo sacarlas, sale muy costoso sacarlas en lancha, entonces los cultivos se pierden. Sería bueno que el Gobierno nos tuviera en cuenta para que nos construyera vías”, sostuvo.

A una hora en motocicleta del corregimiento El Gilgal, se encuentra el resguardo indígena Tanela, una comunidad de 436 familias que luchan por evitar que los grupos armados ilegales los sigan desplazando y arrebatando sus tierras.

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