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Ni el COVID-19 frena a los violentos: van 11 mil personas desplazadas durante la pandemia

En barrios que rodean Bogotá, comunidades afrocolombianas enfrentan crisis por el hambre y abandono de años. Desde allí, con dolor y tristeza, exigen ayudas.

La escena no ocurre ni en el Chocó ni en cualquier lugar del Pacífico, cantan alabados a las afueras de Bogotá. Son desplazados por la violencia de los grupos armados, que los sacó de sus territorios y los obligó a reinventar sus vidas hace ya varios años.

“En el marco de la pandemia por el COVID-19 exigimos condiciones sanitarias para nuestras comunidades afrocolombianas, exigimos las ayudas humanitarias urgentes”, son las arengas que se oyen.

En la comuna cuatro del municipio de Soacha, viven el mismo olvido del Estado, mal endémico que padece la población afrocolombiana.

Marino Córdoba, director la Asociación Nacional de Afrodescendientes Desplazados (AFRODES), cuenta que su gente vive una situación crítica porque “son invisibles a las ayudas oficiales”.

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Los desplazados, habitantes del barrio Oasis, en Soacha, dicen que no hay suficientes ayudas y el hambre toca a sus puertas. Mientras tanto, la alcaldía del municipio dice que no desconoce la necesidad de la gente e intenta que los recursos lleguen a más personas.

Ellos sobreviven en medio de la pobreza, hoy más aguda que nunca. Cantan y bailan esperando que el coletazo del COVID-19 no acabe con lo poco que tienen.

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Y lo peor de todo es que el desplazamiento forzado no cesa, según Marco Romero, director de CODHES, una ONG que sigue de cerca este problema. En el primer trimestre del año, once mil personas han sido desplazadas siendo Nariño, Antioquia y Chocó las zonas más críticas.

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