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“No lo esperábamos, pero los colombianos nos han tratado bien”: venezolano errante

Camino a San Gil, otro grupo de migrantes cuenta su historia. John salió de Venezuela con $50 mil pesos y espera traer a su mamá, colombiana, que está enferma.
Es como despertar con la resaca de haber pasado una mala noche. Con las primeras horas, la horda de venezolanos que ocupa el Parque del Agua en Bucaramanga empieza a acomodar sus vidas a las difíciles circunstancias.
Se encontraban en el mismo sitio donde los habíamos dejado la noche anterior.
Así cruzó este grupo el tenebroso páramo:
El páramo de Berlín: el paso que aterra a los venezolanos caminantes Definían el rumbo a tomar. Unos tomaron el camino a Medellín. Ángel y Luis se decidieron por Bogotá.
En la ruta del asfalto rumbo a San Gil viajan otros rostros, otras historias errantes que le permitieron a Noticias Caracol acompañarlos.
¿Cuánto lleva caminando? Llevamos ocho días por acá.
¿Cómo se han portado los colombianos con ustedes? Bien, bien, gracias a Dios; nos han brindado el apoyo.
No lo esperábamos porque nos han dicho que al llegar a Colombia sería diferente, que nos iban a cerrar las puertas, que nos maltrataban o nos podían poner a hacer cosas que no queríamos. Pero hasta el momento nos han brindado apoyo.
¿Usted lleva dinero? No, nada.
¿Con cuánto salió de Venezuela? Con cincuenta mil pesos.
¿Ahora no lleva nada? No.
¿Hasta dónde piensa ir? Hasta Manizales.
John es hijo de madre colombiana y quiere trabajar temporalmente como recolector de café para comprar el boleto y traerse a su mamá, que está enferma.
Ella tiene insuficiencia cardiaca. Hay una medicina, pero es difícil conseguirla.
¿Qué medicina es? Kaldobirol.
¿No se consigue? Si se consigue es en los términos que se dice allá: bachaquiando.
¿Qué es bachaqueo? Que le suben hasta el mil por ciento de lo normal.
Está decidido a jugarse el futuro en Colombia, es un hombre de fe y piensa que se puede quedar.
¿Es creyente? Claro, por lo menos mi mamá es supercatólica.
Vea la primera parte de este especial:
Travesía de venezolanos errantes, así se vive en carne propia el éxodo más grande de Latinoamérica Este grupo de caminantes lleva un ritmo rápido, a pesar de que sus piernas flaquean y los dolores en la planta de sus pies son insoportables.
Se buscó que fueran atendidos por la Cruz Roja, pero la atención a los caminantes venezolanos está programada para los fines de semana.
En el trayecto, el sonido del agua los llevo a tomar un baño refrescante. Tuvieron tiempo para asearse. El dueño de la finca les pidió que se quedaran a recoger café de temporada. Allí se quedaron.
San Gil es un pueblo caluroso y tranquilo, bajo los árboles de uno de sus parques estaba un grupo de mochileros jóvenes que están esperando ser contratados en la subienda del café.
En el pueblo colonial de El Socorro, los venezolanos están dispersos en las fincas contratados como recolectores de café.
Noticias Caracol sigue buscando las caras y las historias sobre la ruta del pavimento, porque al decir de estos venezolanos errantes que se encuentran y desencuentran en el camino, el mundo es un pañuelo.
Vea la segunda parte de este especial:
“No somos ladrones, ni muertos de hambre. Somos seres humanos”: caminante venezolana

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