Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Publicidad

Pablo Escobar sigue en la memoria de Colombia, 22 años después de su muerte

DefaultImageThumbnailVideo

Luz Mila Gaviria, 22 años después, recuerda como si fuera ayer, el momento en el que Pablo Escobar le pidió que fuera al supermercado por unas cosas.

“Cuando salí a comprarlas él me había dicho ‘a las tres de la tarde esté aquí, porque si no está yo hago algo, porque de pronto la cogen a usted’”, contó Luz Mila.

Cuando regresaba a la casa notó la algarabía afuera. La cuadra ya estaba controlada por el bloque de búsqueda y militarizada. Escobar ya estaba muerto. Ella dice que se salvó de milagro.

“Yo iba en el carro cuando vi motos, carros, gente con metralletas, entonces le dije al conductor ‘Ay, qué pasaría eñor’ y me dijo ‘ah, será que van a coger a Pablito’ y a mí me dio una cosa tan horrible”,  relata.

Publicidad

Entonces cuando estaba segura de que estaba abatido empezó a comunicarle la noticia al resto de la familia.

“Me encontré con mis hijos y les dije: mataron a Pablo y me dijeron mataron a Gustavito, porque ese día también lo mataron a él”, dijo la mujer.

Publicidad

Recuerda con exactitud cuál fue la última comida que le preparó a quien en ese momento era el delincuente más buscado del planeta.

“Yo le hice espaguetis ese día, le hice tajadas de maduro y le dejé el almuerzo”.

Era tal la confianza que el capo le tenía a su tía Luz Mila que la encargó de conseguirle sus últimos escondites,  incluida la casa donde fue abatido.

“Estuvimos primero en una casa que él me regaló como 15 días. Después de eso me dijo que comprara otra casa y esa fue donde se mató”, expresa la mujer.

Publicidad

Incluso, ella fue testigo del momento en que Pablo Escobar habló con su hijo Juan Pablo a través de un celular que en ese momento ya estaba monitoreado y controlado por el bloque de búsqueda.

“Eso fue lo que hizo que lo cogieran, las llamadas, porque nosotros estábamos muy tranquilos en esa casa”, agrega Luz Mila.

Publicidad

Como cada 2 de diciembre, Luz Mila Gaviria participa en una misa al lado de una docena de familiares, en memoria del extinto narcotraficante.

Aunque todos reconocen que cometió graves errores, 22 años después advierten que muchos de los crímenes que se le endilgan no fueron de su autoría. 

Histórica transformación: La catedral de Envigado ahora es un ancianato

En Envigado aún existen los cimientos de lo que fue la cárcel que construyó para su reclusión el abatido narcotraficante Pablo Escobar y que convirtió en centro de operaciones antes de huir con sus compinches. Hoy, la tristemente célebre cárcel está ocupada por religiosos y ancianos.

De la Catedral no quedan sino un par de garitas, esas en donde el 19 de junio de 1991 estaban ubicados los soldados, a la espera de la entrega del capo y ocho de sus lugartenientes.

Publicidad

“Convierte una cárcel de máxima seguridad como decía la gente en esa época a una cárcel de máxima comodidad, le decían el hotel 5 estrellas donde el sujeto en cuestión sigue delinquiendo y haciendo de las suyas”, dice el escritor Reinaldo Spitaletta.

Durante 10 años, la Catedral quedó abandonada. Luego, el municipio de Envigado le entregó a la comunidad Los Benedictinos el terreno para construir el monasterio de Santa Gertrudis, pero terminó reformada y convertida en el paraíso para 52 adultos mayores. Es un ancianato para los habitantes de la calle y los que sus familias albergan.

Publicidad

“Hacer un centro de rehabilitación, pero no se dio. Después pensaron hacer la cárcel de máxima seguridad la que hay ahora en Itagüí tampoco se dio”, cuenta el hermano Elkin Vélez, director del Centro del Adulto Mayor.

Sin embargo, la Catedral no puede escapar de su violenta historia. El hermano Elkin afirma que en el recinto se ven sombras en las noche y se oyen cosas sobrenaturales.

“Son espíritus que deambulan, una especie que no han cumplido un ciclo, no se han ido se ven esferas luminosas”, dice Vélez.

Pero ese pasado turbio no trasnocha a los abuelos, quienes viven felices en este refugio.

Publicidad

“No, es que no hay ni asemejo, nada de Pablo Escobar, no hay nada”, asegura Susana Vélez, habitante del refugio.

Estos abuelos sufrieron la guerra del narcotráfico y hoy gozan de lo que alguna vez perteneció a los bandidos.

Publicidad

La muerte de Pablo Escobar partió en dos la historia del crimen

Según expertos, a partir de ese histórico golpe contra la más poderosa organización mafiosa en el mundo, se acabaron los grandes capos pero surgieron pequeños narcos.

Con la muerte de Pablo Escobar desaparecieron los pocos capos y surgieron muchos pequeños narcotraficantes. Así lo explica el general en retiro, Leonardo Gallego, quien fue integrante del bloque de búsqueda del Cartel de Medellín.

“La historia del narcotráfico se divide en ese momento. Surgen otras organizaciones ya de menor magnitud que estos grandes carteles, hay nuevos cabecillas y viene una segunda generación”, dice Gallego.

La segunda generación de narcotraficantes, explica, fue heredera de los carteles de los años ochenta y noventa. Trabajaban como escoltas, sicarios o traficantes de armas, que se dividieron el país para ubicar sus centros de operaciones y conformar grupos armados, como los hermanos Castaño Gil, creadores de las Autodefensas, Wilber Varela, jefe de Los Rastrojos, alias  Don Diego, jefe de la banda Los Machos y alias Don Berna, quien se apoderó de la oficina de cobro de Envigado, de Pablo Escobar.

Publicidad

“Siguieron organizaciones como Los Hermanos Comba, Los Mejía Múnera en Llanos Orientales, el Loco Barrera, Cuchillo, alias Mario, en otras zonas siguieron los paramilitares”, agrega Gallego.

Estos herederos de la mafia murieron o fueron extraditados, dando paso a una tercera generación, como el conocido Clan Úsuga, dirigido por alias Otoniel.

Publicidad

Para el general Gallego, existe hoy una cuarta generación, que incluso podría recibir mucho más dinero que el denominado ‘Patrón’, pero que no es tan visible, se trata de los microtraficantes.

  • Publicidad