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Por una golpiza no volvió a caminar: víctima de matoneo cuenta su historia para que no se repita

Joel Alejandro Uribe tenía 10 años y cursaba quinto de primaria en Bucaramanga cuando empezó a ser blanco de acoso escolar.

Fue justamente el primero de junio de 2010 cuando el pequeño Joel fue víctima de una paliza en la cancha del colegio donde estudiaba.

"Yo cuando vi que se me tiraron los seis, no pude hacer nada”, dice ocho años después del doloroso momento.

Su mamá recuerda que “a él me le escondían los cuadernos, me le partían los portaminas, si se agachaba, lo mandaban de cabeza”.

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Ahora, Joel pasa la mayor parte del tiempo en su habitación, desde donde cursa noveno de bachillerato por internet y experimenta su pasatiempo favorito: los videojuegos.

Desde allí también envía un mensaje a los estudiantes de colegios: “Ponerse en el puesto de otro, ¿cómo se sentiría que le tiraran las gafas al piso y se burlaran por ello?".

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De otro lado, la socióloga Paloma Bahamón estima que se deben hacer campañas fuertes para impedir esas situaciones y apartarse del miedo al qué dirán para que no exista “la política del tape y tape”.

Según cifras de la Personería de Bucaramanga, en lo que va del año se han reportado 298 casos de matoneo escolar.

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