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Tome conciencia: esto le cuesta a Bogotá borrar grafitis de sitios prohibidos

La muerte del grafitero Diego Felipe Becerra en el año 2011 puso en evidencia la necesidad de promulgar una reglamentación para Bogotá que aclarara los alcances de esa práctica, y otorgara bases sólidas que rigieran las acciones tanto de los grafiteros y ciudadanos, como de los funcionarios encargados del control policivo y ambiental de la ciudad.   

Por eso, el Concejo de Bogotá expidió al acuerdo 482 de 2011, que fue reglamentado mediante el decreto 075. Ahora, la Secretaría de Bogotá, a través del programa Jóvenes Gobierno, adelanta la consolidación de las mesas locales de grafiti, que tienen como objetivos dar a conocer esa regulación

“Lo que se ha buscado es generar espacios para encontrar el diálogo con los practicantes, entender por qué hacen lo que hacen y de qué manera, sin entrar en una represión directa de su práctica”, asegura César Rubio, miembro de la iniciativa.

La policía es la encargada de aplicar las medidas correctivas establecidas en el decreto. "Van desde medidas pedagógicas o amonestaciones verbales, hasta multas impuestas por un inspector de policía”, comenta.

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Bienes de interés cultural no se pueden tocar, como las fachadas de la localidad de La Candelaria, en la cual se ha trabajado mucho y se pretende hacer un plan piloto de medidas correctivas sin el uso de la violencia. 

Marcar o rayar una pared puede llevar segundos, pero eliminar todos los grafitis de una fachada histórica puede llevar varios meses, esto sin imaginar el costo que representa.

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Impuestos destinados a restauraciones

Los impuestos que pagamos todos los ciudadanos son los utilizados para recuperar los monumentos y fachadas que forman parte del patrimonio cultural de Bogotá, y que son afectados frecuentemente por los grafitis.

“Una fachada de 70 metros cuadrados aproximadamente puede valer entre un millón de pesos y 23 millones de pesos como el costo más alto, eso depende de los materiales, la construcción del inmueble, el estado en el que se encuentra y las dificultades de su restauración y proceso”, explica Miguel Hincapié, subdirector del instituto Distrital de Patrimonio Cultural.

En el caso de los monumentos, el perfil de quienes realizan este trabajo es el de un profesional en restauración de bienes muebles, con experiencia sobre el trabajo en espacios públicos, pintura mural, sobre piedra o metal.

Generalmente se utilizan solventes orgánicos que se mezclan con químicos para lograr la eliminación de los grafitis.

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La idea es que la norma pueda ser cumplida, que se protejan los espacios más relevantes, se respete al grafitero, su expresión, y a la  ciudadanía en general.

Quienes a diario suman esfuerzos para mantener el centro histórico de la ciudad piden a los ciudadanos su participación activa para la conservación y sentido de pertenencia.

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