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“Uno tiene un día para nacer y otro para morirse”: testimonios de las víctimas

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Israel González es una de las víctimas de la emergencia que vive hoy el municipio de Salgar, cuenta que estaba durmiendo cuando todo ocurrió y relata lo que vivió a partir de ese momento: “sentí un ruido horrible, como algo grande que bajaba; entonces me levanté donde estaba durmiendo y fui a llamar a los otros niños, y ya no me dio tiempo, únicamente saqué a los niños y el resto todo se fue, la ropa, todo. Llamé a los vecinos y ya gracias a Dios logramos salir. Perdí todos los enseres, todo, la casita, se me llevó todo. El río bajaba con piedras, muertos, tenía uno que hacerse el que no veía nada porque la angustia es mucha”.

Para Diego Tobón, otra de los damnificados, la comunidad está de luto: “somos casi hermanos todos; perdí dos hermanas, dos cuñados, tres sobrinos; y todos los parientes que nosotros tenemos, somos como una familia, todos criados aquí. Teníamos las casitas a la orilla de la quebrada y están a la deriva ahí. Yo iba llegando a la casa cuando eso se sintió un zumbido y no hubo tiempo de nada. Uno en ese momento se queda pasmado, los nervios los pasman a uno totalmente. Tragedia, desolación, tristeza, pero bueno, son cosas de la naturaleza. Esta mañana bajé por allá, pero va perdiendo uno los alientos, es duro. Somos nacidos y criados en esa quebrada, pero nos hizo una mala jugada, el destino, el peligro está en cualquier parte. Yo soy de los que digo que uno tiene un día para nacer y otro para morirse”.

El testimonio de Jhon Henao es similar, cuenta que estaba acostado cuando sintió el estruendo: “sentí como que se hubiera despegado una peña, entonces me levanté y no había luz. Salí, cogí el teléfono, llamé a la estación de Policía, para que ellos hicieran algo por los que viven a la orilla del río, me comuniqué con el bombero, llamé a al pastor de la iglesia, para que le avisara a todos alrededor del río. Yo vine aquí a las 3:30 de la mañana, donde el lamento era tremendo, gritaban, se escuchan alaridos, pero no podía hacer nada por la avalancha y porque también estaba cayendo agua. Me fui para la casa otra vez a pedirle a Dios que hiciera algo, que guardara a los que estaban vivos o accidentados”.

Luz Mery Torres se acababa de acostar, “yo como duermo tan poquito, no dormí y a las 3 de la mañana escuché una “rumbazón”, pero muy horrible, entonces el marido mío se levantó, se puso las botas, yo también me levanté, saqué la niña mía que es especial y nos botamos pa´ la acera de allá, corrimos e hicimos mucha bulla para que la gente se saliera de las casas. El estruendo lo hacía estremecer a uno, eso está muy horrible”.

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El hijo de Blanca Nubia González, la llamó “y dijo que bajaba una avalancha, que corrieran, entonces yo corrí a llamar la mamá de la bebecita, y entonces ella dijo Nubia, Nubia, mi bebecita, y yo le dije que con la ayuda de Dios nada pasa, pero ya ella hace por ahí media hora que se fue a reconocer la niña que porque la encontraron viva, pero la mamá de la bebé, ella murió ahogada con el esposo. El hijo mío mayor sacaba a las personas de las casas por los muros”.

Edwin Lurdiño dice que “no hay palabras para pronunciar algo como esto, aunque no haya sido un familiar el que haya muerto aquí, pero duele mucho. Yo no sabía de esto, esta mañana me di cuenta y me vine a ayudar a la gente”.

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