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Víctimas de las FARC le contaron a la JEP cómo lograron sobrevivir al dolor y la humillación

Sebastián Arismendi se liberó cuando estuvo frente a frente con los exjefes guerrilleros. Óscar Tulio Lizcano relató el desprecio con el que fue tratado en su secuestro.
Sebastián Arismendi es el menor de cuatro hijos. Los que dejó Héctor Fabio Arizmendi, exdiputado del Valle del Cauca, secuestrado el 11 de abril de 2002 por las FARC.
Sebastián tenía solo cuatro años cuando despidió por última vez a su papá, a quien le rogó que no se fuera.
"Me levanté a las 5:00 a.m. y vi que mi papá estaba discutiendo con mi mamá. Yo me levanté y le dije: ‘¿papi para dónde vas?, mi amor, voy para la asamblea. Estoy enfermo pero voy a ir a entregar mi incapacidad médica y a recoger unos papeles’. Papi no te vayas, quédate a jugar conmigo. Mi papá, con esa sonrisa de siempre, me dijo: mi amor, me voy a quedar contigo”.
Seis años después de aquella despedida, y que él había visto transcurrir a la espera de su padre, Sebastián recibió la noticia que acabó de cambiar dramáticamente su vida.
"Y mi mamá con un abrazo, solo llorando, y mi hermano estaba al lado mío, me dice: ‘mi amor, nos mataron a tu papá’. Yo no podía creer esa infamia, esa mentira".
Pensó en vengarse, pero el amor de su familia lo rescató de ese dolor profundo que le ocasionó la violencia.
"En algún momento yo aprendí que la única manera de ser alguien en la vida y crecer, era evolucionar y era perdonarme a mí mismo; perdonarme porque mi papá lo que quiere para nosotros es lo mejor, y lo mejor no es vengarme, es construir".
El momento que lo llevó a ese cambio ocurrió en Cuba cuando estuvo frente a frente con los asesinos de su padre y de los otros 11 diputados del Valle del Cauca. Hasta ese momento él también se sintió secuestrado.
"En ese momento sentí liberación porque veía unas personas pequeñas, simples, sin armas, humanos como yo, que solo me escuchaban y que yo era capaz de ponerme de pie y que era mejor persona que ellos. Yo les dije que ya no quería matarlos, porque empuñar un arma lo podía hacer cualquiera, pero pararse al frente de ellos y decirles que yo ya los perdonaba sin necesidad y que yo quería ser gran ser humano y que quería construir una mejor sociedad que eso no era cualquiera, y que por eso yo era mejor persona que ellos. Callados, yo sentí muchísima liberación".
Para las víctimas, contar su verdad es un ejercicio de catarsis que la JEP ha documentado. Para desentrañar la verdad el tribunal también ha citado a declarar a 31 miembros del Estado Mayor de las FARC, 16 mandos medios y busca a otros 50 entre los que está alias ‘Gafas’ y ‘Martín Sombra’.
Vea la primera parte de estos testimonios:
“Lo más humillante fueron las cadenas”: secuestrados por las FARC dieron su testimonio a la JEP "Estamos buscando unos casos que nos representen la acumulación de hechos similares o hechos que fueron especialmente de gran impacto, como el de los 12 diputados, para poder dar cuenta del fenómeno, ilustrándolos en algunas tendencias o patrones. Esto representa un número de comparecientes condenados por hechos que no son amnistiables, tenemos 390 y pico comparecientes exfarc, relacionados con el secuestro en principio. Puede que adentro haya algunas que no sean tan grave, pero toca mirar por que fueron las condenas, y tenemos cerca de 800 personas que tienen escrito de imputación o acusación. Esos son los expedientes de la fiscalía que aún no tenemos", explica la magistrada Julieta Lemaitre, magistrada de la JEP.
Estas son las dimensiones de los retos de la jep.
"Cada expediente tiene varios cuadernos…tienen 7 cuadernos, cada cuaderno tiene 500 páginas. ¿Esto es un solo caso? Sí”, responde la magistrada. 
El conflicto dejó como víctimas desde niños inocentes, hasta políticos como Óscar Tulio Lizcano, también secuestrado y quien en cautiverio tuvo que sufrir el plagio de su hijo a manos de otro grupo de las mismas FARC.
"Por extorsión. Fueron momentos profundos de dolor, escuchaba y cuando mi señora decía mis ‘Lizcanitos’ llénense de valor, y me hablaba primero a mí: ‘yo decía no, no me hable a mí, yo estoy bien, estoy fuerte, háblele a ese muchacho’".
Dice que la poesía apaciguó el dolor y el desprecio que a secuestrados como a él le demostraron sus captores. 
"Trataron de amarrarme, pero yo tenía problemas de próstata, tenía que estar saliendo a orinar, y dentro de los desprecios que a todos nos duelen era que tenía que pedir permiso para todo; y ese guardia tenía que decirle al comandante de la comisión. Cuando veía la orden ya me había orinado en los pantalones, en la sudadera".
El expediente 0001, el de los secuestros de las FARC es de los más avanzados en la JEP. Un capítulo que va de la mano con otras investigaciones como el despojo de tierras.
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