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En medio de la selva, esta población teme desaparecer por el COVID-19 y ruega atención

Habitantes de Carurú, en Vaupés, sienten que su aislamiento viene por cuenta del olvido. No tienen elementos de protección y a veces ni para comer.

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Por favor, por favor, les estamos rogando que pongan su mirada y su corazón en estos pueblos”, dice el padre Andrés Eduardo Muñoz, párroco de Carurú, Vaupés.

Y es que esta vez su verdugo silencioso no es una fiera en la espesa selva o un caimán hambriento en el río Vaupés… su enemigo es el coronavirus.

Una de las razones de este urgente llamado es que viven en límites con Brasil, país que ocupa actualmente el segundo lugar a nivel mundial en contagiados.

Además, los carurenses advierten que, desde San José del Guaviare, a través del río Vaupés, llegan decenas de lancheros que traen remesas y al mismo tiempo personas que recogen en el camino. Muchos que huyen del virus, según cuentan.

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También se refieren a una migración desde Mitú.

“En estos momentos tenemos noticias que se nos viene la gente que está en la ciudad de Mitú, desesperada buscando refugio en este municipio, ya que esta zona está limpia”, dice Ismael Rodríguez, habitante de Carurú.

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Temen contagiarse del COVID-19, más aún porque afirman que no tienen elementos de bioseguridad ni atención adecuada si alguien enferma.

“Nos están llevando a un verdadero etnocidio, donde los mestizos, los negros y los afros estamos siendo olvidados de manera cruel”, sostiene el padre Andrés Eduardo Muñoz.

Ellos no quieren que su historia tenga un epílogo como el de La Vorágine, la inmortal novela de José Eustasio Rivera: “Ni rastros de ellos... ¡los devoró la selva!”.

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