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Inició vendiendo pollos: Carlos Vallecilla y la historia detrás de su exitosa compañía La Santé

Una tragedia, que le arrebató parte de su fortuna, hizo que terminara en el negocio de los farmacéuticos. Así maneja un conglomerado de 8 empresas con 91 años.

Valecilla anda siempre con una calculadora en mano porque, dice entre risas, le “gusta hacer negocios a toda hora”.

Nació en Cali y estudió en el colegio de Juan Luis Gonzaga hasta cuarto de bachillerato.

"Tuvimos una situación económica muy mala. Mi padre se enfermó, pasamos mucho trabajo en mi casa. Y entonces en el colegio nos atrasábamos de las mensualidades, comenzaban los compañeros a decirme en coro: ‘no ha pagado, no ha pagado’. Yo me sentía como humillado, dije yo voy a salirme del colegio. Yo tenía 15 años", cuenta.

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Así lo hizo, se fue a trabajar al Banco de Colombia y en un viaje a Panamá le llegó la idea de montar un asador de pollos.

El de Carlos Vallecilla fue el primer asadero de pollos que hubo en Cali, lo llamó: La Fonda del Pollo.

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"Me conseguí un asadorcito pequeño, a los 3 o 4 meses me estaba ganando el doble vendiendo los pollos de lo que me ganaba en el banco", dice.

El negocio seguía creciendo, lo que le permitió entrar en otros mercados. Montó una incubadora y consiguió la distribución de una raza para venderles aves a quienes estaban comenzando a instalar granjas avícolas en el país.

Pero las dificultades no tardaron en aparecer: "Me llaman a las 11:00 p.m. a decirme que el río Cauca se había salido. Parece que todos sus animales se han ahogado. 22 mil pollitas. Me senté en una piedra a llorar. Mi plata que había hecho en 10 años de trabajo y de lucha. Aquí en Cali todo el mundo me volteaba. Nadie me ayudaba”.

Le quedó debiendo a los bancos 11 millones de pesos de la época.

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Sin embargo, la suerte le cambió debido a la escasez de vacunas para controlar la viruela aviar, que estaba empezando a multiplicarse en Colombia. Las consiguió y se convirtió en distribuidor de un laboratorio estadounidense que le otorgó un crédito de 20 mil dólares para empezar su nuevo negocio.

A la importación de productos para el sector avícola, Vallecilla sumó en la década de 1970 la distribución de instrumental ganadero. Más tarde, hacia 1988, fundó su primer laboratorio veterinario: Agrovic.

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Siguió suministrando materias primas a los laboratorios hasta cuando descubrió que el negocio estaba en venderle al consumidor final.

Entonces, llamó La Santé y fue su salto a la industria farmacéutica para los humanos.

"Comenzamos cuatro personas, pero en principio fue durísimo porque quién le iba a comprar a uno, un laboratorio desconocido. Nos demoramos tres años para llegar al punto de equilibrio. Hoy por hoy estamos entre los tres primeros laboratorios de Colombia y siempre pensando en el futuro, dejar un legado bien bonito", afirma.

En ese camino al éxito, su esposa siempre estuvo ahí. “En las épocas críticas, ella me daba fuerzas”, agrega.

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Con 91 años, Vallecilla continúa al frente del Grupo Carval, un conglomerado de ocho empresas con presencia en 18 países que incluye uno de los laboratorios farmacéuticos más grandes de Colombia.

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