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Historia del edificio Mónaco: búnker de Pablo Escobar y huella de sangrienta guerra entre narcos

Historia del edificio Mónaco: búnker de Pablo Escobar y huella de sangrienta guerra entre narcos

La estructura  desapareció luego de su implosión en febrero de este año, pero en su nombre lleva el rastro de la violenta época que vivió Medellín entre 1983 y 1994.
Más que un edificio fortaleza o el búnker de Pablo Escobar, el edificio Mónaco significó en la historia del país el punto de partida para la más sangrienta guerra entre carteles de la droga.
“El cartel de Cali y el cartel de Medellín, cuando Elmer y sus secuaces del cartel de Cali ponen un carro bomba con unos 80 kilos de dimanita contra el edificio Mónaco ese día arranca en serio la guerra, ese día es el momento crucial porque inicia la verdadera historia de los carteles en su lucha por el dominio y control de las drogas fuera de Colombia”, explicó John Wilson Osorio, historiador.
El diario El Colombiano describió la escena en el barrio Santa María de Los Ángeles de El Poblado, aquel 14 de enero de 1988 con este titular en su portada: “Medellín despertó como Beirut”.
“Porque los colombianos sabíamos de explosiones, de carros bomba destruidos por Beirut, pero nosotros no teníamos ese tipo de violencia acá dentro de Colombia”, agregó Osorio.
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El edificio de ocho pisos en el que casi muere la familia de Escobar fue construido con los más altos estándares de ingeniería, su estructura fue repotenciada y blindada; sus sótanos no solo guardaban la lujosa colección de coches del capo.  
“Pablo Escobar tenía allí trincheras, tenía sótanos, tenía pasadizos, tenía cárceles secretas inclusive habitaciones secretas y el piso era muy elaborado para fugarse, para esconder caletas y era el símbolo de El Poblado en su momento, simbolizaba el poder de la mafia”, señaló el exasesor de paz de Medellín, Luis Guillermo Pardo.
 Después del carro bomba, el primero en la historia del país, la muerte de Pablo Escobar en 1993 y otro atentado con explosivo en el 2000, el Mónaco quedó ahí y el paso del tiempo lo llenó de maleza y lo convirtió prácticamente en un mito.
Para borrar ese paso oscuro de violencia, el pasado 22 de febrero fue demolido mediante unaimplosión ordenada por la Alcaldía de Medellín.
“De manera infortunada creo yo, permitimos que se le diera más sentido de la cuenta y un sentido quizá un poco erróneo o equivocado, donde aquí la gente venía casi que a idolatrar la ilegalidad”, dijo Manuel Villa, secretario privado de la Alcaldía.

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