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Vacuna contra el coronavirus: ¿podría terminar convirtiéndose en la vacuna de la inequidad social?

Varias farmacéuticas en el mundo compiten por encontrar la más efectiva para poner fin a la pandemia y en esas investigaciones, incluso en Rusia, trabajan cerebros fugados de Colombia. En una lucha contra el tiempo, los intereses políticos parecen primar sobre la salud.

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Grupos científicos en todo el mundo trabajan a toda marcha en los laboratorios para encontrar la vacuna contra el coronavirus COVID-19.

En este momento hay más de 164 en desarrollo y 25 ya están en fase III de las pruebas con humanos. Las más avanzadas son:

Cerebros fugados

En algunas de esas farmacéuticas y otros grupos de investigación trabajan contrarreloj médicos y científicos colombianos, que hablan de los avances en la vacuna contra con el coronavirus y cómo podría afectar la interferencia política en su distribución.

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Javier Jaimes, virólogo bogotano. Médico veterinario de la Universidad Nacional y becado de Fulbright - PhD en Microbiología. Vinculado al laboratorio de la Universidad Cornell, en Nueva York.

"Tenemos muchas preguntas específicas con este virus que no hemos podido responder. Principalmente esos mecanismos que han llevado al virus a adaptarse de forma tan eficiente al cuerpo y células de humano", reconoce el colombiano, que avanza en el estudio de una vacuna que pueda ser la definitiva y que tomará, a lo sumo, unos tres años.

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Es por eso que el equipo estudia “cómo hace este virus para ingresar a las células y tratar de impedir que el virus entre”.

“Para eso, nosotros hemos adquirido varias estrategias y la que estamos utilizando en este momento, la que estamos enfocando más, es el uso de moléculas que puedan bloquear, que puedan interferir con el proceso de infección. Que cuando el virus va a llegar a las células esas moléculas interfieran, se unan al virus y no le permitan ingresar y esas moléculas sean anticuerpos”, explica.

Felipe Lobelo, epidemiólogo bogotano. Médico cirujano de la Universidad del Rosario. Especialista en Epidemiología con un doctorado en Salud Pública. Vinculado a la Universidad Emory.

Más al sur, en Atlanta, este miembro del grupo científico de la vacuna Moderna admite que el desarrollo de esta vacuna en particular “se ha hecho de una manera muy rápida comparativamente con procesos anteriores en donde tomaba años. Esta ha tomado meses y esperamos que, por lo menos, para las que están basadas en una tecnología de ARN mensajero, que son la vacuna Moderna y la vacuna de Pfizer con una empresa alemana de tecnología, se puedan tener los datos de su efectividad y seguridad".

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Lobelo afirma que ninguna dosis que salga al mercado va a ser 100 % efectiva para el virus, como históricamente se ha comprobado con otras enfermedades.

Agrega que “no va a haber vacunas para 7 billones de personas en un mes, eso tenemos que entenderlo desde el punto de vista logístico, eso no va a suceder”.

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Y cree que “probablemente este virus se haga endémico, que circule de manera circunstancial en las épocas frías en todos los países, similar a como es la influenza, y tener una vacuna que no necesariamente sea perfecta, pero que tenga una efectividad del 50 o 60 % nos va a ayudar a disminuir la mortalidad y que la sociedad aprenda a convivir con el virus”.

María del Pilar Lemos, bióloga bogotana graduada de la Universidad Nacional. PhD en Inmunología. Vinculada al Fred Hutchinson Cancer Research Center.

En el corazón del gobierno estadounidense, Washington, la científica Lemos hace parte del equipo que evaluará las posibles vacunas contra el nuevo coronavirus.

La colombiana advierte que habrá indicadores "que no vamos a alcanzar a evaluar usualmente. Las vacunas se evalúan por cuatro años para saber si hay un efecto secundario o tardío en una vacuna y, con esta evaluación tan corta, pues vamos a saber si la vacuna previene la infección y si causa algún efecto secundario que se deba notar para que la gente pueda tomar decisiones, si debe o no recibir la vacuna, pero no vamos a saber a largo plazo si la vacuna sigue protegiendo o si deja de ser eficaz en el tiempo".

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Germán Leonardo Abril, médico de Mogotes, Santander, graduado de la Universidad ELAM en Cuba. Cursa una especialización en Neurocirugía en la Universidad Sechenov, en Moscú.

La vacuna Sputnik V desarrollada por el Centro Nacional de Investigación Gamaleya ha sido duramente cuestionada por los grupos científicos, que la califican como carente de evidencias publicadas. Por su parte, el gobierno ruso la declaró como la primera vacuna COVID-19 registrada en el mercado mundial y la autorizó para uso generalizado.

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Abril, que estuvo vinculado al proyecto, defiende este desarrollo y afirma que como rompió con el mercado de la especulación “ha generado ampolla en un gran número de compañías y en un gran número de políticos que, incluso, buscan beneficios en una situación tan dolorosa como esta, y eso ha sido tal vez lo más grave”.

“Lo otro es que la gente cuestiona la vacuna por el origen y, sin embargo, yo pregunto: ¿quién sabe cuál es el origen de las vacunas que hoy se les aplican a los niños en todo el mundo? Nadie se preocupa por eso”, agrega.

¿Qué prima con la vacuna contra el COVID: la humanidad o la política?

Lobelo afirma que su grupo ha “hecho cartas, mensajes, mostrando lo negativo que es tener estas intromisiones políticas. La Organización Mundial de la Salud también lo ha mencionado, las intromisiones políticas en los países donde se ha politizado más, Estados Unidos, Brasil, México, son los que han manejado peor la pandemia, los que han tenido más muertos, así que eso es claramente una llamada de atención y es un proceso que se debe parar”.

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Lemos, por su parte, confía “en la fortaleza de las instituciones que están creadas para regular esos procesos de evaluación de las vacunas, que deben ser capaces de manejar, tolerar y resistir presiones sociales, económicas y políticas, porque su labor es garantizar una vacuna segura y eficaz”.

Incluso, el papa Francisco hizo un llamado para que la vacuna sea distribuida equitativamente.

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Claudia Vacca, farmacóloga bogotana graduada de la Universidad Nacional. Directora del Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional. Magíster en Fármaco-Epidemiología de la Universidad de Barcelona.

Sin embargo, para esta experta, las grandes firmas farmacéuticas, con algunas excepciones, están apostando en la “defensa de sus patentes y monopolios que van a dificultar posteriormente la trasferencia de tecnología, que se produzcan de manera masiva aquellas vacunas que demuestren que son efectivas y que son seguras”.

Y al ser preguntada sobre si la vacuna contra el COVID-19 podría terminar siendo la de la inequidad social, respondió: “Estamos en ese riesgo”.

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Por eso, dice que se está "pidiendo al Congreso de la República que movilice, por un lado, leyes y decisiones normativas que obliguen a que esa declaración de bien público se haga en el país y se garantice una distribución oportuna, suficiente y equitativa”.