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Fernando Trueba intentó recrear “todo ese amor” de familia en la cinta ‘El olvido que seremos’

El director español, ganador del Óscar, habló del proceso que vivió para rodar la adaptación del libro de Héctor Abad Faciolince, que, dijo, será su amigo por siempre.

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Viene al Hay Festival a hablar de un tema que, personalmente nos toca en Caracol TV y Noticias Caracol, de un proyecto absolutamente maravilloso, que es la adaptación cinematográfica de tal vez del libro más exitoso de los últimos 30 años de Colombia, según dicen los expertos en historia, literatura. ¿Cómo fue esa experiencia? Con una anécdota, cuando Héctor Abad Faciolince, autor del libro ‘El olvido que seremos’, le dijo algo de hacer una adaptación de ese libro, usted le dijo ‘está loco’.

No le dije está loco, le dije ‘yo creo que no se puede hacer una película’. El libro lo conocía muy bien, lo había comprado primero en España, luego en distintos idiomas, en distintos países y siempre para regalarlo a gente a la que quiero. Mi madre había leído dos veces el libro, hermanos míos, etcétera… Pero de repente yo estaba por París y lo habían traducido al francés y compraba dos para dárselos a dos queridos amigos ahí. O estaba en Nueva York y veía ‘Oblivion’ y se lo regalaba a un amigo americano. Era un libro que tomaba ese significado para ti, no es un libro cualquiera que tú regalas como ‘toma esto para que te lo leas, una novela muy divertida’, no, era un libro que le das a gente con la que tienes algo en común.

Te lo ofrecen y es un tremendo honor y dije ‘me halaga mucho que me ofrezcáis esto, pero sinceramente no creo que se pueda hacer una película’.

¿Por qué? ¿Le había impactado tanto como a millones que lo leímos?

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Porque me parecía que ese libro es tan verdad, es la confesión de un hijo hablando de su padre a lo largo de un periodo de 25 años. El cine eso no lo podía dar. En el cine es muy difícil el paso del tiempo, en el cine todo es mentira. Igual que todo eso era verdad, el cine son actores disfrazados. Entonces yo pensaba ¿cómo se va a hacer esto?

¿Cómo lo convencen?

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Fue la paciencia y la manera en que Gonzalo Córdoba me dijo ‘entiendo tus razones’, que yo le daba de por qué no era posible hacer una película. Pero… (me dijo) ‘¿no podrías leerlo de nuevo pensando? Yo sé que cuando lo leíste no pensabas en cine, lo leíste por el puro placer de leer como un lector más. ¿No serías capaz de leerlo una vez más intentando buscarle la forma cinematográfica de contar esta historia?’. Y ese fue el principio de todo.

Entiendo que metió mano su hermano David, el guionista, el escritor. ¿Cómo fue?

Sí. Me metieron mucha prisa. ‘¿No tienes alguien de confianza que vaya ya empezando una primera versión?’. Yo dije, ‘de confianza, que yo pueda decir para hacer un guion como este, tengo una persona que es mi hermano, pero siempre está aliado con sus novelas, sus películas, sus artículos. No sé en qué momento está ahora’. Pero se lo propusimos y David dijo que sí y eso ha sido buenísimo, porque no creo que nadie hubiera adaptado tan bien el libro como lo ha hecho David.

Esa adaptación, que después terminó en ese rodaje, después vino la escogencia de Javier Cámara como protagonista, un elenco de artistas colombianos y viene el rodaje, ¿dónde fue?

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Ha sido en Medellín todo, salvo unas pequeñas escenas un día o dos en Bogotá y un día en Turín. También rodamos un día en Madrid, pero eso no quedó en la película, lo corté al final.

Para quienes han leído el libro, que nos hemos emocionado hasta el llanto, hemos visto en ese libro no solo ese amor filial tan intenso, tan fuerte y tan transparente como el de Héctor Abad -el autor- con Héctor Abad padre, ¿qué tiene la película? ¿Cómo refleja el libro? ¿Cómo puede definir ese reflejo de semejante obra tan dolorosa y tan bella, y también tan admirable como es la que hace Héctor de esa relación con su padre asesinado, en la película?

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No quería que la película fuese solo la descripción de una injusticia o de un crimen. Para mí, leyendo el libro, la educación de ese hijo por ese padre, el amor de toda esa familia era clave. He intentado recrear toda esa familia tan bella y todo ese amor, esa alegría de vivir. Una cosa que me llamaba la atención, documentándome para la película, era que en todas las fotos de Héctor Abad Gómez, en un 90%, él está riendo en la mitad con una carcajada. Eso fue algo que me llamó mucho la atención y decía ‘esa carcajada, que ni el actor más bueno la puede simular, esa carcajada la tiene que tener el que vaya a encarnar a este personaje, porque esa carcajada es la alegría de vivir, es el amor a la vida, y si no lo transmitimos no merece la pena que se haga la película’.

Usted contaba a círculos de amigos que la documentación para el libro, a parte del guion, de la obra de Héctor Abad, fue bien compleja porque lo llevó a documentarse sobre la historia reciente de Colombia, ¿cómo fue eso?

Uno viene a rodar en un país que no es el tuyo, en el que supuestamente conoces unas cosas, unas personas, unos libros, unas ciudades, pero desconoces muchas más. Obviamente rellenar algunos huecos, compré un par de historias que me parecieron buenas, no monumentales sino manejables, útiles, recientes de historia de Colombia que me vinieron muy bien para situarme en el mapa, incluso leyendo de épocas anteriores, que a priori no tienen nada que ver con la historia que estamos contando, pero todo tiene una base en el pasado.

¿Qué enseñanza le dejó hacer una película de un libro como este?

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Es una película donde creo que he hecho cine, a partir de una historia que es real, que es dolorosa, he podido subirme ahí y lanzarme a hacer cine, no quedarme en la pura reconstrucción o en el puro retrato de algo que ocurrió, sino intentar ir más allá.

¿Cómo le fue con Héctor Abad Faciolince? Sé que surgió un vínculo que va más allá de la obra, pero ¿usted le preguntó algo durante el rodaje?

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Héctor Abad es un ser humano tan generoso, tan respetuoso, que hizo una cosa: irse de Colombia, irse unas semanas a Europa para no estar aquí estorbándome, para no ser una presión sobre mí, para que yo me sintiera libre y pudiera hacer la película a gusto. Pero un problema de salud de una persona de la familia lo hizo volver a las pocas semanas. Ya el rodaje estaba empezado. Ahí dijimos ‘vamos a dejarnos de tonterías, ven cuando quieras’.

Que el autor esté allí y vea lo que estás haciendo te intimida un poco, pero él es una persona tan respetuosa y dulce, que acabamos acostumbrándonos todos y además el equipo estaba siempre feliz cuando él venía.

Hago una cita de Héctor Abad en una entrevista que le hicieron sobre esta aventura y dice: ‘como un violinista interpreta una partitura que él (Trueba) interprete mi libro como quiera’.

Así fue. Fue una colaboración muy bonita y le agradezco tanto su generosidad a Héctor, a todos los niveles, desde que me la ofrecieron hasta ahora, o sea que ya somos amigos para siempre.

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En contexto:Vea cómo nació para el cine ‘El olvido que seremos’, dirigida por Fernando Trueba

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