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Una guerra y tres militares que sirvieron de inspiración a Cien años de soledad

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La confrontación de los Mil Días iluminó apartes de la historia del coronel Aureliano Buendía. Tres uniformados, entre ellos el abuelo de Gabo, le dieron vida.
Más allá de la geografía de Macondo y esa casa de sus abuelos que Gabriel García Márquez tomó prestada para la familia Buendía, al pueblo de Cien años de soledad hay que buscarlo en la historia.  
En páginas de esta novela, así como en la realidad, liberales y conservadores protagonizaron uno de los conflictos armados más violentos de Colombia: la Guerra de los Mil Días.
Aureliano Buendía es suma de tres personajes, “su abuelo el coronel Nicolás Márquez, que vino a Ciénaga y peleó aquí en la última batalla del 14 de octubre de 1902, Rafael Uribe Uribe y Ruperto Henriquez Murcio”, asegura el historiador Guillermo Henríquez.
Fue en la plaza del Centenario de Ciénaga donde Aureliano Buendía libró su última batalla antes de emprender camino hacia la rendición. Un lugar que se erige en Magdalena y oculta secretos literarios de Gabo.
Y otro espacio que saltó a la imaginación, pero es real, fue la finca bananera Neerlandia, donde se selló la llamada capitulación en Cien años de soledad.  
“El coronel Aureliano Buendía llegó en una mula embarrada. Estaba sin afeitar, más atormentado por el dolor de las golondrinos que por el inmenso fracaso de sus sueños”, cuenta Gabo en su novela.
El coronel de la realidad y el coronel de la ficción se funden en uno solo cuando se trata de juntar frustraciones: una guerra perdida y un pacto incumplido.

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