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Los acordes que suenan en sector vulnerable de Cali para construir paz y contrarrestar la violencia

El dolor y el crimen han marcado a la zona por muchos años. Sin embargo, un grupo de jóvenes está escribiendo una nueva historia a través la música.
En la casa de Dayana Rivera se respira música. Su papá la motivó para que este fuera su camino. Hace 5 años estudia en la Escuela de Música Desepaz, una alternativa gratuita de la que se benefician más de 2.300 niños y jóvenes en Cali.
“Yo veía que ese era un proyecto muy chévere, que uno podía aprovechar su tiempo, el tiempo que tenía libre, porque yo llegaba a mi casa a hacer nada, a ver televisión, entonces mejor lo aproveché”, cuenta la adolescente.
Dayana tiene 14 años de edad y toca el clarinete. Es el orgullo de su familia, sobre todo, de su padre, Diego Rivera.
“Para mí es un orgullo. Está aquí hace 5 años gozando de esta magnífica docencia”, comenta Diego Rivera.
Desepaz es un barrio que está ubicado en la comuna 21 en Cali, es un sector que no se ha escapado de la violencia y las fronteras invisibles, pero entre sus calles hay un espacio en donde la música es la clave para reducir esta problemática.
Hardinson Castrillón es el director musical y, con cada nota que enseña, fomenta la sana convivencia.
“Este es un sector donde las fronteras invisibles es el pan diario y es una maravilla uno tener la posibilidad de aportarle un grano de arena para que estos chicos cada día construyan un proyecto de vida”, afirma el licenciado en música.
Hace 15 años se abrieron las puertas de este centro cultural en el que se busca tejer otra realidad de Desepaz. Desde ese entonces y a través de la Asociación Proartes, Amparo Sinisterra trabaja para brindarles a los jóvenes un espacio donde aprenden gramática musical, técnica vocal y a tocar varios instrumentos.
“Cuando la firma de la paz, fueron ellos los que cantaron, cuando vino el Santo Padre, ellos fueron los que cantaron. Entonces, es una transformación de la vida”, dijo Sinisterra, fundadora de la Asociación para la Promoción de las Artes.
“Se construye paz con la música, porque es un trabajo que se hace con ellos desde el respeto al compañero y desde el respeto hacia sí mismo”, comenta el profesor Castrillón.
Ahora, los chicos le apuestan a grabar su primer trabajo discográfico, para que la comunidad siga escuchando las notas que están cambiando la realidad de este sector vulnerable de la capital del Valle del Cauca.

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