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“Le pido a Dios que no me lo quite”: esta joven mujer huyó de Venezuela y encontró el amor en Cali

Conozca la historia de Maykely Gómez, quien se sintió explotada y acosada en su primer trabajo en la ciudad, pero cuya vida cambió en un asadero de pollos.

El amor no tiene fronteras y eso quedó demostrado con la historia de un noviazgo entre una venezolana y un colombiano. Ellos viven en Cali y comparten sus días juntos en el trabajo, justo en el mismo lugar donde se conocieron.

Maykely Gómez tiene 21 años de edad, salió huyendo con su pequeño Josué de la crisis de Venezuela y hace un año llegó a la capital del Valle del Cauca. Sin embargo, el comienzo no fue fácil.

“Trabajé dos semanas en un puesto de comidas rápidas, porque, cuando el muchacho, mi jefe, que me iba a pagar, me decía que fuera para su casa y yo le decía que por qué, si yo le trabajaba a él aquí”, comenta.

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MayKely se sintió intimidada y a la vez explotada, por lo que decidió renunciar. “Y no podía estar sin trabajo porque aquí el venezolano tiene que trabajar, tiene que venir a trabajar, a levantarse”, señala.

Dormía en el suelo de una habitación que pagaba con sus familiares y con los días encontró una oportunidad que, sin pensarlo, iba a cambiar su vida por completo.

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Venezolanos errantes atraviesan el continente en busca de una mejor calidad de vida Fue en un asadero de pollos donde Maykely conoció a Carlos David Echeverry, el hombre que hoy es el dueño de su corazón y con quien trabaja día a día para salir adelante.

“Él me empezó a escribir, yo le respondía, un día yo le dije: ‘¡Ay, David, vamos a salir!’ Y él me dijo: ‘Bueno, May, vamos a salir. Salimos, nos conocimos, compartimos”, afirma la joven.

Aunque Carlos dice que “hubo como una química entre los dos y ahí ya se dio todo”, ella fue quien dio el primer paso.  “Fui yo la que le di el primer beso, yo lo besé”, asegura Maykely.

Posteriormente, fue David quien formalizó la relación y ahora viven juntos. “Me dijo: ‘Yo quiero algo serio con usted’. Yo le dije: ‘Bueno, David, yo también quiero algo serio contigo’”, explica la venezolana.

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Con el pasar de los días, Maykely tuvo que hacerse cargo de su sobrina Jhoangerlis y, por fortuna, David también le abrió las puertas de su casa y su corazón. “Nos trata bien, él es una bella persona y le pido a dios que no me lo quite”, dice Maykely con los ojos aguados.

Los planes de esta pareja van en serio. Ninguno se quiere perder ni un solo día junto al amor de su vida. “Yo la amo, la amo profundamente”, asegura David.

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Hoy, esta familia da ejemplo de amor, demostrando que somos una sola raza en la que nacionalidad y cultura también son el uno para el otro.

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