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El agua en Santa Marta, la historia sin fin

El deficiente servicio de acueducto y alcantarillado es una historia que parece no tener fin en la capital del Magdalena. Esta es una radiografía de por qué parece imposible tenerlo.

El agua en Santa Marta, la historia sin fin

Los samarios, sin importar el estrato social, siguen padeciendo las intermitencias del servicio y los malos olores producto de aguas residuales que se rebosan en algunos sectores. La actual empresa de servicios públicos esta intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos y hoy existe una gran incertidumbre por el futuro del agua en la ciudad de Santa Marta.

Hicimos un recorrido por los sectores más exclusivos de la ciudad y por los barrios de clase media y populares para comprobar que la falta de una red de acueducto y alcantarillado es un problema que afecta a ricos y pobres por igual en la ciudad, todos por igual se ven afectados por este problema, empezamos en el turístico sector de El Rodadero.

Angélica Fernández gerencia el Karaya, hotel inspirado en el desarrollo sostenible. Cada pieza tiene una razón de ser y hace parte de un engranaje ecológico en donde el ahorro del agua es fundamental. "Tenemos un sistema de recolección de agua de todos los aires acondicionados y de escorrentía de las zonas verdes, pasan por un filtro de zeolita y luego a un tanque de almacenamiento y luego pasa un sistema de riego automatizado nuevamente a hacer riego de todas las zonas del hotel", cuenta.

Pero pese a todos los esfuerzos el proyecto aún no arranca simplemente porque no cuenta con el servicio de agua potable. Como este recinto, según la Asociación Hotelera y Turística de Colombia, Cotelco, hay veintidós proyectos más en la misma situación. Para ellos ha sido complejo este proceso por la inestabilidad de las empresas públicas o privadas que durante años han estado al frente de este problema.

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"Nos encontramos que nos toca hacer otra mega obra para poder conectarnos al punto viable porque los puntos cercanos están colapsados, nos tocó con recursos propios hacer esa red externa para poder conectarnos".

Omar García es el presidente ejecutivo de Cotelco, aunque es uno de los renglones más importantes de la economía dice que no es fácil hacer empresa en Santa Marta: "Cuando llega un hotelero nuevo, yo que llevo mucho tiempo, me toca contarle la realidad que es como el Macondo de García Márquez que nació en esta tierra, es una historia que hay que contarle lo que sufrimos para tener agua potable, para tener alcantarillado, para poder solucionar el problema de agua residuales en las calles , las aguas lluvias".

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No muy lejos de allí, conversamos con Alejandro Arias. Él tiene su apartamento en el piso 21 de un moderno edificio del sector, además de tener una de las mejores vistas de la ciudad su predio cuenta con una pequeña piscina, dice que se siente privilegiado pero que, como todos los habitantes de Santa Marta, debe tomar el agua con un sistema de bombeo. “La necesidad del tanque profundo, la motobomba, el tanque elevado, eso no conoce estrato, es lo mismo estrato uno al estrato seis, los hoteleros o los industriales, todos tenemos que tener lo mismo si queremos recibir el agua en el lavaplatos o el lavamanos". Y también en épocas de sequía debe tomar medidas y lo que hasta hoy es un lujo se convierte en una necesidad, cuenta Alejandro: “Cuando llega el verano, no recibimos el agua de la empresa, se nos agotan las existencias, abajo toca racionar y llega el momento en que tenemos que utilizar la piscina para proveerle el agua a quienes habitan este edificio".

Ahora atravesamos el cerro que divide El Rodadero con la ciudad de Santa Marta. Llegamos al populoso sector de María Eugenia. Allí nos encontramos con doña Modesta, nacida y criada en el barrio, hoy a sus sesenta años dice que el problema del agua lo ha vivido siempre y muy poco ha cambiado desde que era una niña. Como todos nuestros entrevistados es franca cuando uno le pregunta por el problema del agua: "La motobomba es un elemento indispensable aquí en Santa Marta, el que no tiene motobomba, como dicen, esta fregao".

Radiografía del problema


El problema es complejo y no solo obedece a la ineficiencia de las distintas empresas de servicios públicos que han enfrentado la situación. Es justo decir que hay otros factores muy importantes que son claves en el proceso. El primero es el crecimiento demográfico.

Santa Marta es receptora de miles de desplazados por la violencia que a 2003 llegaron huyendo de la guerra y se quedaron a vivir en la ciudad en un proceso de desarrollo urbano desordenado. Más recientemente, otro éxodo afectó este crecimiento demográfico, la migración de ciudadanos venezolanos, todos ellos desplazados de aquí y allá demandan servicios.

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El segundo factor es el crecimiento exponencial del sector turístico, según Cotelco, el flujo de turistas que antes se esperaba en los periodos vacacionales se volvió permanente y ahora tiene un promedio de ocupación del 60%, es decir, ya no hay población flotante de turistas. Es como si una nueva ciudad se hubiera traslapado sobre Santa Marta y desde luego también demandan servicios públicos.

Y el tercero es el efecto de la pandemia. Una de las medidas de choque frente a la emergencia sanitaria fue la prestación del servicio a toda la ciudadanía, sin importar si la gente pagaba o no su recibo, desde luego con cargo a la cartera de la empresa. Este fue sin duda un duro golpe a las finanzas de Essmar, la empresa se servicios públicos de Santa Marta, cuenta su exgerente Patricia Caicedo.

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“No se le podía cortar el agua a nadie porque este virus se combate es con aseo, con higiene. Y además donde cortaron, porque la empresa pública debe cortar a quien no paga porque lo dice la CRA, entonces tienen que reconectar. Nosotros teníamos 11 mil usuarios que le habíamos cortado: hoteles y empresas que no pagaban nos tocó reconectarlas y todo eso con cargo a la empresa"

Desde luego, están los problemas técnicos. Santa Marta tiene un déficit de agua, es decir, el líquido con que cuenta no es suficiente para la demanda de sus usuarios. No hay un balance entre la oferta y la demanda. A esto se suma otro inconveniente, las pérdidas por conexiones ilegales que actualmente están en el 58%, según la misma empresa.

La empresa pública Essmar ha hecho esfuerzos por mejorar el servicio, invirtiendo en las redes de distribución y en la sectorización del servicio para obtener mejores resultados. En nuestro recorrido por barrios como El Pastrana o Los Almendros la gente dice que ha mejorado sustancialmente, pues la intermitencia es cada vez menos y hay algunos casos donde el servicio llega las 24 horas , pero todavía falta mucho y una solución integral al problema todavía está lejos si tenemos en cuenta que la empresa esta intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos por sus problemas financieros que, según el órgano de control, la podría hacer inviable, aunque su diagnóstico aún no es definido y es estudiado por su agente interventor Empresas Públicas de Medellín, EPM.

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