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Horrores de La Modelo: torturas, asesinatos y barbarie tras las rejas

Este centro penitenciario, inaugurado en 1960, lleva décadas siendo escenario de todo tipo de crímenes. Expertos creen que ocultaría hasta fosas comunes.

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Jineth Bedoya, periodista secuestrada y violentada sexualmente por las autodefensas en el 2000, le pidió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que, como medida de reparación en su caso, le ordene al Estado colombiano el cierre de la cárcel La Modelo de Bogotá.

Noticias Caracol conoció las intimidades del expediente sobre La Modeloy constató que ese centro penitenciario lleva décadas siendo escenario de todos los horrores posibles.

Desde asesinatos al por mayor y al detal, torturas execrables, secuestros infames y un largo etcétera de crímenes no resueltos. Una cronología de barbarie.

Se inauguró en 1960 con una capacidad para 1.900 internos, pero en octubre de 1967 ya se contabilizaban 4.000 y se registraba la primera balacera al interior del penal; la protagonizaron cinco asaltantes bancarios que lograron fugarse.

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En diciembre de 1971, otros cuatro ladrones burlaron la guardia. Mientras se multiplicaba el crimen y los incidentes trascendían a las noticias, en mayo de 1976 los habitantes de Puente Aranda pidieron por primera vez cerrar la cárcel.

En septiembre de 1979 se dinamitó uno de los muros del penal y 10 reclusos escaparon. En diciembre de ese mismo año, tres internos fueron incinerados con gasolina.

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En marzo de 1986, con la complicidad de una docena de guardianes y tras pagar una fortuna, el narcotraficante hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros se fugó y, cinco años más tarde, en abril de 1991, hizo lo propio el sicario de sicarios del Cartel de Medellín Dandenis Muñoz Mosquera, alias ‘la Quica’, quien salió por la puerta principal del establecimiento.

Entre motines y extorsiones, la década de los 90 fue la más salvaje: en abril de 1997, se registraron cuatro muertos en enfrentamientos con la guardia. Al año siguiente, en mayo de 1998, 20 miembros de las autodefensashuyeron tras construir un túnel y en diciembre de 1999 ocurrió la primera masacre: 11 personas perdieron la vida tras los combates entre guerrilleros y paramilitares.

En abril de 2000 tuvo lugar la segunda masacre y con los mismos protagonistas: esta vez fueron 26 las víctimas mortales.

Al mes siguiente, en mayo de 2000, mientras se disponía a hacer un reportaje sobre lo que ocurría allí, la periodista Jineth Bedoya fue secuestrada y abusada por miembros de las autodefensasy, un año después, en julio de 2001, las autoridades tuvieron que reportar la tercera masacre al interior del penal: 10 muertos en total.

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El telón de muerte y oprobio en La Modelo no se cerró jamás y así lo constata un expediente de la justicia en poder de este noticiero en el que todavía se investigan 157 homicidios, así como tres desapariciones ocurridas entre 1999 y 2003.

David Martínez, exasesor del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos y quien conoció de primera mano la barbarie de esa época, coincide en que la cárcel debería clausurarse. Hay demasiados crímenes insepultos, dice.

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“Que se hiciera la demolición de la cárcel y se miraran las posibles fosas comunes que habría en el fondo de la cárcel, eso es lo que habría que entrar a mirar, eso debe estar lleno de muertos”, sostiene.

Martínez se refiere a los tiempos más atroces que protagonizaron como caciques de la cárcel Ángel Gaitán Mahecha y Miguel Arroyave, capos de capos del paramilitarismo, con línea directa con Carlos Castaño Gil en el Nudo de Paramillo.

La Modelo entonces parecía todo menos un centro de reclusión era más bien un cuartel general alterno de las autodefensas en pleno corazón de Bogotá. El crimen de Jaime Garzón es una prueba más de ello.

“En agosto de 1999, unos días antes de su asesinato, Jaime Garzón fue a la cárcel a entrevistarse con Ángel Custodio Gaitán Mahecha y tratar de frenar la orden de asesinarlo. Se dirigió a la cárcel y desde allí pudieron entablar comunicación a través de un teléfono satelital con Carlos Castaño, entonces máximo comandante de las Autodefensas. En esa cárcel los grupos paramilitares tenían pleno dominio, podían seguir su red criminal y contacto con el exterior”, afirma Santiago Escobar, abogado de la familia Garzón.

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A pesar de su charla con Castaño, el plan criminal para asesinar a Jaime Garzón estaba en marcha y en la madrugada del 13 de agosto de 1999, cuando se dirigía a Radionet, fue asesinado a mansalva por dos sicarios de la banda La Terraza al servicio de alias ‘Don Berna’.

Aunque los casos de Garzón y Bedoya son quizá los más conocidos, sobre esa vorágine de crímenes ocurridos en La Modelo hay decenas de testimonios de exparamilitares que aparecen consignados en el expediente: extorsiones, secuestros, descuartizamientos, sangre... todo tenía un precio allí y todo era así de crudo:

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"La Modelo en esa época era el negocio más lucrativo que había, se recogían más finanzas dentro del establecimiento que en un frente pequeño. En el frente Pivijay, en Magdalena, al comando de ‘Jorge 40’, le llevábamos mensual $40 millones y La Modelo botaba 60 (millones) semanal. Estoy hablando del 99. Una vez Carlos Castaño tuvo conocimiento de la cantidad de dinero que se recaudaba ordenó que los honorarios de los abogados (de los paramilitares) salieran de esas finanzas", contó Luis Alberto Medina Salazar en una declaración del 30 de enero de 2017.

A finales de los años 90, los muertos seguían contándose: además de las tres masacres, que cobraron la vida de 47 personas,se perpetraron 110 homicidios selectivos entre 1999 y 2003.El Inpec apenas oficiaba como una celaduría de conjunto cerrado.

"Había caspetes, asadero de pollos, almacén de ropa, almacén de electrodomésticos, prenderías. En el año 2000 había una discoteca mucho mejor que las de la calle, había gimnasio grande para 20 o 30 personas, sauna, restaurante de comida italiana, panadería, ferretería. Vendían desde un martillo hasta una puntilla, vendían taladros. Eso era una ciudad pequeña”, reveló Mario Jaimes Mejía, alias ‘el Panadero’, en una versión del 16 de marzo de 2015.

También se conoció que construyeron socavones para torturar a quienes se rehusaban a pagarles a las AUC.

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“Entrando al patio 4 realizaban las torturas: tanque, corriente, tabla. Esas torturas eran públicas. En el patio 5 (había) un túnel con doble pared para esconder gente secuestrada por no pagar la extorsión. El que no pagaba lo metían entre un tanque con agua y le ponían los cables de electricidad", dijo Ariel Ramiro Garzón Franco en una versión del 8 de noviembre de 2016.

Son relatos de terror que mencionan descuartizamientos y cianuro por montones. También se habla de muchas desapariciones.

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“Lo que se escuchaba decir es que habían sido muchos (los cadáveres) y que unos los había sacado el Inpec en una volqueta fuera del establecimiento carcelario. Supuestamente, digo yo, para no escandalizar mucho por la cantidad de muertos”, declaró Álvaro Escorcia Ariza en una versión del 29 de marzo de 2017.

El expediente dice que eran frecuentes las misteriosas desapariciones en los conteos de los internos. El 19 de agosto de 1999 se registró un faltante de 21 internos, el 8 de diciembre de ese año, de 50, el 8 de junio del 2000, de 48 internos más, y dos días después, ya eran 68 los internos que no aparecían.

Decenas de testimonios, cada uno más salvaje que el siguiente. Sin embargo, todavía hay demasiados muertos, torturados y desaparecidos de los que poco o nada se sabe, más allá de sus nombres o de cuadros estadísticos.

Con semejantes antecedentes de horror y crimen, el exfiscal Alfonso Gómez Méndez le pide a la JEPlo siguiente: "Tenemos una oportunidad de que se les permita a los jefes paramilitares que hablen, que hablen y que digan todo, que el país conozca su verdad para que no siga siendo un país de mentiras".

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El último episodio de violencia en La Modelo ocurrió en marzo de 2020 cuando 24 internos fallecieron tras un motín. Actualmente se indaga si la guardia ejecutó a muchos de ellos en estado de indefensión.

Más allá de si debe o no cerrarse La Modelo, este recuento de terror y muerte, desde los primeros reclusos incinerados con gasolina en 1979 hasta los 24 que murieron el año pasado, constituye un capítulo vergonzoso para cualquier estado democrático.

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