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No los mata el coronavirus, pero sí las balas: el triste panorama que vive el Cauca en cuarentena

No los mata el coronavirus, pero sí las balas: el triste panorama que vive el Cauca en cuarentena

El avance de tres columnas de las disidencias de las FARC tiene en jaque a las poblaciones, especialmente en el norte del departamento.

Mientras el país vive en aislamiento obligatorio, miles de habitantes del Cauca se refugian en sus casas para escapar de las balas.

Los grupos ilegales se disputan el territorio por el control del narcotráfico y los lideres sociales están en la mira de los criminales.

En varias zonas de este departamento, la gente no ha estado aislada por el coronavirus COVID-19, sino escondida por la guerra de los grupos ilegales, que operan especialmente en el norte del Cauca.

En estos sectores las disidencias de las FARC buscan dominar el territorio para controlar los cultivos ilícitos y las rutas del narcotráfico.

Ejemplo de ello es el río San Juan de Micay, al que los pobladores del Cauca bautizaron como ‘El río de las mil almas’.

"Continuamente bajan cuerpos por esa zona. Alguien nos decía en el territorio que si se secara ese río eso sería un cementerio, por la cantidad de personas que están allí", aseguró Jaír Lemos, defensor regional del pueblo de Popayán.

Y es que tanto los grupos armados como las bandas criminales están aprovechando este momento de aislamiento que están teniendo los pueblos del Cauca para ampliar el control de los territorios y de paso asesinar de manera sistemática a los líderes sociales.

Entre tanto, las familias se resguardan tras los muros de sus casas, desde donde son testigos del horror. Dice la gente que si no los mata el virus, los matan las balas.

 


Los mató la guerra, no el COVID-19

 

Desde que empezó la cuarentena, los disidentes han asesinados a tres lideres sociales emblemáticos.

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  • Teodomiro Sotelo Anacona, líder comunitario del consejo comunitario Afrorenacer de Micay. Asesinado el 17 de abril en Agua Cara, en El Tambo, Cauca.
  • Mario Chilhueso, defensor de víctimas de El Naya y reclamante de tierras. Asesinado el 18 de abril en Buenos Aires, Cauca.
  • Hugo de Jesús Giraldo, reconocido defensor víctimas de la ‘Masacre de El Naya’ y líder reclamante de tierras. Asesinado el 23 de abril en Santander de Quilichao.

Pero también fueron asesinados frente a sus familias dos miembros de la Asociación Campesina Afrorenacer de Micay en la vereda Agua Clara en El Tambo.
"Estamos cansados de que asesinen a nuestros compañeros y queremos enviarle un mensaje a quienes lo están haciendo, y es que nadie en absoluto tiene derecho a matarnos”, manifestó Jonathan Centeno, líder social del Cauca.

En medio del fragor de los combates, una comisión humanitaria de la Defensoría del Pueblo y el Ejército lograron, durante diez horas de operativos, poner a salvo a ocho líderes.

“Bajamos con el general Hoyos a rescatar a estas personas. Para nosotros fue bastante emocionante cuando me encontré con muchos de ellos. Yo había prometido volver a la zona para salvarle la vida a esa gente”, expresó entre lágrimas Jair Lemos.

 


No paran las alertas

 

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Las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo, desde el pasado 7 de marzo, no han parado de sonar en el Cauca.

“En el sur: en Argelia, en El Tambo, en López de Micay. En la zona norte tenemos problemas con el alto número de cultivos de hoja de coca. Las Fuerzas Militares y la Policía sí ejercen un control, pero por más que tenemos 500.000 hombres, no se puede estar en todos los lugares del país, y menos del Cauca”, explicó Carlos Alfonso Negret Mosquea, defensor del pueblo.

La dinámica del conflicto armado sobre el territorio del Cauca tiene que ver con el avance de tres columnas de las disidencias de las FARC: la Jaime Martínez y la Carlos Patiño, por el sur, y la Dagoberto Ramos, por el norte.

Estos grupos fueron creando una tenaza hasta llegar a los territorios controlados por el ELN, buscando el dominio total del territorio cultivado con coca y marihuana y así conectar la ruta de mercadeo con el mar Pacífico.

En contexto: “Si se secara ese río, sería un cementerio”: la guerra que no se detiene pese al coronavirus

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