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“Siempre viví con la zozobra de quitarme la vida”: joven abusada por el paramilitar Hernán Giraldo

Cubierta con una burka, que le recuerda el dolor de otras mujeres, la víctima 201 de violación por parte de este sujeto hace un relato desgarrador de cuando era niña.

Joven abusada por el paramilitar Hernán Giraldo 7 de febrero.jpg

El exparamilitar Hernán Giraldo Serna, hoy en Colombia, tiene pendiente deudas con la justicia de gran calibre por los delitos de desaparición forzada, desplazamiento, homicidio agravado, terrorismo y abuso sexual contra menores de edad, uno de sus peores crímenes, de los cuales confesó 35 casos.

Una joven cuenta cómo a sus 15 años fue ingresada a la cárcel, al pabellón de Justicia y Paz donde estaba el depredador y fueabusada repetidas veces.

“Escogí la burka para proteger mi identidad y porque también recuerdo el dolor de todas esas mujeres en el Medio Oriente y en el mundo entero”, dice ‘Camila’, la víctima 201 de Giraldo.

Ella relató a Noticias Caracol cómo fue violada y convertida en esclava sexual de Giraldo.

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Este es mi caso y el de 201 niñas vírgenes abusadas por Hernán Giraldo Serna y donde hasta el día de hoy Giraldo no ha declarado ni siquiera la mitad de sus delitos en cuanto a todas nosotras

Con el infame mecanismo del terror, ‘el Patrón’ -como lo llamaban-, ejerció su dominio sobre las familias campesinas y sus hijos. Si eran niños los reclutaba, si eran niñas las violaba y las convertía en sus mujeres.

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Giraldo demostró ser un depredador de niñas, las escogía menores de 15 años. A su finca, ubicada en la vereda Casa de Tabla en La Sierra, una de sus cocineras le llevaba las menores convirtiéndose en su principal proxeneta o celestina, así cayó ‘Camila’.

“Tenía 15 años, yo llegué a Santa Marta y ahí conocí a una mujer, ella me pidió que me quedara trabajando con ella, haciéndole los oficios de la casa y cuidándole los niños y ella a cambio me ayudaba con los estudios, me daba vivienda y me compraba las cosas personales que yo necesitara”, relata.

El 1 de enero de 2008, la niña se instaló en la casa de la mujer que sería su patrona. Allí supo quién era Hernán Giraldo.

“Un día sonó el teléfono contesté y era él, me preguntó que quién era yo, le contesté que era la chica que hacia el aseo y cuidaba a los niños. La mujer un día me dijo que Hernán me mandaba saludes. Ella siguió insistiendo con los saludos y un día le dije, yo no voy a hacer lo que tú me digas, y ella me contestó que allá afuera estábamos vigilados y que en la casa se tenía que hacer lo que ella decía o lo que él dice”, recuerda.

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‘Camila’ sintió miedo y empezó a sospechar. En la casa, además de ella, vivían otras dos menores, la mayor con una condición especial, la más pequeña de 11 años cuidaba a su hermanita, eran niñas campesinas traídas por la cocinera de la sierra.

“Un día entré a la habitación de ella y abrí un closet y había dinero desde el piso hasta el techo del closet y yo dije ¡Dios mío! Yo me horroricé y dije ¿por qué hay tanto dinero aquí?”, expresa.

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‘Camila’ recuerda que los domingos la señora arreglaba a la más pequeña de las niñas y viajaba con ella, regresaba tarde en la noche. Por la niña, supo que la llevaban a visitar una cárcel.

“Un día, ella dijo, ‘ella no va a ir hoy a la visita, vas a ir tú, vas a acompañarme a la cárcel hoy’ y ella me dijo que para entrar debíamos pasar dinero y había cogido una toalla higiénica y le sacó el relleno y le puso un montón de dinero dentro de la toalla, y me dijo que yo debía usar la toalla y luego encima de esa toalla poner otra toalla limpia y que ese dinero lo teníamos que pasar dentro de la cárcel”, asegura.

El viaje lo hicieron de Santa Marta hacia Barranquilla a la cárcel Modelo, adonde había sido trasladado Giraldo desde la cárcel de Itagüí.

“Pasamos todo el proceso de entrar a la cárcel, recuero que me hicieron la revisión y yo estaba demasiado nerviosa porque tenía dinero en mis partes íntimas y el perro estaba desesperado, la mujer pasó sus manos por todo mi cuerpo, y dijo: pabellón Justicia y Paz”,

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“Primera vez que yo lo tenía de frente y él empezó a quitarme la ropa y tuvo relaciones conmigo ahí en esa cama que había. Y recuerdo que yo lloraba porque pensaba que se iba a morir encima de mí y a mí solo se me salían las lágrimas. Yo decía ‘Dios mío, ayúdame porque este hombre se va a morir encima de mí', o sea, yo no entendía nada de esa parte porque nunca la había vivido y entonces yo recuerdo que él terminó de hacerme el acto sexual y recuerdo que yo me envolví en la sábana, entré al baño y empecé a ducharme”, detalla.

En minutos, su inocencia le fue arrebatada. ‘Camila’ se convirtió en su preferida, reemplazó por tres domingos a la pequeña de 11 años a la que una noche en la finca de la sierra le pasó lo mismo.

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Tuvo un segundo encuentro y creyó salvarse.

“Yo recuerdo que le dije yo tengo el periodo y él me contesto, ‘no importa, hacemos rellena’, eso me contestó”, dice.

Aprendió a sumirse en prolongados silencios. Lo que pasaba en la cárcel no se hablaba en la casa, menos con la patrona.

“Una última vez que me llevaba a visitarlo sonó el teléfono a las 5 de la mañana, yo me estaba duchando y yo salí del baño y contesté el teléfono y una persona del otro lado de la línea dijo 'se llevaron a Hernán extraditado para Estados Unidos', y eso fue lo que detuvo otra vez que me tocaba ir, que a él lo extraditaron”, señala.

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Al tiempo, la dueña de la casa desapareció con sus hijos. Quedaron las tres niñas, a las que se unieron otras cinco menores. Una de ellas, recuerda ‘Camila’, tenía un pequeño, era uno de los 60 hijos de Giraldo Serna.

“Después a mí me compran un tiquete por tierra, solo a mí. Ella me mandó recoger y llegó acá a cuidar los chicos y hacer de comer y el aseo de la casa, ella empieza a armar negocios”

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Después de esto, ‘Camila’ se fue enfermando.

Me diagnosticaron sífilis, me sometieron a tratamiento y bueno, es una cicatriz que queda para toda la vida. Me costó levantarme, muchísimo. Siempre viví con la zozobra de quitarme la vida, siempre era esa lucha interna, como me voy a cortar las venas. Cuando conozco de Dios y lo tomo a Él como mi esperanza y mi fuerza, es donde mi vida empieza a tomar sentido

Aferrada a su muñeco de peluche, lo único que conserva de esos días, naufragó entre sus miedos, intentando salvarse y buscó confrontar a la mujer que le destruyó la vida.

“Ya los chicos estaban grandes y yo les dije ‘ustedes no saben quién es su mamá’ y lo que ha hecho. Ella salió luego y me dijo como, ‘perdóname’, yo le dije ‘me has arruinado la vida’ y desde ahí nunca más la he vuelto a ver, no sé de ella. No he tenido una vida amorosa con jóvenes de mi edad, no”, indica.

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Se define como una mujer deshonrada que ha buscado justicia y verdad. Lo hizo cuando supo que su victimario estaba purgando la pena por narcotráfico en la cárcel de Virginia en Estados Unidos. Pidió ser reconocida como víctima del paramilitar, pero su caso no prosperó.

“Cuando fui a la oficina de Reparación de Víctimas me dijeron que ya habían pasado muchos años y que era negado para mí el proceso de reparación y acogerme, y me dijeron que él ya estaba en la cárcel, que qué más quería y que lo importante era que estaba en la cárcel, me contestó la mujer que me atendió”, dice.

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Denunció ante la Fiscalía el delito sexual acusando a Hernán Giraldo serna por acceso carnal o acto abusivo incapaz de resistir. Ocurrido el domingo 6 de enero de 2008 dentro de la cárcel de Barranquilla. El caso es conocido por la líder de derechos humanos Norma Vera.

“Es dolorosísimo para los defensores de derechos humanos que una mujer que denunció en el 2016, hasta hoy, si Noticias Caracol y esta investigación no revela los datos, no se activa la investigación. Desde 2016 está víctima no ha sido reconocida por Justicia y Paz, tampoco le han dado garantías para que su proceso avance. Para nosotros resulta increíble que elInpec no se haya dado cuenta de que tres veces ingresó una menor de edad, que no es familiar del paramilitar Giraldo Serna, a realizar visita conyugal, es inconcebible”, apunta Vera.

Ahora, con el regreso de su verdugo, el hombre que creyó ser su dueño y señor, ‘Camila’ tomó valor para ser la primera en decir cómo su cuerpo fue usado como botín de guerra por este paramilitar.

Diría que es un pedófilo, tiene muy pocas probabilidades de cambiar y quién me va a decir que no vuelve a hacer lo mismo cuando salga y las chicas que escuchan mi testimonio, las animo a que también denuncien que fuimos nosotras las que en estos tiempos y mañana podrán ser otras si ese hombre queda en libertad e impune de tantos delitos que tiene”, subraya la joven.

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Es la voz de la verdad de una mujer protegida detrás del burka, que hoy le habla al país y a las otras 200 niñas víctimas sexuales del patrón de La Sierra.

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