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Río de Janeiro se vistió de gala para los Juegos Olímpicos

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El COI y los organizadores de los Juegos Olímpicos de Rio-2016 están inmersos en una carrera contrarreloj a cuatro días de la ceremonia inaugural, con las asignaturas pendientes de la participación de los rusos y la resolución de los últimos problemas.

La cuestión de la participación de los deportistas rusos en Rio no se puede postergar mucho más y el número podría quedar fijado en las próximas 48 horas, declaró el ministro de Deportes del país europeo, Vitali Mutko, tras participar en una reunión de la Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte de la UNESCO en París.

"Espero que hoy o mañana (lunes o martes), todas las gestiones que permitan a nuestro equipo (participar en Rio) estén terminadas", afirmó Mutko.

La decisión final corresponderá a un panel de tres miembros nombrados por el Comité Olímpico Internacional (COI). Este trío estará encargado de confirmar o rechazar, estudiando cada caso de forma individual, las listas de deportistas rusos propuestas por las federaciones internacionales de cada deporte.

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Como dificultad añadida, a la lista de atletas rusos que acudieron al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), se sumó este lunes la federación de halterofilia de este país, que había visto cómo sus ocho representantes en Rio-2016 fueron excluidos por la federación internacional, y otros 18 atletas individualmente, para un total de 22.

La máxima instancia de la justicia deportiva mundial todavía no se ha pronunciado sobre ninguno de estos casos.

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Trabajo contra el reloj

El sábado, Mutko afirmó que la delegación olímpica rusa contaba por el momento con 266 deportistas, frente a los 387 inicialmente previstos.

El 18 de julio, el informe McLaren denunció la existencia de un dopaje de Estado en ese país.

La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) excluyó a la casi totalidad de los participantes rusos, salvando sólo a la saltadora de largo Darya Klishina porque vive en Estados Unidos desde 2013.

Mutko pidió este lunes en París la creación "de un sistema antidopaje único en todos los países del mundo". "Si lo conseguimos, entonces la lucha contra el dopaje podrá tener efectos reales", añadió.

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En este sentido, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en la que el presidente del COI, Thomas Bach, descargó implícitamente la responsabilidad de la confusión sobre los deportistas rusos a pocos días de la inauguración de Rio-2016, afirmó este lunes que actuó desde el momento en que dispuso de "pruebas corroboradas".

La AMA "comprende que el momento (el 18 de julio) de la publicación del informe McLaren fue desestabilizador para muchas organizaciones", indicó la agencia en un comunicado.

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Sin embargo, la AMA "actuó inmediatamente con respecto a las acusaciones contra Rusia desde que dispuso de pruebas corroboradas y del poder para hacerlo en el marco del Código Antidopaje Mundial", añadió la agencia, con base en Montreal (Canadá).

El tiempo se les echa encima a los organizadores. Mientras los atletas del mundo entero llegan a Rio, el estado de la Villa Olímpica deja que desear.

En su inauguración el 24 de julio, 15 de los 31 edificios presentaban problemas de fugas de agua o baños atascados, por lo que fue necesaria la asistencia de más de 600 plomeros.

Últimos retoques en el Parque Olímpico

En el Parque Olímpico aún se dan las últimas pinceladas.

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La principal duda recae en el Velódromo, que no fue terminado hasta finales de junio, lo que impidió a la organización probarlo con una prueba de nivel antes del inicio de la competición el 11 de agosto.

En el último momento se inauguró también la nueva línea de metro que une Ipanema a Barra de Tijuca, el centro neurálgico de los Juegos, y que entró en funcionamiento este lunes para la familia olímpica.

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De la parada final, sin embargo, los usuarios tendrán que tomar un autobús hasta el Parque Olímpico, situado a unos 20 kilómetros.

El metro pasa cerca de Guanabara, la contaminada bahía que albergará las pruebas de vela.

Cuando fue designada ciudad anfitriona en 2009, Rio de Janeiro prometió que el 80% del agua sería tratada. Siete años después los desechos de la ciudad siguen vertiéndose en la bahía.

A pesar de la presencia de barcos de limpieza y redes de protección, toda clase de materiales flota en la superficie, y los últimos análisis no mostraron una mejora en la calidad de las aguas, con gran presencia de bacterias.

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