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Vea cómo líderes sociales de Pueblo Bello, Antioquia, vencen los fantasmas de la violencia

Nuestra tarea de hacer visible el trabajo de estas personas nos lleva a Turbo. Allí, su trabajo dio sus frutos y hoy se proyectan como una comunidad organizada.
Una pacífica escena tiene particular importancia para los habitantes del corregimiento de Pueblo Bello, pues hace 28 años, un 14 de enero, el valor de 43 cabezas de ganado les costó la vida a 43 campesinos.
Ese es el número de reses que la guerrilla le robo a su vecino Fidel Castaño, propietario de la finca Las Tangas, lugar donde se gestó el paramilitarismo en Córdoba.
Castaño señaló a los campesinos de cómplices y amenazó con cobrar venganza: un campesino por cada res robada.
“Era tan estricta la orden que amarraron 44 y dejaron a uno amarrado y ahí amaneció tirado en la plaza porque eran 43 reses por 43 personas, es terrible pensar que la vida de una res vale lo mismo que un ser humano”.
Quien habla es Ramón García, uno de los líderes del pueblo que no huyeron y enfrentaron sin armas a los violentos. Dice él que esa fue la primera de varias masacres que azotaron a su corregimiento.
“Nosotros hemos convivido en cincuenta y pico de años que tiene la historia de Pueblo Bello con todos los grupos al margen de la ley, excepto el ELN, de resto todos los demás los hemos tenido”, dice.
Por eso asegura que para ser líder social en Pueblo Bello se necesitan dos cosas: amar a su tierra y tener nervios de acero.
“La mayor característica que debe tener un líder es ser muy berraco y atreverse; para poder denunciar la masacre del 90 tocó que personas de acá se asilaran en Suecia porque las amenazas eran tan fuertes que si uno se atrevía a medio mencionar ese tema lo asesinaban”, manifiesta Ramón.
Hoy se respira un ambiente menos tenso, pero no menos preocupante pues aún siguen rodeados por los grupos armados, sus líderes intentan escribir una nueva historia.
El arte redime, dice Ramón, quien se dedicó a trabajar con sus jóvenes, todos víctimas de la guerra, porque en Pueblo Bello cada uno carga con su propia historia.
Alfredo Ramos, un líder juvenil, aseguró: “En mi caso, me tocaba ir con mi mamá y amanecer en unas plataneras en el monte porque a mi papá lo mataron,yo no lo conocí”.
Con un mural de fondo, en el que se plantó para siempre la imagen de las 43 víctimas, Alfredo asegura que están pasando la página para soñar con un futuro mejor.
“Nosotros, con nuestra organización, hemos venido trabajando y nos hemos dado cuenta que es un arma para sobrepasar la violencia, reconstruir el tejido social y no caer en la misma violencia de antes”, explica.
Venciendo el poder de la nostalgia y el miedo se pusieron a trabajar en comunidad hasta hacerse ver y contarle al mundo su dolor.
Un moderno centro de la memoria rinde tributo a los que se fueron y proyecta el futuro para los que vienen.
Ramón García Gutiérrez, otro ejemplo de liderazgo, cuenta que “aquí lo que ha pesado es la fuerza de esos 30 o 40 líderes que hay en el territorio que han podido sacar a sus comunidades adelante aun exponiendo su propia vida”.
Gente como Johanis Villera, la joven presidenta de la Junta de Acción Comunal que muestra con orgullo los logros de la comunidad.
“Queremos que Pueblo Bello sea reconocido como un territorio de paz y de reconciliación pero sobre todo de superación porque hemos sabido superarnos y salir adelante”, cuenta.
Prueba de ello es este moderno colegio recién inaugurado con recursos del Fondo de Adaptación pero sobre todo por la fuerza de sus líderes.
Aprendiendo a ganar
“Todo lo que estamos viendo es el fruto del trabajo de los líderes que con su perseverancia y en aras de aportar un poquito al desarrollo de nuestras comunidades hemos logrado”, indica Johanis.
Para Ramón García, “A las víctimas del conflicto armado, como en el fútbol, nos tocó perder muchos partidos de seguido pero gracias a ese trabajo de liderazgo y de comunidad estamos aprendiendo a volver a ganar”.
El caso de este corregimiento es un buen ejemplo de la superación de una comunidad que se sobrepuso a su tragedia, que dejó de lamentarse y se puso manos a la obra para salir adelante y para que nunca más la vida de una res valga lo mismo que la de un ser humano.

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